CAPITULO 29

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Elena Samaras.

Intente abrir los ojos, sin embargo mis parpados pesaban, dolian, me sentía como si necesitara dormir por años.

Despues de varios intentos pude mirar a mi alrededor.

Estaba en una cama grande, las sabanas eran de seda negra al igual que el resto de la habitación. Un enorme candelabro colgaba en el techo de la misma, dando un estilo elegante a la estancia, grandes cortinas de un negro transparente dejaban ver la oscuridad de la noche exterior.

Me levante hasta quedar sentada y un dolor agudo me atravesó a la altura de las costillas, toque mi estomago y senti los vendajes, me mire el resto del cuerpo, tenia moretones asi como vendas en los brazos, pero no habia cadenas, por lo menos no era prisionera.

Oli el aire de la habitación, olia a lavanda y a tierra mojada.

-Vampiros.- susurre.

Se abrió la puerta del cuarto, dejando entrar a un hombre alto y cabello largo mas allá de la cintura. Era atractivo. Tenia una quijada pronunciada asi como ojos color anaranjado. Me miro al mismo tiempo que sonreía.

-Elena.- su sonrisa se ensancho.

Era el mismo que me tomo en brazos la noche en que Hector me dejo agonizando.

-Quien eres? Pregunte poniéndome de pie haciendo presión sobre mi costado. El dolor era intenso.

-Soy Gabriel Ferenc.- extendió la mano para saludar. Sus blancas y largas uñas me dieron asco. Mire su mano para regresar a sus ojos.

-Eres uno de los Ancianos.- lo analice.

-Si.- sonrio complacido.- Veo que me conoces bien.

-Como llegue a este lugar Gabriel?. Cuanto tiempo llevo aquí?.

Intentaba recordar pero todo era borroso, como un sueño. Lleve una de mis manos a mi frente, de pronto me sentía mareada. Unas manos fuertes me tomaron con delicadeza, intente empujarlo sin tener éxito. Seguia debilitada.

-Hace cuanto tiempo que no como?.- me recostó nuevamente sobre la cama, tapando mi cuerpo.

-Llevas dormida ocho días Elena.- se sento en la silla que estaba junto a la cama.

Se quedo ahí mirándome.

-Por que estoy aquí?.

-DIN DIN DIN DIN!.- dijo imitando el sonido de los programas en donde la gente dice la respuesta correcta.- Esa es la pregunta que esperaba.- se acomodo en la silla cruzando la pierna.

-Tu hermano me pidió un ejercito para derrotarte.- hablo.- Un poco de su sangre fue suficiente para lograrlo.

No hable. Mi corazón se encogia con cada palabra, el hecho de que mi hermano conspirara en mi contra era un golpe que me hacia temblar de dolor. Todo era tan reciente que aun me costaba asimilarlo.

- Yo solo pedia algo a cambio de tal favor.- añadió.- Un premio. Algo extraordinario.- sus ojos brillaron. Parecia que hablaba del descubrimiento del siglo.

Lo mire con ojos humedos, no quería llorar frente a el.

-Yo.- susurre.-Por que me cuentas todo esto? Mas aun para que me necesitas? Algo pides, de lo contrario ya estaría muerta.

Sonrio.

-Eres inteligente.Tu hermano es frio Elena y calculador, quizás demasiado.- Recargo sus codos sobre la silla, juntando sus manos como si fuera a rezar tocando su barbilla con ellas.- Es una amenaza, no por lo inteligente si no por su naturaleza traidora, se que vendrá por mi después. Le gusta enterrar sus secretos y yo le se muchos.- me guiño un ojo.- Por lo tanto...

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