La Obscuridad Del Laird

33 la feria

Ferris salió a unos asuntos que Duncan no quiso investigar mientras estuviera presente en su fiesta de compromiso, seguía molesto con él, pero ya se haría a la idea. No le importaba que llegara el padre de Merebith y no lo encontrará Ferris debía comportarse a la altura y nunca, nunca le había fallado y no lo haría ahora, es más agradecía mucho que no estuviera, quería a Cait para él sin distracciones.

***

Merebith no se encontraba bien no la estaba pasando nada bien y él lo sabía, llamo a Nerys y pidió que ayudara en la medida que pudiera sus malestares, incluyendo que tratará todo con absoluta discreción.

***

Kendrew no se dejaba ver y eso no le agradaba, era un muchacho impetuoso y no había tomado a bien su decisión pero quería bien a Merebith y Ken no sería un apoyo sino un dolor de cabeza, Ferris era lo que ella necesitaba, ya se consolaría su hermano en cuanto se encontrará entre las piernas de una mujer quizás lo mandara a alguna taberna con sus soldados o le consiguiera a una chica, se reprendió no era adecuado que lo adelantará a tales descubrimientos, aunque algunos chicos eran más precoces y él parecía serlo, ya lo pensaría más tarde.

Salió a visitar a su gente y le fue informado de la feria se emocionó autorizo algunos permisos al respeto y volvió a su casa apenas estaban instalándose y al día siguiente llevaría a su esposa, en cuanto se concentró en ella todo su cuerpo reaccionó, Ailein su cuerpo dulce y tibio y su grito doloroso, entonces se atormentó, era un bruto, una bestia, un egoísta.

Pensar que se creía que era solo deseo cuando se sintió apuntó de entrar en su cuerpo supo que su urgencia era algo más grande que se negaba a aceptar, hundirse en ella era lo más sublime que jamás le hubiera pasado, cuántas mujeres habían pasado por su cama, vírgenes, viudas, casadas descaradas que se hacían pasar por mujeres solas; suaves, rudas, calientes, expertas, inexpertas, tímidas, atrevidas y falsas, sencillas, debiluchas, fuertes, delgadas o voluptuosas, mujeres extremadamente bellas y sensuales pero de todas no había una que le hubiera provocado aquello, para su buena fortuna era su mujer, su virginal mujer...

No debió marcharse de su habitación así, estaría sensible, tal vez era mejor no verlo a fin de cuentas no era el hombre que ella deseaba, eso le dolía, la deseo con toda la intensidad del mundo, le había dado placer a otras mujeres y podía procurarle placer a ella aunque, se tuvo que reconocer así mismo que era una idiota egoísta y mal amante, recordaba con dificultad que las mujeres se vinieran debajo de él recordó muchas otras cosas muy agradables pero eso no lo hacía un buen amante, ella era su máximo y solo la había lastimado.

Se recordó las muchas veces que sabía que las mujeres fingían, las varias mujeres que llegaron a él vírgenes ansiosas de él y que habían terminado en brazos de otros sin echarle de menos, no es que las tratará mal pero solo pensaba en satisfacerse él, si en el camino ellas también encontraban placer era genial pero él tenía su forma y ellas debían adaptarse, hoy por primera vez quería satisfacerla, enloquecerla como ella lo hacía con él. Duncan deseaba más que eso, quería amarla, no lastimarla, aprender con ella y para ella. Subió las escaleras con desesperación era tarde la hora de la cena hacía mucho que pasó.

Entró a la habitación se sintió repentinamente nervioso, su esposa estaba acostada con un suave camisón color malva, en su piel resaltaba haciéndola más bonita, muchas mujeres más bellas y ardientes había retozado con él y jamás podrían compararse con ella, con lo que le hacía sentir, lo que le provocaba sin siquiera proponérselo. Se sintió ansioso.

—Buenas noches Ailein.
—Buenas noches.
No dijo su nombre, ni un "mi señor", se acercó más de lo que hubiera querido y sin pensarlo la beso, la beso con urgencia y un por favor salió de sus labios. Ailein había respondido con un dejo de sumisión, tristeza y timidez, con un mal intento de simular calma, pero aquel "por favor" le había partido el corazón.