25 ella

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Para que vean que soy muy buena.

***

El hormigueo recorrió su cuerpo hasta la punta de sus pies, estaba nerviosa y expectante, su esposo le había tomado la cintura con sus toscas manos y tuvo miedo de lo que pensara hacerle.
—Te dejaré descansar, necesito que estés bien.
La voz de Duncan Ervyn Mackenzie era ronca.

Ella sabía para que debía estar bien.

Tan pronto salió su esposo de la habitación, lloró; estaba confundida sus pechos se sentían pesados y las puntas de sus pezones reclamaban dolorosamente, lloraba nuevamente pero estaba vez, no sabía bien si por qué se había ido o por qué no se había quedado, la sensación en su cuello seguía ahí y parecía que no era suficiente.

Aquella era la primera vez que él no parecía enojado y más bien dispuesto a tratarla diferente o al menos esa sensación le había dado.

Avergonzada por estar ahí en su cama prácticamente desnuda, débil y expuesta a los deseos de ese hombre que la turbaba como nunca nadie, que no la quería y que no perdía oportunidad para ofenderla y maltratarla y... que solo deseaba usarla como un objeto, lloró y lloró; una furia se instaló en su pecho, no sabía cómo reaccionaría la próxima vez que lo viera pero... no permitiría que hiciera aquello en su cuerpo, era demasiado confuso y doloroso.

Estuvo alterada mucho rato hasta que se quedó dormida pensando en un beso, un beso suave como el que leía en los libros, un beso en sus labios, dormida sintió ese beso que antes Duncan dejó en su cuello, ahora en sus labios. Despertó abochornada, no quería su presencia ahí pero... no podía evitarlo; pero él dijo que necesitaba que ella estuviera bien y para su fortuna creía que se sentía mal, decidió permanecer ahí fingiéndose "mal" y no "estar bien" debía aplazarlo un poco, solo un poco.

****

Ferris y él pasaban juntos, así que Ferris no tenía interés particular en nadie, Caileas le informaba de sus pocos avances con una muy ocupada Nerys Beath. Y recordó que Nerys le debía una que pensaba cobrarse.

— ¿Cuantas veces han salido juntos?
—Ninguna, solo platicamos, me permite que le entregue plantas que ella valore, algún bocadillo y dulces pero se rehúsa a salir conmigo a estar a solas.

Caileas hizo un gesto de impaciencia ya no era un niño y andar de manita sudada no era lo que pretendía, ni tampoco apresurarla, Nerys Beath jugaba con mucha cautela, el día que Cait se escondió ellos tenían una cita para cenar pero ahora Caileas quería estar con ella, descubrirla no por que estuvieran casados, quería hacerlo antes del matrimonio, no porque no la amará sino por qué realmente llevaba tanto anhelándolo.

—Sabes que esa mujer nunca te va a corresponder no la convencerás a la buena, debes robar su virtud para que puedas reclamarla.

Eso no sonaba fácil pero el fin justifica los medios.

—Como lograre eso Laird, sin forzarla.
—Puedes hacerlo con sutileza, intimidarla, ella sabe que Laird quiere casarla.

Caileas entendía todo, aunque él prefería seducirla podía hacerlo sin su autorización y ya tendría tiempo para lo demás.

Duncan quería que al menos alguien tuviera lo que sus deseos más ardientes anhelaban aunque no fuera él.
—Hoy Caileas le mandaré por unas cosas a la bodega, y no saldrá de ahí hasta que tú lo quieras.

Caileas sonrió algo molesto, se la entregaba en bandeja de plata y no estaba seguro de querer arrinconarla en la bóveda para poseerla pero era eso, "ahora o nunca".

Él asintió, ya vería si tenía el valor o pasaba su tiempo correteando a una mujer escurridiza enamorada de un muerto que nunca la amo.

Nerys estaba a punto de pagar los platos rotos de Cait, Ervyn estaba molesto su esposa llevaba encerrada hacia 5 días, Nerys decía que estaba débil y Duncan le creía, solo que estaba desesperado, entendía perfecto a Caileas, ese hombre siempre le había dicho sus sentimientos por Nerys, era un hombre fuerte y atractivo y las aventuras nunca le faltaron y nunca quiso formar un hogar por que guardaba la esperanza de que un día ella fuera para él, ya era justo que ese tiempo llegará...


La Obscuridad Del LairdWhere stories live. Discover now