18 desconcierto

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Abrió la puerta para ver unos tobillos muy blancos y un camisón abierto dejando a la vista algo horrible, la piel lacerada que aún con la evidencia del buen trabajo de Nerys sobre las úlceras no le cabía duda de que ella había sufrido mucho.

Entonces un repentino deseo de vomitar se instaló en su garganta, asco de sí mismo, nunca había golpeado a ninguna mujer y esto le hizo preguntase en que se estaba convirtiendo, ella era su esposa y apenas ahora le causaba arrepentimiento.

Un gemido escapó de sus labios, cada parte de su piel en proceso de cicatrización ardía debían mantenerla fresca y era difícil regular la temperatura de su cuerpo, aturdida por su necesidad de moverse, no se percató de la presencia de Duncan.

— Yo estaba demasiado enojado para darme cuenta de cuánto daño te hacía.

Era humillante estar ahí con la piel de sus caderas expuestas delante de él. Se preguntó de qué iban esas palabras, eran la forma de pedir disculpas; de poder le escupiría la cara, de solo recordar que estaba a su merced sollozó, el dolor la mantenía débil, aún no lograba enderezarse por sí sola, sin contar que debía permanecer semidesnuda aunque el camisón era una bata de franela para ella era una prenda íntima que su supuestamente arrepentido esposo veía.

Él comprendió que ella deseaba levantarse estaba próxima la hora de la cena y según tenía entendido ella cenaba temprano, antes que él, le leían un libro y se quedaba dormida.
— Me han dicho que usted vendría a para ordenar que retome mis deberes señor, si Ferris me ayuda a levantarme con gusto haré lo que ordene.

Tenía la boca seca y el labio tenía una cicatriz reciente, una equimosis amarillenta por el paso de los días, no quería imaginar cómo se veía cuando era reciente.


*****

Flash back

— Yo os salvare preciosa doncella de las garras de ese tirano.
— ¿En verdad apuesto caballero?
— Sí, yo soy un caballero de verdad.

Nerys bajo del árbol después de un enfrentamiento de espesas con el entrenador del Duncan Ervyn, era la representación más teatral de los recuerdos de Nerys sobre el Laird Kenzie Gilmer Mackenzie, le doblaba la edad y recién se había casado pero se enamoró perdidamente de él, su padre la golpeaba terriblemente era un alcohólico su madre recién había muerto y rehusaba entregarla a su abuelos.

— Yo nunca golpearía a una mujer es de cobardes -mencionó el orgulloso el muchacho de los principios que su padre le había inculcado.
— Serás un gran Laird como tu padre.

****

Flash Present

— Debes descansar.
Vio cómo su cuerpo temblaba conteniendo las ganas de llorar probablemente de rabia, vivía humillada y no sabía que esperar de él.

Nerys Beath le había advertido, que vendría, la nana misma temía que Duncan no se compadeciera.

—Te ayudaré a levantarte, yo he pasado mucho en cama debido a tu rasguño y se cómo te sientes -su voz se redujo. La nube de odio hacia la muchacha se había disipado al menos en gran medida, pero a un alto costo.
— Le agradecería mucho señor que no me toque. No estaba dispuesta a permitir que la tocará y al mismo tiempo sabía lo ridículo del intento.
— Nerys no vendrá porque se lo tengo prohibido.
— No me sorprende señor pero prefiero que no me toque.
— Por poco muero -dijo en modo de demostrar que estaban de empate exagerando un poco, no se justificaba pero él también lo paso mal y su vida corrió peligro ni siquiera en guerra había pasado algo tan delicado.
— No tengo tanta suerte señor.
— Entonces no tientes la poca que tienes y trata con respeto y sumisión a tu esposo, no sea que me enfurezcas y decida recordar que pasé más de dos semanas en cama delirando por este rasguño que me hiciste.

La Obscuridad Del LairdWhere stories live. Discover now