CAPITULO 14

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(habitación de Elena en la imagen)

Vigo Potrev.

-Háblame de ti Vigo.- dijo recargada sobre mi pecho.

-De mi?.- pregunte divertido.- No hay mucho que saber de mi.

-Tienes familia? Hermanos?.- se acercó a mi cuello.

Me deshice de su abrazo, alejándome de ella. De pronto toda la ira y odio que sentía hacia ella me trajo de regreso a la tierra.

-No tengo familia Elena.- Le di la espalda. No quería mirarla.- Mi madre murió hace unos años y mi padre hace unos días.

-Lo lamento.... Yo... no sé qué decirte.- titubeo.

-Lo mataron.- solté.- Lo mato uno de tu clase.- La mire de reojo sin apartar la vista de ella, sintiendo el hueco en mi pecho cada vez mas grande, por un momento parecía que me perdería en el.

-La única familia que me quedaba me lo arrebataron Elena.- mi voz se quebró. – No pude ni despedirme de el.

-Te ayudare a encontrarlo.- contestó decidida.-Te lo prometo.

-No te preocupes.- la interrumpí.- Yo sé lo que tengo que hacer.

-Solo...- se acercó a mi, tocando mi mejilla tan suavemente que sentí como si una corriente eléctrica recorriera mi cuerpo, como si todo en mi interior la reconociera, como si despertara cada celula de mi cuerpo al tenerla cerca. Me deshice de ese pensamiento de inmediato.

-Solo no lo hagas sin mi, por favor.- me miro suplicante.- No quiero que te pase nada.

-Oh Elena!.- exclame abrazándola de inmediato.- Confía en mi. Estarás ahi. susurre en su oído con una sonrisa.

Elena Samaras.

Tome la mano de Vigo y lo lleve al interior de la habitación. Estaba haciendo frío, no lo sentía como los humanos, sin embargo podía sentir la piel fría de Vigo cada vez que lo tocaba.

-Discúlpame.- sonreí apenada.- Soy una tonta. No porque no sienta frío quiere decir que tu tampoco.

-No te preocupes.- dijo cerrando las grandes puertas de cristal que llevaban al balcón.

La chimenea ya estaba encendida, haciendo que el cambio de temperatura fuera notorio.

-Si gustas.- le dije empezando a soltar las cortinas del dosel de la cama, el color beige de la tela soltaba pequeños destellos color oro con el danzar del fuego de la chimenea, de alguna manera eso me hacía dormir mejor.

Vigo me miraba de tal manera que me hizo sonrojar.

-Me ayuda a dormir por las noches.- le dije mientras el dosel ayudaba a dar la apariencia de que cortinas rodeaban la cama.- Es más privado.- agache la mirada sonriendo.

-Es más íntimo.- añadió.

-Me hace sentir como si estuviera viviendo la época egipcia. Como si durmiera en el cuarto de los faraones.- reí por lo bajo.

Vigo sonrió. Como amaba verlo sonreír.

-Es tierno.- contestó acercándose lentamente hacia mí.- Pero dime.- dijo tomándome por la cintura acercándome peligrosamente a su cuerpo.- Esta cama puede aguantar tu fuerza?.- pregunto a menos de un centímetro de mis labios. Inhale su aliento embriagador. Olia a durazno con toques de menta.

Recorrí ese centímetro faltante, sellando nuestros labios en un profundo beso. Acaricie lentamente mi lengua en la suya. Sus manos se enterraron en mi cintura, exigiéndome mas. Desabroche poco a poco la camisa que se acomodaba perfectamente sobre su fuerte torso, pecho y abdomen.

LA ALPHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora