Cap. XXIII

11.6K 467 15
                                    

Esa misma noche, 23:25h.

La fiesta estaba siendo épica, no era ni media noche y ya había gente vomitando por las esquinas. Habían empezado todos en el mismo grupo, pero después de varias competiciones de chupitos, en las que Alba había decidido no participar, por el bien de todos; ya empezaban a separarse en grupos más pequeños o incluso en parejitas, África se había ido a un rincón con su rollo habitual, Carlos. Luis, el amigo de Marta, estaba siendo un encanto, pendiente de que todas las chicas tuviesen su copa y no les molestase ninguno de los borrachos que empezaban a pulular por el local.

- Es mono, ¿eh? – pregunta Julia que la ha pillado mirando al bailarín.

- ¿Eh? – Alba sale de su trance – sí, sí y tiene unos ojos preciosos.

- Pues adelante, no para de mirarte – dice mientras la empuja por la espalda para que se acerque a él.

- ¡Pero, Julia! – alcanza a decir la rubia justo antes de tropezarse con Luis.

- ¡Ey, Alba Reche en mis brazos! – dice él con una sonrisa.

- Perdona, mi amiga tiene ocho años – mira a Julia con odio.

- ¿Te apetece ir un rato a la pista? – pregunta él tendiéndole la mano.

- Uy, qué va, si tú eres profesional y yo soy... un pato – se excusa la rubia.

- Pues eres un pato adorable – dice otra vez sonriendo – Vamos, yo te llevo.

La verdad es que el chico era guapísimo y olía genial. No sabía por qué, pero a Alba siempre le había llamado la atención la gente que olía bien. Bailaba de escándalo y justo en ese momento, recordó las palabras de Marta: "si baila bien, imagina....". Intentó borrar esa imagen de su cabeza, pero:

- Luis, ¿me das un segundo?, necesito... necesito... - dice Alba alejándose – vuelvo enseguida.

Busca un hueco entre la gente y llega a la barra, apoyando los codos sobre ella y hundiendo la cabeza en sus manos.

- ¿Qué te pongo, rubia? – pregunta la camarera.

- Una cerveza de cinco litros si tienes, por favor – contesta sin levantar la cabeza.

- Puedes empezar con esto – nota como pone un botellín a su lado – y ya vamos viendo cómo termina la noche, Alba Reche.

La rubia levanta la vista al escuchar su nombre... es María, la mejor amiga de Natalia, que está plantada delante suya con los brazos cruzados y cara de pocos amigos. Alba nunca llegó a tener una relación muy estrecha con María, tal vez porque sospechaba que la morena la usaba como confidente y tenía miedo de que lo que le hubiese contado algo y ésta decidiera "vengar" el honor ultrajado de Natalia.

- Gracias... - Alba levanta ligeramente la cerveza hacia María y le da un trago.

- Oye, justo ahora me iba a fumar un piti – dice la madrileña sacando un paquete de tabaco de liar del bolsillo - ¿fumas?

- Pues... - Alba no sabe si seguirla o salir corriendo de nuevo a la pista, donde la sigue esperando Luis – ya no fumo, pero te acompaño.

Llevaban más de cinco minutos fuera, María iba ya a por su segundo cigarro, pero nadie hablaba. Para su sorpresa, Alba no se sentía incómoda, de hecho, encontraba bastante relajante notar el aire congelado en su cara.

- Bueno, y ¿tú cómo estás? – dice María aguantando un cigarro entre los labios.

- Em... bien, creo que bien – contesta midiendo la información que le da a la otra.

Y TÚ MÁS | AlbaliaWhere stories live. Discover now