15 luto

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Su suegro era una luz, la gente lo amaba, le mandaba a dar los buenos días. Le llamaba hija. Era como haber perdido a su padre.

Ocupaba su tiempo en los quehaceres del hogar y pronto fue una más, las mujeres le compadecían y admiraban al mismo tiempo. Había pasado un mes desde que las gaitas tocaran la triste melodía para despedir al Laird Kenzie Gilmer Mackenzie. Sus hijos pasaban horas fuera. Su cuñado Kendrew se escapaba por esos lugares donde ella estaba para saludar con un toque de formalidad de vez en cuando.
—Mi señora.
—Caballero.

Se la llevaba a dar un paseo por los bellos jardines, al único lugar que no la llevaba era el invernadero, tenía la idea de que era un lugar romántico y que algún día su hermano la llevaría, la miraba ilusionada viendo hacia el lugar al que tenía prohibido ir.

— ¿Es cierto que usabas Kilt? -preguntó intrigado Kendrew.
— Sí -respondió con energía.
— No te creo -dudó el chico.
— Ya, pero tengo pruebas -y dicho esto: Se alzó la falda y le mostró las rodillas.

Ken no recordaba haber visto las rodillas de ninguna mujer antes y un sonrojo cubrió su rostro, como aquel que estuviera viendo algo prohibido, Kendrew era un niño aún pero entrando a una etapa de pubertad casi catorce años. Entonces sintió una vergüenza más grande, eran las preciosas pantorrillas y rodillas de su cuñada Cait Ailein las que le indicaban el inicio de una nueva etapa de su vida entonces se levantó trastabillando, ella no lo notó pues estaba absorta mirando sus rodillas con algunas tenues cicatrices de su mal hábito de arrastrase por ahí en medio de una lucha con su hermano, era demasiado inocente para notar a que se debía el sonrojo de su cuñado puesto que además tenía los ojos empañados por los recuerdos.

Lamentablemente su esposo se había percatado por primera vez, que paseaba por los jardines con su joven hermano y peor aún absorta en el asunto del uso del Kilt no se dio por enterada de los guardias que habían observado la escena por fortuna para ella eran los mismos que habían presenciado la vestimenta de la chica en tierras de MacLane, por desgracia para Cait, a su esposo le valía un cacahuate.

Había bajado deprisa pues le había prohibido a su hermano mantener un contacto cordial con su esposa y lo veía paseando a su sirvienta como a una dama y ella no merecía tal trato, pero al llegar se encontró con su esposa con las faldas alzadas a la altura de la rodilla y peor aún no llevaba medias y esos calzones de criada no eran tan lindos como los que él había visto en aquella ocasión en la colina de los McLane, pero al sentarse ella en una banca vio trastabillando a su hermano excitado por la visión, ya no era un niño, ella le había robado en ese instante la inocencia con su desfachatez, no era tonto y su hermano estaba impresionado con la visión de las rodillas femeninas.

— ¡largo! -ladró.

Kendrew estaba terriblemente avergonzado y de su mente borró las sensaciones curiosas que el ver a Cait le habían despertado.

Corrió con estupor, necesitaba pedirle ayuda alguien pero no sabía a quién; estaba demasiado avergonzado, como para notar el grave problema en el que estaba su cuñada pesando en el suyo propio o tal vez hubiera evitado la catástrofe.

— Compórtate como una dama no como una fulana.

Había derramado algunas lágrimas que había limpiado pero estaba ahí, sentada con la falda alzada arriba de las rodillas, la ofensa de su esposo le hirió sobremanera, estaba a punto de defenderse cuando la mejilla le ardió y quedó tumbada en el suelo. Un odio se instaló en el pecho de ambos él tenía ganas de patearla y ella de sacarle los ojos.

— No me vuelvas a tocar – advirtió.
— Te tocaré todo lo que quiera, cuando quiera, como quiera, pero ahora mismo me da asco tocarte. ¿Qué pretendías al enseñarle las piernas a mi hermano? ¿Qué favores te has ganado con ello?

Sin pensarlo ella tomó una daga que escondía en su falda y se echó contra él, hiriéndole un costado no tan profundo como hubiera deseado (pero lo suficiente para ser causar estragos) pues a pesar de la sorpresa Duncan logró tomar su mano, más no tan a tiempo. Cait no pensaba matarlo pero si desquitarse de sus ofensas, bueno... tal vez si pensaba matarlo pero... No tuvo suficiente fuerza y presión y la daga no era muy grande.

— Maldita seas.
La tomó de los cabellos y la arrastró a la casa pero los hombres intervinieron.

— Mi señor, si usted necesita una explicación... -dijo con cuidado Andreas al ver cómo le sangraba la herida. Ailein era lo suficiente lista para saber que había clavado más que un poco y rasgado así que debía doler, entonces sintió miedo.
— No necesito una explicación sobre cómo se derramaran como muchachos pensando en esta ramera. - dijo con muina refiriéndose a Andreas, Ferris y Thorpe.

Tan solo de imaginar a su hermano masturbándose pensando en ella hizo crecer la furia, la alzó con rabia de los cabellos y por más que ella no quería gritar, lo había hecho. La llevo a una celda de castigo y tomó un látigo a pesar de la sangre que brotaba de su costado y le dijo:

— Sangre por sangre y esté será tu pagó.

Cait trato de zafarse pero fue imposible, aun cuando en el forcejeo se concentra en golpear la herida que había hecho a su esposo con la intención de buscar un modo de escape.
La ató y dejo caer el látigo inclemente sobre su esposa una vez, otra vez y otra...

*****

En el pasillo a gran velocidad Nerys se encontró con el muchacho y mucho alboroto, él le contó que su hermano lo encontró con su cuñada Ailein en el jardín y no tardó en atar cabos lo dejo sin darle tiempo a pedirle su ayuda. Y corrió en busca de su señora.
Para cuando llegó donde Andreas, Ferris y Thorpe que estaban inquietos. Thorpe dijo:

- No podemos detener al Laird.

Pegó carrera hasta la celda de castigo para encontrar una escena aterradora.

*******

Fortaleza MacLane

Unas inexplicables ganas de llorar se habían instalado en su pecho ya le había pasado cuando murió el Laird Mackenzie y supo que su hermana le había llorado al Laird cosa que no le sorprendió. Este llanto era nostalgia una profunda, pero ahora había un dolor ahogando su pecho, su gemela la estaba pasando mal, la carne de su espalda empezó a arder como si le hubieran puesto a las brasas, y el dolor lo hizo doblarse hasta caer al suelo y sintió la necesidad de gritar era una agonía indescriptible, sentía no sus lágrimas sino las de su hermana caer. Fue sintiéndose mareado tanto como le faltaba el aliento hasta perder el sentido, Dave lo miró a lo lejos no sabía que había pasado si estaba muy bien hace unos momentos, el recorrido en la distancia que estaban de lago se le hizo eterno pensó que alguna serpiente o algo le había picado pero nada, un dolor punzante se instaló en Dave, pensó en la pelinegra era ella, Cait estaba sufriendo, gritó con la misma desesperación que Kerr Payton nada podían hacer, nada.

*****
Castillo Mackenzie.

Llantos en los rincones de la casa alertaron al puberto, algo pasaba y tenía que ver con su cuñada salió pronto hasta encontrar a una de las chicas y preguntar dónde estaba ella, cuando escuchó la respuesta comenzó a correr y terminó rodando por las escaleras.

Ferris se sentía miserable por no hacer nada pero no pensó que la llevara a la celda, él no era del tipo que tratara a una mujer de esa manera, Andreas por su parte que estaba más inquieto sabía que no era correcto meterse en asuntos de matrimonio al igual que Thorpe.


Los dejaré en suspenso en espera de sus comentarios y saber si les gusta la historia.

Besos

La Obscuridad Del LairdWhere stories live. Discover now