CAPITULO 1.

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(Arcadia en la imagen)


20 años después...

Siento mis pulmones arder, sin embargo no podría sentirme más libre como ahora.

Mi pelaje blanco se mueve al ritmo de mi velocidad y mis ojos, dos grandes luces plateadas reflejan el brillo de la luna llena. Sé que mi hermano Héctor viene detrás de mí.

Llegue al río que cruza el bosque de nuestro territorio, tome impulso y de un solo brinco logre atravesarlo.

Al cumplir los quince años, todo licántropo realiza su primera transformación, sellando el vínculo entre su alma humana y su alma lobuna. Conoce por primera vez a su lobo.

Cuando se está en forma lobuna nos podemos comunicar con los demás lobos de la manada de manera telepática, como si se tratara de una sola conexión entre cientos de individuos, lleva tiempo poder dominarlo, tener el control y decidir con quien hablar, pero cuando lo logras, es increíble.

A mi loba la escuché a temprana edad, tenía doce años, era como si hablara con otra persona dentro de mi mente, sin embargo no la conocí hasta llegar a los quince. Su nombre es Hazel y es preciosa. El lobo de mi hermano se llama Darius, es negro con dos grandes ojos amarillos que parecen tener fuego dentro cuando te miran.

-No es justo.- habla Darius, el lobo de mi hermano.

-Qué?.- pregunta Hazel, mi loba.- Sé buen perdedor Darius.- pude notar como el pelaje negro de su lomo empezaba a erizarse, sé que se molestó, ese era el punto. Hayzel sacudió su melena, deshaciéndose del rocío nocturno, mojándolo a él también.

Se lanzó sobre mi loba, directo a su cuello, pero sus reflejos interrumpieron su acción. Se hizo a un lado rápidamente y le propino un golpe con la cabeza en su costado, por lo que va a dar directo contra un árbol, partiendo su tronco por la mitad.

Mi loba empieza a mover la cola como si fuera una cachorra, quería jugar con él. Escucho la carcajada de mi hermano.

-Feliz cumpleaños!.- digo divertida. Hoy cumplimos veinte años mi hermano y yo. Somos mellizos, soy mayor que el por dos minutos, pero a pesar de ser mellizos e hijos de un Alpha de linaje puro, solo uno de nosotros heredo esa característica. Yo.

Padre nos ha dicho que un lobo alcanza su madurez física, emocional y sexual al cumplir los veinte años, es decir, habrá alcanzado su máxima fuerza.

En mi caso, por ser Alpha seré mas fuerte, rápida y grande que el resto de la manada, incluso que otros Alphas. Eso se debe a que mi padre es descendiente de la línea directa del primer hombre lobo "Licaón", que habito en Grecia hace miles de años.

-Algún día hermana... algún día te venceré y no será jugando.- contestó mi hermano enseñándome sus colmillos, haciendo caso omiso a mi felicitación. Si hay algo que siempre ha reprochado a nuestra familia, es el hecho de que él no pueda ser el líder de la manada.

Iba contestarle cuando nos alcanzó el Beta de mi padre, Cicero, seguido por los demás guardias.

-Elena, Héctor.- saludo agachando la cabeza, evitando el contacto visual con nosotros.-Debemos volver a la ciudad, su Padre ordena su presencia de inmediato.

Mi hermano me mira y sin pensarlo dos veces echamos a correr con dirección a casa.

La salud de nuestro Padre había decaído en los últimos días, unos cazadores lo hirieron de gravedad en la frontera de nuestra ciudad con el territorio de los humanos, no solo era plata lo que tenía la bala que lo hirió cerca del corazón también tenía arsénico y aceite de madera. Al ingresar la bala exploto, haciendo imposible extraerla, esa combinación evito su transformación a humano... no pudo sanar de inmediato, teniendo como consecuencia que se viera infectado su sistema. No importaba lo que hiciéramos, ni siquiera la intervención de la magia, sus órganos empezaban a fallar.

LA ALPHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora