22 solos

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— Me iré, solo si prometes no perder la cordura.
— La perderé si permaneces un minuto más en mi presencia.
La tenía tomada del brazo como afianzándola para que no cayera al suelo; la soltó.
— Me voy -se acercó a él antes de irse y le dijo-, cualquier mal pensamiento que te cruce por la cabeza descártalo, sino confías en ella, confía en mí.

Pero no estaba de humor; no confiaba en ninguno de los dos, un súbito frío se instaló en todo el lugar, si Duncan no confiaba en sus amigos, el corazón se volvía más obscuro.

Ella tragó seco, dejó a su corazón hablar a través de su boca, implorando; como nunca imaginó que haría.

— No te vayas, no me dejes con él.

Ferris volteó y se le quebró el corazón al ver en sus ojos tal súplica y pidió al cielo que escuchara a la pobre muchacha que tenía la mala suerte de estar casada con el Obscuro Guerrero.
Algo en la esencia de la muchacha desmerecía, Ferris también había escuchado de la profecía.

*****

-Debes aceptar la propuesta del Laird Duncan Ervyn Mackenzie, por el bien de todos hija, es rudo pero no es malo le conozco muy bien, y si es tan buen líder como lo fue su padre yo podré cerrar mis ojos.
- yo haré como dices padre. Solo resiste, lucha por vivir.

El padre la chica había pedido su protección a Duncan Ervyn Mackenzie, su único hijo varón contaba con 3 años y estaba rodeado de personas ambiciosas que no dudarían en tomar a su hija con tal de obtener un beneficio, era muchacha de salud delicada y lo menos que quería es que solo se aprovecharán de ella y no es que no tuviera carácter pero era una chica dulce así que solo podría apelar al más temible de los guerreros y así lo hizo, siempre fue un buen amigo de Kenzie Gilmer Mackenzie, aunque sabía que Duncan estaba casado sabía que procuraría para ella según lo que creyera más conveniente. Así que antes que su salud desmejorada de forma evidente debía hacer lo que creía correcto para su hija hasta ahora había decidido ignorar las recomendaciones para mejorar la salud de su hija ahora tenía demasiados problema una hija con salud delicada, un niño indefenso y una enfermedad acechando con acabar con el equilibrio de su presente, su esposa poco podría hacer para proteger a sus hijos.

Pronto su pequeña Merebith partiría a buen resguardo de los hombres de Clan MacKenzie junto con unos 20 hombres de su confianza, estaría llegando a la Fortaleza más tardar 15 días después que el Larid MacKenzie, no podía viajar con él por su condición delicada de "esos días".

*****

- Mi señor, yo...

- Ahora tienes interés en cubrir tus piernas, ¿De mí? -levantó una ceja de forma involuntaria- no suena estúpido que todos mis sirvientes conozcan mejor tus piernas que yo, dime con cuantos te has revolcado, creo que soy el Laird más cornudo de toda Escocia.

- Mi señor, no me ofenda, -las manos le temblaban mientras removía la punta de su falda que le quedaba en las manos para terminar de cubrir sus piernas, actuar así no era propio de ella pero en realidad le temía, la última vez estaba al aire libre con Kendrew y a su propio gusto Cait entendía que estar en la biblioteca con las faldas acomodadas de aquella forma a solas con una hombre tan guapo y cotizado como Ferris y según las últimas frases de la conversación no podía esperar nada bueno.

- Acércate - Cait se sintió torpe mientras se acercaba. No podía ignorar el más elemental instinto de supervivencia que le pedía que hiciera lo contrario pero estaba hipnotizada o domada por su esposo, por que hizo lo contrario a sus instintos y obedeció.

- No lo volveré a hacer, lo prometo. - le arrancó una promesa que no deseaba hacer, tal vez esa actitud sumisa daba la apariencia de culpabilidad, pero acaso no el terror de enfrentar la ira de su esposo no quebrantaría su espíritu, antes que Duncan nunca antes supo lo que era enfrentar la furia y el maltrato de un hombre, se portó lo más valiente posible la última vez, pero ahora ya no se sentía valiente, sabía que la despreciaba y por ello no la tocaba, todo hasta ahora parecía que no podía ir peor y ahora su actitud rebelde la tenía ahí, esperando la ira de su esposo.

- No te basta con haberte revolcado con tu querido Dave antes de la boda, terminar con la infancia de mi hermano con tus atrevimientos, que ahora te revuelcas con mi mejor amigo, dime a donde prometiste que le acompañarías, donde te has revolcado con él, aparte de la biblioteca.

- Yo no me he revolcado con él. -lloró, Duncan le tomó de los cabellos- me dijo que cuando usted volviera le solicitaría permiso para ir al lugar secreto en caso que usted no quisiera llevarme.

Su ira aumento, el lugar secreto era una colina donde trepaban un árbol ahuecado que ellos mismo formaron cuando eran más jóvenes.

-Sabes que Cait Ailein, no creí que tuvieras la osadía de seguir portando un puñal, pero veo que eres precavida, esta vez yo no estoy desprevenido. La daga cayó lejos de ellos y ella ni siquiera pensó en usarlo, ella era otra, un animal salvaje prácticamente domesticado y la obscuridad en las Highlands se hizo presente, Nerys se dio cuenta del súbito cambio en la bruma y tembló.

- No pensaba usarlo mi señor, lo juró.

- Eres muy astuta, te conviene portarte así, solo que es algo tarde no crees, -su voz era dura- pero ven, vamos a donde no seamos interrumpidos creo que es tiempo de ver cuán sumisa puedes ser.

- ¡No!, no quiero ir a ningún lado, está furioso, ¡no quiero ir a ningún lado!

Una sonrisa fría fue su respuesta primera y luego agregó:

- Es tiempo de que tu esposo goce de tus encantos, probablemente estés muy complacida con Ferris, pero soy yo el que quiere estar complacido.

La jalo a través de los amplios pasillos, corredores y escaleras, Nerys los vio entrar en su habitación y aunque deseo ayudar a la muchacha que lloraba desolada nada podía hacer. Tendría que buscar a Ferris con suerte él sabría algo con lo que pudiera ayudar a Cait.

Ya en la habitación Duncan dijo.

-Te diría que te quites la ropa pero para lo que quiero como bien dijiste en nuestra noche de bodas no es necesario -ella estaba pálida y llorosa-.

- Porque no me crees, yo no he sido obediente pero juro no volver a mostrar ni por error los tobillos siquiera.

El enorme hombre de casi dos metros comenzó a deshacerse de su sporran y cinto que sostenía el Kilt, la miró con lascivia y se tumbó en la cama ella estaba de lado evitando mirarlo. Duncan le dijo:

- Acércate a darme placer.

Ella no sabía que hacer así que se giró para ver una enorme erección, era la primera vez que veía el miembro masculino, si ella hubiera tenido una idea de lo que su esposo tenía en mente se habría muerto de vergüenza, tan solo la idea de lo que ella entendía como intimidad conyugal era terrible, aquello era mucho peor. Duncan no deseaba estar entre sus piernas, pues si ella se estaba revolcando con sus hombres tendría que asegurarse de que ella no estuviera esperando el hijo de otro, pero bien podría satisfacerlo de forma oral.

Cait Ailein MacKenzie se dijo así misma que debía ser valiente pero con sus 20 años ella aún no se creía capaz para soportar aquello, no entendía con aquel grueso y enorme miembro como una gruesa rama de árbol entraría entre sus piernas. Sin saber cómo su cuerpo comenzó a alejarse mientras él la invitaba acercarse con aquella mirada perversa. Necesitaba huir algo le decía que aunque ella le jurara que era virgen solo terminaría lastimándola más, como Ayran le había dicho que sucedería si se resistía demasiado, así que pronto se encontró corriendo hacia la puerta. Sin hacer caso del grito de Duncan.

- No te atrevas a salir o iré por ti y será peor.

Lasumisión de Cait se había desvanecido, cruzó la puerta y Duncan salió corriendodetrás con la enorme bata de dormir encima para no perder tiempo.

La Obscuridad Del LairdWhere stories live. Discover now