La historia de un gran amor.Arthur y femMerlin.

El oro de Goblin: Broma

Capítulo 45: El oro de Goblin: Broma

El ataque de los hombres de Cenred ciertamente había afectado a Camelot y a las personas que habitaban en el interior. Sin embargo, todos habían prosperado, bueno, tan "próspero" como podría haber sido, desde esa victoria. Morgana todavía era considerada una santa y salvadora de la gente, lo que realmente se sumaba a su exterior inocente y amoroso que ella ponía. La gente regresó a sus aldeas legítimas, dejando a Camelot a su capacidad normal y espacio para la reconstrucción. La ciudad baja todavía estaba un poco dañada, pero se reunió en su mayor parte.

La relación de Merlynn y Morgana fue destrozada. Cada vez que pasaban por los pasillos o se veían obligados a acercarse entre sí por los acontecimientos, se fulminaban con la mirada, diciéndoles en silencio sus verdaderas intenciones. Sin embargo, cada vez que Gwen, Arthur o incluso Gaius estaban cerca, los dos mostraban la imagen de una vibrante amistad que brotaba como una bonita flor. Gaius sabía, por supuesto, de Morgana, pero él también se mantuvo "ajeno" a su odio mutuo. Pero, siempre estuvo distante y vacilante cuando estaba solo con Morgana.

Gwen nunca sospechó nada de ellos; ella todavía veía a las dos mujeres de pelo oscuro como "hermanas" cercanas y conversaba con las dos con bastante avidez. Era una mujer sabia, intelectual, pero obviamente no tenía ni idea de la verdad clara. Morgana y Merlynn mantuvieron su parte del trato: se rieron, sonrieron, charlaron como dos viejos amigos. Pero, dentro, los dos temían la cercanía entre ellos.

Entre todos sus otros deberes que duraron horas y horas, Gaius le ordenó a ella, de todas las cosas, reclamar un libro del Hall of Records. Podría haber estado haciendo cosas mucho más productivas y útiles ese día, pero ahora iba a hablar con el gracioso Geoffrey de Mormouth sobre un libro simple. A Merlynn le encantaban los libros, pero encontraba el encargo sin sentido.

Merlynn encontró al viejo y barbudo hombre sentado en su escritorio habitual, leyendo sus grandes hojas de pergamino amarillentas. Sus nuevos libros, tal vez. Se había emocionado bastante al grabar la historia de Camelot, así como los eventos recientes. Geoffrey estaba seguro de que la historia del "Gran Reino" sería una para las generaciones futuras. Simplemente se molestó de que su nombre fuera mencionado en los registros de hombres superficiales y bastante estrechos.

Cuando ella se paró frente a él, Merlynn se vio obligada a esperar al menos cinco minutos mientras lo observaba mirar sus nuevos documentos. Cada vez que ella abría la boca para hablar, él levantaba su mano inquebrantable para mantenerla tranquila hasta que terminara. Finalmente, levantó la vista con una sonrisa amable, aunque forzada. Él no era uno para la compañía, ella podría decir. Y a Geoffrey simplemente no le gustaba; era extravagante, ruidosa y tendía a dejar caer sus preciosas novelas por todo el piso.

"¿Sí?" preguntó con expectación.

"¡Oh! Gaius me pidió que buscara un libro. El er ... ¿Bestiario de Phylum of Cambria?" leyó del trozo de pergamino que tenía en las manos.

Se rió y se recostó en su silla, pareciendo interesado mientras tocaba su barba. Esa barba simplemente la irritaba; Tenía la forma de un triángulo demente casi, y se aclaró en color. "¿El Bestiario? No lo he visto en muchos años. Estará en algún lugar del ala este. No tengo idea de dónde", reconoció.

Merlynn giró a la derecha y comenzó a caminar, pero Geoffrey se aclaró la garganta. Ella hizo una pausa "Este es de esa manera", señaló, señalando hacia la dirección opuesta.

Ella se rió, avergonzada, y se apresuró por el corredor correcto en busca del Bestiario. Merlynn se dirigió hacia una fila en particular y descubrió el libro en el estante superior de una estantería muy grande y muy alta. Ella gimió. "Como siempre, Gaius," se susurró a sí misma. "Sabes cómo hacer las cosas difíciles". Merlynn se subió a los estantes, tratando de elevarse hacia el libro. De repente, puso el pie sobre algo en el estante y toda la estantería se convirtió en una cámara oculta.