CAPITULO 26

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Héctor Samaras.

Aves que yacían dormidas en sus nidos empezaron a volar, dejando las copas de los arboles, como si algo las hubiera espantado. Los arboles se agitaban como si un gigante estuviera pasando entre ellos.

Ya esta llegando...

Elena salto de la oscurdad nocturna, quedando a metros de mi. Divididos por el rio.

-Hermana.- sonreí.- Tardaste demasiado en llegar Elena.- La sonrisa desaparecio de mi rostro.- Pense que eras mas inteligente.

Abri los brazos para abrazarla.

La enorme loba blanca abrió el hocico para gruñir. Sin embargo rugio, rugio tan fuerte que las criaturas del bosque a kilómetros a la redonda sintieron miedo. Los osos corrieron buscando refugio, los pumas con la cola entre las patas bajaron las orejas buscando la amenaza a su alrededor. Los ciervos asustados, corrieron durante millas. Y los murciélagos que surcaban los cielos en ese momento cayeron muertos con ambos tímpanos destrozados.

La loba habia encontrado a su presa y como si de un juego se tratara la licantropa salto hacia su hermano. Ambos cayeron hacia lo que parecía ser la boca del diablo, donde solo reinaba la oscuridad, donde solo podían escucharse arboles romperse, además de huesos y carne al ser desgarrada.


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