CAPITULO 45

9.4K 578 25
                                    

Liza Sámaras.

Héctor subió a la camioneta sin apartar los ojos de mi.

-Esto nos traerá graves problemas con las demás manadas Lisa.- susurro Evan en mi oído.- Lo que hizo no está bien.

-Las cosas no han estado bien desde que tomo el puesto de Alpha, Evan.- lo mire de reojo.- Necesito saber que esta pasando aquí, todo parece estarse derrumbando.

-A donde iba?.- mi pregunta iba dirigida a Cicero y Orlando.

-No lo sabemos señora.

-Son la mano derecha e izquierda del Alpha?.- los mire a ambos.- Como es que no saben a donde va?

-No quiere estar acompañado.- contestó Orlando.- Solo estamos con el cuando lo pide, hemos dejado de insistirle con el tiempo.

-Su trabajo es protegerlo.- segui a la camioneta con la mirada hasta que se perdió en el interior del bosque.

Algo no estaba bien.

Mire el estrado donde aun yacia el cuerpo de Carlos, su esposa y su hija lo abrazaban con desesperación. Muchos de los que presenciaron su muerte se habían ido ya, los que restaban eran solo curiosos respondiendo al morbo de ver una ejecución en público.

-Quiten el cuerpo de ahí. - ordene. - Sepúltenlo con respeto y díganle a la familia de Carlos que se vayan de aquí. Denles dinero, no importa lo que pidan. No quiero percibir su olor al amanecer.

Los guardias asintieron alejándose hacia el grupo de gente.

(*)

Cayo la noche y con ella mi insomnio. No podía dormir. Al cerrar los ojos la imagen de Carlos suplicante venia a mi cabeza.

-No confíe en nadie mi señora. Prométamelo... ni siquiera en su propia sombra.

Me levante al sentir su voz como si fuera la mía, sonando en mi interior, repitiendo una y otra vez esas palabras.

-A que te referías Carlos?.- pregunte en voz alta sabiendo que la respuesta se había ido con Carlos a la tumba.

El palpitar de mi corazón zumbaba en mi cabeza.

Escuche el sonido de una camioneta detenerse frente a la mansión, apagando el motor de inmediato.

Sali al pasillo, sin abandonar su oscuridad pero teniendo una vista completa de la entrada a la casa. La doble puerta se abrió despacio dejando ver a Héctor con su gabardina negra y traje del mismo color, empezó a subir las escaleras despacio, sonriendo.

Olia a bosque, pero también a otro lobo. Apenas una ligera esencia lo delataba. Era casi imperceptible. Un Alpha.

Regresé a mi habitación y cerré la puerta despacio, debía pasar frente a mi puerta para llegar a su alcohoba.

Sus fuertes pasos se escuchaban cada vez más cerca. Su sombra se detuvo frente a mi puerta y se quedó ahí. Sabía que estaba despierta. Después de unos segundos siguió caminando hasta llegar a la habitación de Victoria. Pude escuchar su aguda risa cuando lo vio entrar.

(*)

A la mañana siguiente me dirige al bosque apenas amenazaban con salir los rayos del sol.

-Buenos días señora?.- dijo Cicero saliendo detrás de mi.

-Cicero. - conteste sin detenerme.

-A donde va?.- pregunto.

-Caminar.- respondí.- Héctor?

-Fue a dar un paseo con nuestra Luna, mi señora. Ella ya esta mejor.

-Al bosque?.- me detuve para mirarlo.

LA ALPHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora