27 una visita llega

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La mañana sorprendió a los esposos en diferentes habitaciones, a Cait le sorprendió que Duncan no la buscara, que la ignorara, parecía que siempre sería así, se preguntaba porque eso le dolía, no es que le doliera pero... de cierta manera no quería ser ignorada ¿Había algo más? Le molestó aquella reflexión de sus pensamientos hacia un hombre que la humillaba, maltrataba y despreciaba a cada instante, se levantó y se vistió con una vestido verde claro, por alguna razón quería llamar su atención y lo logró, para cuando se reunieron en el salón, llevó una cinta del mismo color y un pequeño collar con una esmeralda en forma de gota.

— Buenos días Ailein.

— Buenos días Laird.

La tensión se podía sentir en el aire.

— Veo que te encuentras mejor.

— Sí mi señor.

— Es genial, podrían tomar un paseo -sugirió Kendrew que ya estaba recuperado y pasaba el mayor tiempo entrenando para ser un gran guerrero y para sorpresa de Duncan, manteniéndose distante de Yvaine.

— Eres muy amable kendrew pero tu hermano es un hombre con muchas ocupaciones -expuso cautelosa Cait anticipándose al comentario que pudiese salir de los carnosos labios de su esposo.

— Además Cait prefiere quedarse en su habitación a tener que pasar tiempo en mi compañía, si la compañía fuera otra, tal vez la idea no le fuera tan desagradable -la voz de Duncan sonó más fuerte de lo que pretendía, estaba molesto, mientras que Cait sentía una dolor en el estómago inexplicable, ella se anticipó a las hirientes palabras que Duncan pudiera decir, ahora insinuaba que ella preferiría ir con Ferris. Como es que se equivocaba tanto, pero sobre todo porque le dolía, antes era diferente, no le importaba; ahora lo quería cerca aunque le temía, necesitaba tenerlo cerca. ¿De dónde surgía aquella necesidad? No lo sabía, pero le molestaba sobremanera.

Se levantó de la mesa al mismo tiempo que Kendrew. Se alejó del lado de su cuñado en dirección a la biblioteca.

— Acompáñame para que me veas entrenar. Le dijo Kendrew a Cait antes de que se alejara.

— Esta bien -dijo después de soltar una suspiro cansino en combinación con una mirada triste. Qué le pasaba es que acaso se estaba enamorando de su verdugo eso era una locura.

— Dime que fue todo eso, yo trato de ayudarlos pero no me dejan, trato de no entrometerme porque sé que no soy tan listo y ustedes son demasiado complicados, no esperaba que tú te negaras por él.

— Solo tuve miedo de sus comentarios hirientes, Kendrew.

Antes solo los esperaba pero ahora no se sentía cómoda con la idea de escuchar sus puyas.

— ¿Lo quieres?

— No, no lo sé, porque habría de quererlo si nunca me trata bien.

— Él no es malo y sé que si te ha tratado bien aunque... te trata más mal que bien.

— Es lo que dicen (que no es malo), pero conmigo no ha sido bueno.

Imágenes insultándola, sacándola, golpeándola, muchas cosas malas cruzaron por su mente y casi se suelta a llorar, no entendía por qué ahora él le importaba, porque ahora le dolía que no la quisiera.

— Dicen por ahí que lo malo siempre es más fácil de recordar, porque no tratas de recordar lo bueno a lo mejor encuentras algo.

Entonces con mucho esfuerzo recordó, que permitió a su hermano que la acompañara en el viaje y no se le despegara, que le permitió quedarse en la boda, claro eso no era mucho, recordó que no dormía en su habitación (que era más bien con motivo de desprecio), luego recordó su recuperación, cuando decidió hacerse cargo de sus cuidados, esos momentos eran bonitos pero ella estaba demasiado asustada de él y resentida. Suspiró al recordar sus discretas y cómodas caricias en su piel, pero eso no era más que deseo.

La Obscuridad Del LairdWhere stories live. Discover now