37 provisional

4K 501 20
                                    

Cansados, muy cansados llegaron sonriendo hasta la habitación la arreglarían con flores y aceites -así le aguardaría.

—Regresaré -dijo cerrando la puerta.

Se bañó rápidamente, el olor de flores silvestres se impregnó dejándola relajada, salió de la tina o terminaría dormida ahí mismo, se colocó un camisón de tirantes anchos en los hombros reducidas por unas cintas justo en la unión con la tela que caía, era demasiado traslúcido para su gusto de color vino, se metió a la cama.

... La encontró casi dormida.

— Te dormirás sin dejarme intentar seducirte.

Sabía muy a pesar de todos sus deseos que estaba lejos de lograr lo que anhelaba.

—No sea malvado mi señor -ella sonrió mientras sentía sus manos haciendo cosquillas en sus costillas.

— Dame un beso y te dejaré dormir.

Ella beso su frente. Fue rápido y sorpresivo, claro que él lo fue más.

— Es así.

La beso, jugó con sus labios, ella estaba casi dormida, era un asalto indebido.

— Mi señor... -se tensó, volviendo de los sueños aún debilitada.
— Duérmete mocosa que bien sé que no te he seducido.

La jalo a su pecho y ella poco a poco se fue relajando. Lo cierto era que Duncan se sentía impaciente, toda ella era una invitación al placer y al egoísmo pero no era tan animal como hasta ahora parecía.

Como antes Cait tuvo pesadillas que se calmaron con los susurros de su esposo.

****

Otro día llegó, desayunaron juntos, pregunto por Merebith, se le informo que estaba agripada.
Los hombres estaban supervisando las tierras, la gente en la feria, la gente nueva que rondaba por ahí.
Kendrew salía poco, solo para entrenar, los acompaño una vez más, hicieron compras y se detuvieron en los juegos de maderas en forma de molinos con mecanismo hallados por asnos para pasear a los niños, tiro al blanco, y uno muy divertido: alcanza al ganso.

— Anda Kendrew tú eres ágil.
El joven accedió por verla sonreír, ella era su amiga y necesitaba ser feliz.

El muchacho dijo a correr en el corral pero le fue imposible, cayó tres veces las risas de la gente se escuchaban pero la de Cait era la más hermosa era la primera vez que la escuchaba.

— ahora tú.
— No soy el Laird no un bufón.
Ella se molestó por su actitud.
— Lo haré yo por usted Laird.
Y se dijo a correr como una niña le importó poco ensuciar el vestido verde pasto que llevaba con bordados amarillos, el cual consideraba ridículo, se tiró y alcanzó al ganso todo los presentes gritaron y aplaudieron su premio fue una daga, ella la escogió entre varios artículos, Duncan frunció el ceño ella se acercó a él.
— Mi señor, un regalo para usted.
Unos sonrieron, otros aplaudieron por segunda vez en su vida Duncan Ervyn Mackenzie se sonrojó.

Cait misma la acomodo en el cinturón, acto que le valió quedar atrapada en los brazos de su esposo y recibir un beso apasionado, Kendrew con la bolsa de compras y algunos premios de otros juegos no pudo más que sonreír un poco feliz un poco amargado.

El beso fue algo exigente, era un pequeño castigo por su osadía, ella termino tan ruborizada como él; sabía que solo era un beso pero era un beso público, nunca se imaginó que la besaría públicamente, ahora se enfrentó a su mirada.

— No vuelvas a escandalizarme Cait.
— Lo siento, no volverá a suceder.

Ambos hablaron en susurros, nadie escucho su conversación que si bien parecía que se decían palabras de amor nadie había atinado, apenas salieron de ahí, Duncan le palmeo el trasero para que avanzarán, eso a ella le molestó mucho, no quiso mirar a ningún lado para saber si alguien le había visto salió corriendo con una parte del vestido en su brazo para poder huir con facilidad, Duncan no se lo esperaba y le costó unos momentos reaccionar.

