19 nervios

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— ¿Por qué no me dejas en paz? ¿Por qué no me matas de una vez?
Ya no soportaba la humillación de llorar frente a él, sentirse débil, cobarde e indefensa.
— Porque la diversión solo duraría un momento -no dudó en contestar, si esa era su actitud, Duncan no estaba dispuesto a ceder, pero algo le distrajo...

Su agitado pecho quedo a la vista para cuando Duncan se separó de ella, toda su piel se veía pálida, sus ojos enrojecidos le hacían ver sus ojos más verdes y entonces ella se dio cuenta que le miraba los senos, la gruesa tela del camisón con mangas, apenas cubría un poco más arriba de sus pezones, se enrojeció de vergüenza, cuando las manos de su esposo levantaron la tela en señal de respeto se sorprendió; cosa que agradeció internamente, no quería imaginar que él quisiera ejercer sus derechos de esposo en ese momento y, por primera vez le vio con otros ojos.

— Deja de llorar, es tan aburrido pelear en este momento, yo también me siento débil no tengo tantas ganas de pelear contigo. Debo agradecer que Nerys te tenga desarmada -torció una sonrisa mientras le levantaba el camisón, en realidad no era nada importante solo unas gotas de sangre, ahora; claro que la semana atrás no debió ser agradable, entonces recordó como la arrastró hasta la celda de castigo.

Cait Ailein estaba demasiado enojada y frustrada, ahora tendría que soportarlo y... qué quería decir con que solo él podía estar ahí, curó su rodilla y pronto se encontró con la incómoda situación de sentir sus manos en su cuerpo, esas gruesas, grandes y toscas manos llenas de pequeñas y grandes cicatrices, era muy masculino todo él; temible, lo odiaba tanto y agradecía que se mantuviera lejos que... ahora que estaba tan cerca solo podía tener miedo. Miedo de sus deseos de hombre, de su ira, de su locura; había pasado llorando y temiendo por su ira, cada noche, cuando no soñaba en la seguridad de su hogar, sufría de terribles pesadillas sobre Duncan golpeándola, castigándola, y unas cuantas veces pensaba en cuando Duncan viniera a por su virginidad, temía más de lo que de atrevería a decir. Recordó que después de su noche de bodas (en la cual terminó golpeada) no volvió a entrar a su habitación hasta ahora, no tenía interés en consumar o eso parecía y no quería que las cosas cambiaran.

No se había permitido llorar la desgracia de unir su vida a él porque en recompensa sabía que su padre seguía vivo y si Dios así lo permitía tendría una vida larga y tranquila en su vejez, siempre se concentraba en pensar, en transmitirle su sentir a través de las aves, en el aire el mensaje de que estaba bien y que por ello él también debía estarlo. Ahora temía que de alguna manera su padre viviera intranquilo en la incertidumbre de la vida que su cruel esposo le estaba proporcionando. Por ello, aquel gesto de su esposo de respetar su pudor de mujer había significado mucho más para ella de lo que ella misma se daba cuenta, por el momento era solo una hálito de paz.

Duncan curó sus heridas después de darle el té para ayudarla con el dolor, pronto se quedó dormida, sorprendida de que supiera como curar su herida, sonrojada por su contacto en sus caderas. Duncan se fatigó sobremanera, se felicitaba interiormente por terminar esa discusión con su esposa, ya que con facilidad las cosas se salían de control cada que discutían y él siempre quería ser el más fuerte, el vencedor, el controlador, su dueño y señor, vivía en una guerra de poder contra alguien que no estaba dispuesta a bajar la cabeza; ese día, en aquel momento en que su mirada se perdió en el nacimiento de sus pechos generosos, pudo cometer una imprudencia por seguir en ese camino de guerra, pero no había podido, era una mujer no un guerrero y no tenía ganas de tratarla como uno, sus ganas eran otras, la había visto ser lo que era, una mujer frágil e indefensa entre sus brazos y como tal la trató, jamás había tenido una naturaleza perversa por ello a pesar de ser una bestia de rencor no se había atrevido a tomarla con violencia, en su noche de bodas pensó que sería fácil pero no había podido, no recordaba porque terminó golpeándola. Aunque...

La Obscuridad Del LairdWhere stories live. Discover now