CAPITULO 2.

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Regresé a la mansión unas horas después, el cielo tronaba, parecía que pronto llovería sobre el bosque.

Tomé ropa que había en uno de los arboles cercanos y camine con dirección a mi casa.

-Donde estabas?.- escuché a Héctor detrás de mí. Estaba furioso.- Hay cazadores muy cerca de nuestro territorio, no puedes andar sola.

No me inmute ante su comentario y mucho menos ante su presencia por lo que seguí caminando sin detenerme.

-Elena!.- grito mi Beta. Sentí como me tomaba fuertemente del brazo para girarme y encararlo, sin embargo, al hacerlo lo tome por el cuello levantándolo centímetros del suelo.

-Cuidado...Beta.- dije mirándolo a los ojos.- No te confundas, vuelves a tocarme de esa manera y te arranco el brazo.- articule cada una de las palabras suavemente, sonando cada vez mas amenazante. Su rostro comenzaba a ponerse rojo por la falta de aire.

-Lo...lo siento Alpha.- dijo entre jadeos.

Lo solté dejándolo caer al suelo sin cuidado. Mire a mi hermano y a mi Beta por unos segundos antes de hablar.

-Fui al bosque, quería correr. Eso es todo.

-No puedes hacerlo Elena.- hablo mi hermano.- La noticia de la muerte de nuestro padre ha corrido como pólvora en todos los pueblos.

-Muchos quieren doblegar a nuestra manada.- dijo Cicero.- Necesitamos a nuestra Alpha.

Agache la mirada, tenían razón.

-Tranquila.- se me acerco mi hermano abrazándome.- Todos perdimos algo esta noche....la manada a su antiguo Alpha y nosotros a nuestro Padre.

Guarde silencio por unos minutos, sintiendo como poco a poco el dolor sobre la palma de mis pies y manos, las mire. Estaban llenas de raspones y rasguños.

Asentí sin mirarlos.

-Beta.- dije sin apartar la vista de mis manos.- Mañana temprano quiero verte en la oficina que era de mi padre. Hay asuntos que necesito aclarar.

-Alpha.- inclino la cabeza por un momento.- La veo mañana.

-Buenas noches.- dije caminando hacia la mansión.

Entre a la casa sin percatarme en los guardias o en las omegas que estaban en la cocina. Fui directo al baño de mi cuarto, cerré la puerta al entrar y abri la regadera todo lo que pude dejando que el agua caliente llenara de vapor el baño. Deje que quitara la tierra y sangre de mi cuerpo, talle mi piel suavemente y volví a llorar, dejando que mis lagrimas se confundieran con el agua, recordando cada una de las practicas con Padre, las veces que salimos a cazar, cada una de las lecciones que tuvo conmigo para enseñarme a ser una buena Alpha cuando el faltara. Sabia que eso pasaría, pero siempre desee que no fuera así.

Salí con una bata sobre mi cuerpo, me sequé y me dispuse a dormir cuando mi mama entró junto con un miembro del consejo.- Por lo general el consejo era integrado por un miembro de cada manada que fungía como representante.

-Mi amor.- la escuché decir.

-Madre ¿Qué haces aquí?.- pregunté confundida acomodando las almohadas de mi cama.

-Alpha.- dijo Evan, seguido de una pequeña reverencia en señal de saludo. Miembro del consejo y miembro de la manada.

-Consejero.- contesté su saludo.

-Hija tenemos que hablar.

-De que?.- pregunté amarrando mi cabello.

Mi madre miró al consejero y asintió con la cabeza, ahora fue el quien hablo.

LA ALPHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora