Cap. XLI

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Cinco días después, domingo, 12:12h.

Alba lleva prácticamente encerrada en el club desde que Natalia salió de casa el miércoles a primera hora. Como venía haciéndose habitual, no la había dejado acompañarla al aeropuerto, así que la rubia se había quedado en su casa jugando con los gatos hasta que había empezado a sentir que se le caerían las paredes encima si no salía de allí.

El poco tiempo libre que la rubia se permitía tener, lo dedicaba a pintar, después de haber vendido los cuatro cuadros que había expuesto en una pequeña galería, uno de los compradores se había interesado por adquirir alguno más. Había hablado con Natalia un par de veces, ya que no tenía mucho tiempo debido a los compromisos con distintas firmas, aunque los WhatsApp eran constantes.

El sonido del teléfono de Alba la saca momentáneamente de sus pensamientos y deja a un lado los libros de contabilidad para atender la llamada.

- ¿Sí? - contesta sin reconocer el número.

- Ey, sexi - la voz de Natalia sobresale por encima de la música y los gritos de fondo.

- Ey, número desconocido - dice Alba con una sonrisa en los labios.

- ¿Aún en Madrid? - pregunta la morena que parece alejarse del ruido.

- Sí, salimos para Elche después de comer, Marina tenía que terminar unas cosas - contesta la rubia que escucha al otro lado del teléfono como se cierra una puerta y como parece que la morena se deja caer en algún sillón, soltando un suspiro.

- Genial, ¿tienes ganas de estar en casa? - pregunta Natalia algo más relajada.

- En realidad, de lo que tengo ganas es de verte, ¿por qué no vienes a pasar Nochebuena conmigo? - suelta Alba sin pensarlo mucho y llevándose la mano a la cara tal como termina la frase.

La rubia no escucha nada al otro lado del teléfono... "mierda, era demasiado pronto para pedirle que venga a casa de mis padres".

- ¿Nat?... estás... ¿estás ahí? - pregunta Alba.

- Sí, por supuesto, estoy esperando por si te arrepientes de lo que acabas de hacer - contesta la morena con una sonrisa en los labios.

- ¿Arrepentirme? - dice la rubia indignada.

- Claro, casi puedo notar la cara de miedo que tienes ahora - contesta Natalia entre risas.

- Pues... igual la que tienes miedo eres tú - responde Alba con voz de niña enfadada.

- ¿Miedo yo?, ¿por conocer a tus padres? - dice la morena recostándole en el sillón - mándame ubicación y dime si mis suegros prefieren blanco o tinto.

- Ehm... - la rubia ya no sabe si le habla en serio o está jugando con ella.

Alba escucha de nuevo el ruido de la puerta al otro lado.

- I'll be there in a sec, Harry, I promise - escucha decir a Natalia - Albi, tengo que dejarte. No te agobies, no pasa nada. Yo también tengo ganas de verte. Te llamo luego.

- Vale... - alcanza a contestar la rubia antes de que se corte la llamaba.

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Una semana después, lunes, 13:25h.

Por suerte para Alba, a Natalia le había surgido un compromiso de última hora para Nochebuena y no habían vuelto a hablar del tema de pasar juntas las Navidades. Era verdad que tenían ganas de verse y aunque ni siquiera habían pasado dos semanas, el tiempo parecía correr más despacio si no estaban juntas.

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