Cap. III

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Miércoles 15:12h

Natalia se despierta con resaca, un rayo de sol le da directamente en la cara por lo que debe ser bastante tarde...

- ¿Te apetece salir a comer algo?

Al levantar la cabeza ve que hay una chica morena muy bajita sentada en su sofá. Lleva puesta una camiseta suya, que le queda como un vestido.

- Eh... perdona... - dice con los ojos entreabiertos, intentando esquivar la luz que le da directamente en la cara.

- Alicia – le recuerda la chica.

- Eso... verás Alicia, es que justo ahora tengo una cita super importante – dice mientras recoge la ropa que está tirada por el suelo del dormitorio y se la da a la chica – Necesito ducharme y salir corriendo.

- Pero... vas a llamarme, ¿no? – dice algo confusa.

- Ehm... sí, sí, claro, tú no te preocupes – Natalia la acompaña a la puerta y la abre.

Casi con la puerta cerrándose en sus narices la chica dice:

- ¡Eh!, ¡tengo tu camiseta!

- NO TE PREOCUPES, QUÉDATELA – le grita Natalia a través de la puerta, mientras se vuelve a dirigir a la cama.

Justo cuando empezaba a conciliar el sueño de nuevo, escucha que alguien abre la puerta de la calle:

- ¿De verdad no he cerrado la puerta? – dice Natalia para sí misma - ¡que te quedes la camiseta, Amaia!... o como sea – grita hacia la puerta.

- ¿Qué camiseta ni camiseta, petarda?, anda, levántate de la cama – dice María entrando en la habitación y abriendo las persianas.

- ¡Joder, ¿pero qué haces, pirada?!, te he dicho que no uses las llaves que te di para asaltar mi casa mientras estoy dentro – le reprocha Natalia mientras se tapa la cabeza con la almohada.

- Que te duches, te vistas y vengas al salón – dice María saliendo del cuarto - ¡he traído chino para comer!

Después de 20 minutos, Natalia volvía a ser persona, el pelo aún le goteaba cuello abajo pero tenía que reconocer que el arroz frito le estaba sentando genial. Casi no podía recordar la última vez que comió comida caliente.

- Tía, tu nevera da asco, lo único que hay es algo que en su día fue un tomate – le reprocha María.

- ¿Qué haces aquí, tía loca? – dice Natalia mientras apura su plato.

- No te vemos el pelo desde lo del lunes, estabas desaparecida y me tenías preocupada. Ayer salimos de fiesta y sin ti me faltaba como... el brazo izquierdo.

- Jajajaja, claro claro – le contesta mientras recoge los platos y los deja en el fregadero – He estado liada, necesitaba descansar.

- Ya, claro, y la que ha salido con tu camiseta era tu fisio, ¿no?, jajajaja – se ríe María mientras toca las palmas - ¿Qué pasó el lunes, tía?, nos cortó el rollo a todos. ¿Quiénes eran esas locas?

- Ehm... bueno, es una larga historia – intentando esquivar la pregunta.

- Tengo toooodo el tiempo el mundo – dice la rubia mientras se tira en el sofá.

Viendo que no le iban a quedar más opciones, Natalia se tira en el sofá de al lado y empieza a explicarle:

- Bueno, a ver... Marina, la chica que vino a buscarme, es una alumna... llevo como 3 meses dándole clases de violín. Llevaba desde el principio sin parar de tontear conmigo, en serio, pero muy a lo bestia... y claro, pues a nadie le amarga un dulce – termina de contar con una sonrisa.

- A mí no me pongas la sonrisita esa, ¿eh?, que me pongo tonta – le contesta María mientras le saca la lengua - ¿y la otra?

- ¿El pokemon de fuego? – dice Natalia recordando a ese ser pequeñito y gritón – pues ni idea, tía, me imagino que sería la hermana. Nunca llegué a verla bien, nunca estaba en casa. Y siempre que estaba, iba corriendo de un lado a otro. Sólo me dio tiempo a ver que tenía un culo espectacular – Natalia sonríe al recordar aquel culo...

- ¡Eh, no te me disperses! – dice María dando una palma delante de la cara de su amiga - ¿qué te dijo?

- Pues... por lo visto, Marina es menor de edad, eso es lo que me dijo. Y claro, me prohibió volver a verla así que hoy no he tenido que madrugar porque entiendo que lo de no verla incluye las clases.

Natalia se calló un momento para hacer algunos cálculos mentales.

- ¿Sabes lo que significa eso? – le dice a la rubia – que tengo que buscarme un curro a la voz de ya.

- Pues menos mal que he venido entonces. De nuevo, vuelvo a ser tu hada madrina – dice María dándose palmadas a sí misma en la espalda.

- ¿Qué dices, tía?

- Pues eso, que justo hoy le han preguntado a Pablo si conoce a alguien que pueda hacer unos bolos... como cantante.

- Uff, que va, sabes que yo no canto – contesta Natalia rápidamente.

- Venga tía, van a ser sólo un par de meses, la cantante del grupo está de baja por maternidad... ¿no dices que necesitas el dinero? – dice María poniendo ojitos de cordero – aunque bueno, siempre puedes volver a casa...

- ¿Contigo y con Pablo?, no jodas, antes me afeito la cabeza – dice Natalia riéndose.

- Los tres juntitos... como antes... – lanzando uno de los cojines del sofá a la cara de su amiga.

- ¡Ah!, joder – se queja la morena, que no lo ha visto venir – bueno, vale, ¿dónde dices que tengo que ir?

Y TÚ MÁS | AlbaliaWhere stories live. Discover now