Cap. XXXI

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El día siguiente, jueves, 16:15h.

Alba y Julia terminaban de recoger los últimos platos del turno de comidas, ya solo quedaban unas pocas mesas con gente tomando café o copas. El teléfono de la rubia vibra en su bolsillo:

Nat:

¿todo despejado?

En breve se va Julia a casa.

¿Qué haces?

Nat:

Viendo Frozen con Adriana... otra vez.

¿Te importa si la llevo?

Le he dicho que voy a verte y quiere venir.

Claro que no, me encanta esa niña.

Nat:

Y yo... 😏

Tú algo menos, la verdad, pero haré el esfuerzo de verte.

Nat:

Vale, eso me lo dices ahora a la cara, valiente.

Pues ven ya, que Julia está recogiendo sus cosas y sale.

- Oye, shavalita, ¿tú tienes algo que contarme? – dice la de Cádiz al pasar por delante de Alba que guarda el móvil en el bolsillo.

- ¿Yo?, no, ¿por qué? – contesta la rubia.

- Por la sonrisita esa mientras hablas por el móvil – dice señalando el bolsillo.

- Me han mandado un chiste, sólo eso – Alba empieza a notar como se le encienden las mejillas, odia mentir.

- Ya... vale... ¿y te lo ha mandado el maromo de la fiesta del otro día? – pregunta con una sonrisa pícara.

- No voy a hacer declaraciones – contesta sonriendo y le saca la lengua.

- Mira, ahora porque tengo que irme, pero eso me lo cuentas tú o tenemos pelea física, ¿eh? – dice Julia cerrando el puño.

- Jajajajaja, anda, vete a casa – Alba le da un beso en la mejilla y la manda hacia la puerta.

Cuando Julia se va, sube corriendo al despacho a ordenar unos papeles y facturas, y, por último, comprobar que está todo en su sitio: jersey ancho con apertura en la espalda, vaqueros apretados pero no ostentosos, maquillaje correcto y pelo en su sitio... "vale, vuelvo a tener 16 años, ¿qué me está pasando?". La noche anterior Natalia no se quedó a dormir con ella, cosa que Alba agradeció ya que aún estaba asustada por todo lo que sentía cuando la tenía cerca y estaba casi segura de que la cagaría irremediablemente en el momento en que se tumbasen juntas en la misma cama. Por otra parte, se había pasado casi todo el día pensando en ella... "Dios, Alba, no hay quien te entienda", piensa. Sonríe y niega con la cabeza mientras sale de la habitación, justo a tiempo para ver como Natalia entra por la puerta del club con la niña sentada sobre sus hombros. Busca por el local hasta que sus ojos encuentran los de Alba y entonces le enseña una de esas sonrisas que marean sólo con verla.

- Mira quién está ahí, Adri – dice señalando a la rubia, mientras pone a la niña en el suelo y le quita el abrigo.

- ¡¡¡ALBAAA!!! – Adriana corre hacia ella, que termina de bajar las escaleras y la recibe agachada con los brazos abiertos - ¡hola!, ¿tienes agua?, tengo sed – susurra mientras acaricia la cara de la rubia y le da un besito en la nariz.

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