— ¿Que le hiciste? - dijo Kendrew que se había distraído justo antes de que pegará la carrera.
— Nada.
— Mentiroso -corrió tras de ella, y pronto la alcanzó.
— A mi hermano no le gustará que huyas así. -dijo bastante agitado.
— A tu hermano no le gustan muchas cosas - respondió igualmente​ agitada.
— Por favor se siente expuesto, nunca lo vi sonrojarse había suficiente luz para que todos lo notarán.

Ailein quiso decir algo más no encontró qué, no fue su intención solo la de ser divertida como si se tratara de Dave, entonces se recordó que Duncan no era Dave, que Kendrew no era Kerr y que ella ya no era ella, se miró a su misma y se observó detenidamente, obvio no tendría problemas con su esposo, no dentro de la habitación, siempre y cuando sus defectos no salieran a flote al exterior, hoy había olvidado aquello, su vestido estaba sucio, muy sucio, el cabello algo desaliñado, las manos polvosas, incluso algo raspadas, un encaje del vestido estaba rasgado en la manga, ahora entendía por qué Duncan estaba tan molesto, ella no era Merebith, la chica dulce elegante e inteligente, aunque no le gustará admitirlo lo era, mejor aún era prudente cosa que ella no era.

— No volverá a suceder -dijo dolida.
— Cait no debes correr así, es noche y no es correcto, eres mi esposa.

Duncan los había alcanzado, no corrió así que cuando la vio le dijo lo que creía correcto, se asustó un poco al verla así, él esperaba que ella le retará, no que huyera, trato de decirle que no era correcto que corriera sola por ahí de noche, era su esposa y nadie se atrevería a tocarle un cabello, pero algo podría ocurrir, y si se encontraba con ladrones o gitanos no quería imaginar aquello.

Los ojos de Cait se humedecieron, ella no podría ganarse el corazón del Guerrero obscuro y se echó a correr pese a la instrucción recién dicha por su esposo no quería que viera cuanto dolía su desprecio.

Yvaine se topó con ella cuando salía de su habitación dejando lista la bañera con esencias y su ropa de dormir, era un camisón demasiado atrevido con encajes entallado en el busto una pretina ancha entallada realzando su cintura con una caída delicada y algo translúcida, su prenda interior tenía cintas traseras.

— ¿Que le sucede? ¿Qué le ha pasado? -al ver cómo Cait lloraba y se veía sucia y desarreglada se angustió.
— Duncan se enojó conmigo por tonta, no me quiere Yvaine, no le gusto.

No es que aquello le sorprendiera pero ahora le afectaba más que nunca.

— Cuéntame con calma mientras te baño.

Cait le contó todo, un largo suspiro salió de los labios de Yvaine.

— Entonces cuál es el motivo de que la lleve a usted.
— Háblame de tú Yvaine, si eres mi nueva hermana no es correcto que me hables de usted.
— "Usted" -recalco para ver su expresión- es muy lista Cait, evades mi pregunta, pero yo tengo la respuesta, tú le gustas, tal vez haya confusiones entre ustedes pero tú le gustas, le gustas mucho, por qué él podría pasearse con cualquier mujer que quiera y "tú" solo tendrías que ver y callar, mi Laird puede salir con amigos, jugar, beber y hacer lo que él quiera, pudo decir que no jugaras, ahora te seguro que vendrá aquí a buscarte para aclararlo.

— Creo que no esperaba que atrapara el ganso, esa daga me gustó para él, y la verdad quise ser coqueta cosa que no me sale, cuántas veces vi a las muchachas de MacLane hacerlo, yo no sé hacerlo bien.

— Con el camisón que hoy tengo para ti no necesitas nada.

Cait se cuestionó ¿Por qué quería que Duncan la quisiera, que se enamorara de ella? ¿Por qué le dolía no tener su cariño?

Probablemente porque aquello le significa una vida menos miserable que la que hasta ahora había llevado. Probablemente por qué necesitaba sentir un poco de cariño. Más que nada no imaginaba la idea de que su esposo la tocará sin quererla, no era mucho pedir que la quisiera un poco, tal vez fuera menos desagradable.

Acomodo algunas cintas en el tocador distraídamente, observo la enorme alcoba y cerró los ojos, volvió a revivir aquel momento de su primera vez se le encogió el corazón, un poco por dolor y otra por tristeza.

La Obscuridad Del LairdWhere stories live. Discover now