CAPITULO 16

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(Darius en la imagen)

Hector Samaras.

Al llegar a la Avenida WestTown di vuelta a la derecha, sabia que ahí iba a encontrarlos. Se habían refugiado en esa parte de la ciudad una vez que había pasado El Levantamiento, eso tenia alrededor de veinte años. La edad que Elena y yo tenemos.

Sali de la camioneta y observe el edificio de cuatro plantas, era grande, demasiado, quizás albergaba alrededor de quinientos chupasangre. Solo dentro del inmueble, debajo de este debían ser mas.

En la entrada había un hombre de alrededor de cuarenta años, llevaba puesta una capucha para cubrirlo de los rayos del sol. Solo se limito a alzar levemente la cabeza ante mi presencia. Su aspecto era de vagabundo pero solo era solo una fachada. Era alto pero no mas que yo, su complexión era de un hombre fuerte.

-Estan aquí?.- pregunté acomodando mi saco al nivel del pecho.

-Ellos siempre estan.- contesto abriéndome la puerta.

Pase junto a el sin mirarlo. El pasillo que se abria frente a mi tenia alrededor de seis puertas dobles a cada lado, eran de color blanco, con toques dorados, la pared tenia un color crema que resultaba ordinario.

-Aburrido.- pensé.

-Bienvenido.- escuche la voz de una mujer a unos cuantos metros frente a mi, salia de una de las habitaciones. Era una vampira, su olor era inconfundible.

Para los humanos, los vampiros resultan ser como dioses, todo en ellos los atrae, pero para nosotros, los hombres lobo, su aroma se asemeja a una alcantarilla que ha sido expuesta a la luz del sol durante horas.

-Tu olor me quema la nariz!.- gruñi.

Solto a reir por lo bajo, estaba vestida solo con una bata de seda color negra que acentuaba aun mas su pálido tono de piel, su cabello era largo y oscuro y sus ojos tenían un azul que se asemejaba al océano.

-Lastima que seas vampira.- la mire de arriba abajo.

-Tengo mejor sabor que los humanos cariño.- contesto.- Seria buena idea que salieras de la dieta de ciervos del bosque. Es bueno variar. - dijo alzando levemente un hombro, seduciéndome.

-En otra ocasión.- respondí.- Donde esta el viejo?

Suspiro.

-Por aquí.- contesto con hartazgo.- Sigueme.

Me llevo a uno de los pisos superiores, ahí el numero de cuartos era menor pero se escuchaba mas movimiento.

Se detuvo frente a unas grandes puertas que parecian ser de mármol.

-Sabe que estas aquí.- me guiño un ojo para después darse la vuelta y regresar por donde habíamos venido, dándome una magnifica vista de su bien formado trasero.

Al entrar a la oficina pude ver al vampiro sentado sobre lo que parecía ser su escritorio, tenia sobre su regazo el cuerpo desnudo de un joven de no mas quince años. A sus pies un charco de sangre adornaba la alfombra que cubria la estancia.

-Provecho.- dije cerrando la puerta.

Gruño suavemente y levanto la mirada para verme. Solto el cuello del pobre niño. Lo había desgarrado por completo, dejando caer el cuerpo inherte en el piso.

-Te he dicho que no me gusta que me interrumpas cuando como Hector.- limpio su boca y barbilla con la manga de su camisa.

-Eso es difícil.- contesté tomando asiento.- Siempre estas comiendo Gaby.

-Debo disfrutar la cena que tan feliz viene a ofrecerse.- Mire el cuerpo del muchacho y no pude evitar sentir lastima.- No me gusta despreciar una invitación asi.- se sento en la silla de cuero que estaba a su lado.- No sabrias lo que es pasar hambre, niño perro.- añadió.- Tuviste el privilegio de nacer en cuna de oro.

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