045.

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—¿Que?—dijo JungKook poniendo su dedo índice en la mesa mientras se acercaba a NamJoon sobre ella.

—Lo mataste, no puedo decirte otra cosa...—dijo NamJoon cruzándose de brazos—Pero claro, se suponía que HoSeok también estaría muerto, pero no lo estaba.

JungKook retrocedió y se recostó en la silla. El recuerdo vino a su mente, la bala de plata y la ira. Por había algo faltante...

—¿Por que lo maté?—preguntó JungKook, NamJoon suspiró con una sonrisa.

—Secuestro a JiMin, tú fuiste a salvarlo—NamJoon sonrió con sorna—Necesitamos encontrarlo, hasta yo pienso que necesitan estar juntos. ¿El libro no dice nada sobre cómo encontrar a una deidad muerta? O alguna otra deidad que podamos encontrar...

JungKook suspiro mientras tragaba saliva, no quería llorar, no ahora que había encontrado algo importante para poder recuperar sus recuerdos. Se inclinó sobre el libro, tragando el nudo que se había echo en su garganta y comenzó a leer.

Y cuando llegó por lo menos a las medía hora de leer el libro más aburrido de esta historia, JungKook llegó a la última Deidad del libro. Ponía toda su fe en estas ultimas cinco páginas amarillentas, si no, no sabría que mierdas hacer con su vida.

Al llegar a las páginas del árbol genealógico de la deidad divina del amor, suspiró cansado, este maldito ser divino era su única esperanza.

—Mierda—JungKook leyó el último renglón del árbol genealógico, y pues aún no podía creer lo segado que había estado toda su vida.

—¿Que? ¿No has encontrado nada?—preguntó NamJoon preocupado por el bien mental y emocional de su amigo.

—Claro que si he encontrado algo, caminen, no vamos—JungKook agarró su chaqueta roja que colgaba en una silla y caminó lo más rápido posible fuera de la biblioteca.

—¡JungKook, espe..-!

NamJoon suspiró, agarró las llaves del auto y seguido de TaeHyung persiguieron a JungKook fuera del establecimiento. Seguirle el paso a alguien como JungKook era difícil, estaba desesperado y su corazón estaba echo pedazos. Nada podía motivarle más que salvar a JiMin.

JungKook espero en la puerta del conductor moviendo su pie frenéticamente.

—Dame las llaves del auto—exigió el pelinegro a NamJoon, este último entrecerró los ojos.

—No creo que sea buena idea.

—Dale las llaves del auto y punto, abuela—TaeHyung arrebató las llaves del auto de las manos de su novio y se las lanzó a JungKook—Solo no nos mates, gracias.

Los tres subieron al auto, esta vez y bastante injusto, NamJoon quedó en los asientos traseros y TaeHyung junto a JungKook. Pero debía entenderlos, estaban totalmente desesperados, y cualquier cosa podía significar algo de esperanza.

JungKook era literal, una bestia al volante. Lo hacía a la perfección, tomaba cada curva y cambiaba las marchas en los momentos justos, pero lo hacía a velocidades que NamJoon ni loco alcanzaría con su auto.

—Todavía no nos has dicho a quien buscamos—dijo TaeHyung.

—No creo que lo conozcan, es una pérdida de tiempo decirles—respondió JungKook, apenas si podía hablar por lo concentrado que iba en el camino.

—El auto no irá más lento solo por que digas un nombre, habla Kook—insistió NamJoon, pero JungKook no dijo ni una sola palabra. Su mente estaba concentrada en solo una cosa; salvar a JiMin de donde fuera que estuviera.

Los neumáticos del auto rechinaron contra el pavimento cuando JungKook presionó el freno para estacionarse frente a una casa. La cual traía varios recuerdos, pero no los que necesitaba.

—¿En donde estamos JungKook—preguntó TaeHyung bajando del auto y mirando el barrio donde estaban.

—Con la Deidad del amor...—JungKook se bajó del auto, cerró de un portazo y se acercó a la casa para tocar agresivamente la puerta.

O el maldito abría, o JungKook ya sabía que podía derribar puertas cuando se lo proponía.

—¡Hola JungKook!—el sujeto abrió, JungKook entró en la casa.

—Necesitamos hablar SeokJin...

Los otros dos muchachos afuera de la casa miraron al dueño de esta un poco perplejos.

—Eeh.., pasen..—SeokJin invitó a pasar a la pareja y ellos pasaron con un poco de vergüenza por JungKook.

Al entrar a la casa, JungKook estaba parado en media sala, con una pose decidida y los brazos cruzados sobre el pecho con el ceño fruncido.

—¿Que pasa JungKook? ¿Por qué tan apresurado?—preguntó SeokJin con un tono suave y alegre.

—Necesito que me ayudes a salvar a JiMin—contestó bruscamente.

—¿El chico de la fiesta? ¿El de los niñitos pequeños?—SeokJin sonrió al recordar.

—No lo se, supongo—dijo JungKook mirando el piso.

—El es alguien increíble...—dijo SeokJin tratando de decirle algo a JungKook—Puede hacer muchas cosas...

—No comiences con tus juegos—dijo JungKook al pelirosa—Se que JiMin es una deidad, y tú también. Necesito tu ayuda.

—¿Que? ¿Como sabes eso?

—Yo también leo, Jin. Necesito que me ayudes.

—¿Que necesitas?—JungKook tomó aire, pedirle ayuda a alguien de verdad no era lo suyo.

—Necesito recuperar mis recuerdos...y encontrar a JiMin—SeokJin puso una mano en su boca, notablemente sorprendido.

—¿Te borró los recuerdos? ¿Donde está el?

—¿No crees que si lo supiera ya lo hubiera encontrado? Necesito encontrarlo, SeokJin. De verdad...—JungKook parecía realmente desesperado, SeokJin sabía que hacer, pero JungKook iba a sufrir y eso le daba miedo.

—Puedo ayudarte JungKook—comenzó SeokJin, un brillo se formó en los ojos del pelinegro—Pero hay consecuencias y dolor.

—Me importa una mierda, mientras JiMin esté bien, todo lo vale ¿de acuerdo?

—¿Aún si te acerco a la muerte?—JungKook miró a SeokJin. Su mirada era intensa, llena de decisión y, difícil de notar, dolor también.

—Puedes matarme si gustas, solo quiero recuperar a JiMin.

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My Boy ; KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora