CAPITULO 40

9.2K 686 29
                                    

Vigo Potrev.

La aeronave iba rápido, el suave rugir del motor de alguna manera me resultaba relajante, pero no podía cerrar los ojos, no podía dormir. Hacerlo significaba entregarme a los recuerdos.

Me asomé por la ventana del avión y lo único que pude divisar fueron cientos de kilómetros de mar. Ya habíamos salido de territorio ruso desde hace unas horas, ver solo el azul oscuro del Océano era una buena señal.

-Pronto Elena.- pensé para mis adentros recargando mi cabeza en el respaldo. El asiento de cuero color beige resultaba suave bajo mi tacto.

Me hervía la sangre por verla. Quería abrazarla y volver a besarla. Comerme sus labios como aquella noche y volver a ser uno.

-Tienes algún plan?.- escuche la voz de Iván del otro lado del pasillo.

Lo mire de reojo por un segundo. La chamarra de piel apenas y cubría por completo su torso. Llevaba el cabello desarreglado y los tatuajes de su cuello y manos quedaban al descubierto. Parecía miembro de una banda de motociclistas que se dedican a viajar por carreteras.

-No.- conteste volviendo a recostarme en el asiento.- Solo debemos ser inteligentes y saber cuándo atacar.

-Te falta el como.- cerro la revista que ojeaba para mirarme.

-Llevo tres aviones Vigo, con capacidad de trescientos cincuenta pasajeros cada uno. No me digas que con inteligencia se gana una guerra.

-Entonces ilumíname.- me incline para responderle.- Si tus hombres pelean como tu lo hiciste contra mi, creo que lo mejor que tenemos es la inteligencia y no la fuerza.

Ivan sonrio.

-Quizás tu novia compense esa fuerza. Si ella intenta algo debe ser extraordinario, estoy seguro de eso.- añadió.

Hablar de Elena era como despedazar mis sentidos y emociones. Me sentia desequilibrado, sabia que estaba viva, pero no donde estaba o si estaba bien.

Debió notar lo que me provocaba hablar de ella, su semblante al igual que el mío, cambio por completo.

El ruso le hizo una seña a una de las azafatas y de inmediato llego a nosotros con una botella de Vodka y dos vasos pequeños, así como con carne cruda en pequeños filetes. Ivan me acerco uno vaso.

-Por que me ayudas?.- pregunte de pronto confundido.

Ivan se recargo sobre el asiento para mirarme, acaricio suavemente su barba y suspiro.

-Se que eres buena persona Vigo.- contesto después de un rato.- Puedo notarlo muy en el fondo, pero no te estoy ayudando solo a ti, también a mi. No solo cumplí el trato contigo por ser un hombre de palabra Vigo.- empezó a servir el Vodka en mi vaso, dejo el otro que tenía en la mano y empezó a tomar directamente de la botella.

-Quizás quieras llevártela tranquilo.- dije extendiendo la mano para quitársela, con un ligero empujón se deshizo de mi agarre.

-Tranquilo.- contesto.- No tirare el avión estando borracho, además.- miro hacia las azafatas.- se necesitan por lo menos dos cajas de alcohol para que empiece a marearme un poco.

Asenti con una sonrisa forzada.

-Después de lo que paso con Amalia.- hizo una pausa.

-Hey!.- dije suave.- No tenemos que hablar de eso.

-No.- sus ojos, al mirarme, por primera vez denotaban una emoción.

Dolor.

-Déjame terminar.- murmuro.- A nosotros, a los que nacemos siendo hombres lobo nos enseñan a pelear, a ser fuertes desde niños. Ser unos cazadores perfectos pero siempre bajo dos principios.- me miro.- Ser un buen líder y encontrar a tu mate. Cuando cumples diecisiete años tus sentidos se agudizan aun mas, dando la oportunidad de que puedas oler a tu pareja a cientos de kilómetros de distancia. Desde esa edad.- siguió.- Por cada año que pases sin encontrarla el dolor por no tenerla empeora, porque un lobo solo alcanza su plenitud maxima cuando tiene a su mate. Llámalo como quieras, novela, cursilerías o simplemente por su nombre. Amor.

LA ALPHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora