CAPITULO 6.

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(Hayzel en la imagen)

Al día siguiente por la mañana salí de la mansión, quería hablar con los guardias. Saber si habían visto algo raro a los alrededores. Sabía que mi actuar traería consecuencias.

El respirar el fresco rocío de la mañana llenaba mis pulmones, haciéndome sentir plena, el canto de las aves que se escuchaba proveniente del bosque era como esa música que te erizaba la piel. Mis sentidos son mas agudos permitiéndome apreciar mejor lo que me rodea.

Miré a las mujeres que tendían la ropa de sus hogares y que al mirarme me dedicaban una sonrisa.

-Buenos días Alpha.- me saludaron.

-Buenos días.- sonreí.

Me acerque a un pequeño grupo de niños que practicaban artes marciales con uno de mis mejores guardias.

-Saluden cachorros.- dijo inmediatamente el adulto.

-Alpha buenos días.- escuche al unísono a los pequeños.

-Buenos días cachorros.- sonreí de oreja a oreja.- Continúen.

Recordé las clases que tenia con mi padre sobre la protección de la manda y control de la fuerza .

Inicio de flashback.

Tenía de doce años cuando mi papá cambio mi entrenamiento.

-Sera mas intenso Elena.- me miró indiferente.- Como Alpha debes de estar preparada ante cualquier situación. Cuando tomes el control sobre la manada serás responsable por cada una de las vidas que tienes bajo tu protección.

Yo solo podía asentir, miraba a mi padre con orgullo, como si fuera el mejor lobo de este mundo.

-Golpéame.- me retó.

-Qué?.- pregunté confundida.

-Ahora pelearas contra mi.

-No.- dije sin dudar.- Eres mi Padre.

-Y tu eres la próxima Alpha. No pienses que por ser una niña no van a matarte Elena. Se aprovecharan de eso. Demuéstrame lo que has aprendido.

Empecé a alejarme de el, no dejaba de preguntarme como era posible que mi Padre quisiera que lo lastimara, no podía comprenderlo a esa edad. No me di cuenta hasta que sentí el puño de mi padre impactar contra mi rostro. Cai de espaldas, sentía que la cara me zumbaba, me sentía mareada. La sangre empezó a salir de mi nariz y boca.

Intenté girarme y escupi sangre junto con un un objeto pequeño, era de color blanco. El muy cabron me había tirado un diente.

-Levántate Elena.- ordeno.

Mi corazón empezó a latir de prisa, comenzaba a enojarme.

-Elena.- escuché en mi mente.- Hola Elena. Soy Hayzel tu loba.

No me moví ni un poco, se supone que la escucharía hasta cumplir los quince años, y aun me faltaba un poco, era muy temprano para conocerla.

-Como es posible?.- le contesté en mi cabeza.

-No eres como los demás Alphas Elena. Ahora estaré contigo siempre cariño, protegiéndote.- No se porque su voz me calmó. Mi padre solo me miraba extrañado. Como si pensara que su golpe me había dejado loca.

-Vamos linda.- volvió a hablar mi loba.- Déjame curarte, el viejo te ha hecho daño.

-Como lo harás?.- pregunté en voz baja.

-Solo respira hondo y relájate. Yo hare el resto.-

Asentí.

Deje mi mente en blanco, respiré hondo, sentí un espasmo en mi cuerpo como si yo no tuviera el control del mismo, me tiré al piso y una corriente eléctrica me recorrió de pies a cabeza.

-Listo.- la escuché reir.

-Crei que dolería. Eso fue rápido.

-Dolerá cuando me conozcas, pero te prometo que valdrá la pena.

-Gracias.- contesté.

-De nada linda.

Se acabó la conexión. Mi cara dejó de doler y el sabor a sangre desapareció de mi boca. Me levanté y miré a mi Padre quien me miraba de vuelta, parecía maravillado.

-No es posible.- dijo.- Sanaste... pero cómo? Eso solo pasa cuando ya has conocido a tu lobo.

-Me hablo Padre.- dije limpiando los rastros de sangre de mi cara.- Se llama Hayzel.- me acerque a él, en un abrir y cerrar de ojos le di un puñetazo en el pecho, haciéndolo caer, deslizándose en el piso varios metros lejos de mi, debido a la fuerza de mi golpe.

Tocia sin parar. Le había sacado el aire.

Fue la única y última ocasión que mi Padre me golpeo en un entrenamiento.

Fin del flashback.

Escuché unos lejanos pasos que se acercaban a mi dirección.

-Beta.- saludé antes de que llegara a mí.

-Alpha.- contestó.

-Cuál es su informe sobre la visita de ayer Beta.

-No hubo sobrevivientes Alpha. Después de que acabaron con todos los de la aldea se les dio muerte a los Malditos.

-Perfecto.- No apartaba la vista de los pequeños.

La frecuencia cardiaca de Cicero cambió. Estaba nervioso.

-Sigues pensando que fue mala idea?.- Lo mire.

-Sigo pensando que fue una declaración de guerra para los humanos.

-Ellos la pidieron antes.- clave mi mirada en el.- Ves esto?.- le pregunté señalando nuestro alrededor, haciendo énfasis en la manada. Es mi manada...guerra o no.- hice una pausa acercándome a el.- Destrozare la garganta de todo aquel que quiera hacerles daño.

Solo me miró. Sus ojos azules parecían analizarme.

-Ya tengo una Madre, no tomes ese papel. Eres mi Beta Cicero....compórtate como tal.

Caminé hacia la mansión. Sentía como Hazel quería salir para encarar a mi Beta. Desde que Padre murió lo he sentido extraño conmigo, criticando cada una de las cosas que llevo a cabo, dudando de mi...como si no me quisiera como Alpha. Era bueno, si, demasiado bueno...pero el Beta protege al Alpha sobre todas las cosas y con el empezaba a sentirme desafiada.

Un aroma a chocolate y vainilla me hizo detenerme, invadió mis sentidos, tenía un ligero toque a menta y durazno

-Pero que?.- El aroma parecía hacerse mas intensa con cada paso que daba hacia el bosque.

Hayzel despertó.

-Hueles eso?.- le pregunté.

-Elena.- la escuché.- Es nuestro Mate!.- aulló de felicidad.- Esta cerca.

Su aroma era embriagadora.

-Vamos a buscarlo!.

Sin decírmelo dos veces empecé a correr hacia el bosque, el aroma se hacía cada vez más fuerte aumentando mi euforia y en consecuencia mi velocidad.

Llegue hasta la comunidad de humanos que hace poco me había encargado de aniquilar.

-Estuvo aquí.- susurré.

LA ALPHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora