CAPITULO 43

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(Buenas noches mis queridos lectores, para una mejor experiencia denle play al video. Disfruten)


Elena Sámaras.

Terminé de subir la colina que se alzaba por encima de los árboles. Al llegar a la cima divise lo que tanto esperaba ver, Arcadia.

Podia ver la mansión desde esa distancia, una corriente eléctrica recorrio mi cuerpo queriendo darme el impulso de simplemente regresar a casa.

Pero no podía.

No aun.

No mientras Hector siguiera vivo.

Suspire cansada, no faltaba mucho para que amaneciera por lo que me sente sobre las rocas y limpie las heridas de mi cuerpo. Mi piel abierta al sentir el contacto de mi saliva cerraba de inmediato dejando solo los rastros de sangre. Mire mis heridas cerrarse y no pude evitar sentirme sorprendida ante las ventajas de comer carne humana.

Repare en que mi cuerpo apenas y se sentia cansado, a pesar de haber corrido durante horas me sentía capaz de darle la vuelta al mundo.

-Pronto tendremos hambre otra vez.- gruño Hayzel.

Pase la lengua por mis labios recordando el festin de hace dos días. Mi estomago gruño hambriento, demandando mas comida.

Los rayos del sol empezaron a iluminar el cielo, asi como Arcadia. Me levante del piso y observe como poco a poco ese lugar oscuro parecía una extensión de cielo con la luz del amanecer.

El aire helado acaricio mi rostro y a pesar de ser frio, lo sentia tan cálido en mi piel, era como si el bosque me estuviera dando la bienvenida después de tanto tiempo.

Cerré los ojos al sentir su aroma.

Olia a yerbabuena con esencia de limón y cerveza.

Un hombre estaba cerca.

Sonreí dando un paso hacia adelante, dando una caída libre hacia el bosque.

(*)

Me sostuve del tronco de un árbol a un par de metros sobre el piso, lo miré con detenimiento. Un hombre rubio, de complexión gruesa y alto de estatura.

Se parecía a Alejandro, el padre de Vigo.

Lo observe caminar con cautela. Llevaba puesta ropa de apariencia militar, asi como una escopeta de caza en las manos, la cual sujetaba con seguridad y fuerza. Detrás de el un grupo de por lo menos veinte personas le seguían, vestidas de la misma manera, equipadas con armamento.

Además de su olor delicioso también podía sentir el olor de la plata en sus armas.

Los seguí durante un buen rato brincando de un árbol a otro sin perderlos de vista. Cazándolos.

-No sé por qué hacemos esto.- se quejó bajo uno de ellos.- Su Alpha Elena está muerta. Deberíamos regresar Alan.

-No me interesa si esa perra esta muerta, se merece lo que le paso.- hablo el que llamaban Alan.

Estaba a menos de tres metros de ellos, oculta entre los arboles y aun no notaban mi presencia. Sonreí, pasando mi lengua por mis colmillos que empezaban a crecer.

-Cuando Vigo supo que su padre había sido asesinado y ella era la culpable, empezó a seguirla para matarla y hace mucho que no se nada él.- contesto el tal Alan susurrando con enojo, mirándolos a todos.- Así que si puedo llenar de plata a por lo menos uno de esos perros sarnosos por mi no hay problema.- beso el arma con una sonrisa.

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