CAPITULO 32

9.1K 696 33
                                    

Hector Samaras.

Despues de dos horas, treinta y cuatro minutos y siete segundos Victoria abrió los ojos.

-Hola.- me miro con una sonrisa.

-Eso fue rápido.- hable.- Parece que tu cuerpo me asimilo bien.

-Me siento mas fuerte.- se levanto de la cama para acercarse a mi.- Sin embargo solo puedo pensar en ti- me beso con pasion. Arranco mi ropa arrinconándome contra la pared, con un brinco abrazo sus piernas a mi cintura, podía sentir que era mas fuerte.

-Ahora no.- hable terminando el beso.

-Por que no? Soy toda tuya.- suspiro.

-Quitate Victoria.- la mire.- Quitate o lo hare yo.

Sonrio con picardia.

-Victoria no tengo que explicarte como funciona esto, ya lo sabes. No quería marcarte, creeme.- Su cuerpo se alejo del mio.

-Te arrepientes?.- pregunto con tristeza en los ojos dando pasos hacia atrás, aumentando la distancia entre nosotros.

-No.- respondi con un suspiro apartando los ojos de ella.- Puede ser que salga beneficiado de todo esto.

-De que hablas?.- preguntó.

-Necesito que vayas a buscar a Gabriel. Necesito que te asegures de que Elena este muerta, fue estupido de mi parte no ir antes, pero ahora que soy Alpha no puedo dejar cabos sueltos.

-Debe estar muerta.

-Para eso iras.- ordene.- Ahora que te he marcado sabre si pasa algo.

-Esta bien.- sonrio.- Me debes una Hector.- paso su lengua por mis labios.

-No te debo nada.- sonreí.- Hazlo dentro de dos días, ahora que te he marcado necesito presentarte como Luna. Dentro de dos amaneceres, cuando sea el cambio de guardia sal de aquí.

-Por que no vas tu?.- pregunto.- Eres mas fuerte.

-Si. Pero si salgo yo significa que vaya conmigo Cicero y Orlando, no quiero ir acompañado.

-Hecho.- sonrio para después abrazarme, podía sentir su corazón latiendo en sincronia con el mio.


Elena Samaras.

Mis pasos hacían crujir las ojas secas de los arboles que yacían sobre el frio pasto. Reconocia el bosque, estaba cerca del rio, en los limites de Arcadia. La noche era mas ocura de lo habitual, busque la Luna en el cielo, pero no habia rastro de ella, ni siquiera de las estrellas.

Camine un par de metros mas hasta llegar al rio, una brisa helada mecio mi cabello blanco y senti frio por primera vez. Mire mi cuerpo desnudo, las heridas habían desaparecido pero no me sentía la misma.

De pronto un aullido retumbo en mi pecho, jamás habia escuchado un aullido tan fuerte. Del bosque salió el lobo mas grande que haya visto, sus pisadas hacían temblar el suelo bajo mis pies, sus ojos azul celeste eran como dos luceros, su melena rojiza era hermosa. Camino hasta quedar a centímetros de mi.

Me gruño haciéndome estremecer, sus colmillos eran tan grandes que podría desgarrarme fácilmente, pero no cedi, sentía la adrenalina en mis venas, mis musculos se tensaron esperando el ataque.

El gran lobo rojo se lanzo sobre mi.

Tenia mis manos sobre su hocico, sus fauces se abrían y cerraban con fuerza a milímetros de mi rostro. Puse mis piernas a la altura de su pecho arrojándolo hacia atrás al momento en que sentía sus garras rasgar el aire donde segundos antes estuvo mi cabeza.

LA ALPHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora