Cap. XXXVIII

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Al día siguiente, lunes, 12:35h.

- Ey, rubia, ¡feliz cumpleaños! – dice Sabela entrando por la puerta del club – ya está aquí el servicio de emergencias.

- Sab... - suspira Alba, dejando la bandeja que llevaba en la mano en una de las mesas vacías y lanzándose al abrazo que le ofrece su amiga.

- Ya está, amor, pero ¿qué pasa? – pregunta notando el nerviosismo de la rubia.

- Que no sé lo que quiero, no sé lo que quiero y me estoy volviendo loca – contesta intentando contener las lágrimas.

- Uuuhhh... esto no lo esperaba yo hasta dentro de un par de meses, por lo menos... pero ya lo tenemos aquí, por lo que se ve – dice la gallega acariciando el pelo de la rubia.

Después de dejar el club a cargo de uno de los camareros de confianza, las chicas se van una tetería algo menos céntrica para poder hablar tranquilamente, sin la interrupción de nadie. Algo más calmada, Alba le cuenta la conversación de la tarde anterior, justo antes de que Natalia se fuese.

- ¿El Cabify?, ¿en serio? – pregunta la gallega entre risas.

- Joder, Sab, no te rías – protesta la rubia – que me acojoné y no supe qué decirle.

- Pues haberle seguido la broma, Alba, no te estaba pidiendo matrimonio – le regaña Sabela.

- Ya lo sé, pero es que, de pronto, todo lo que se me ocurría sonaba tan... serio – explica la rubia.

- Y claro, tú no quieres nada serio, es sólo sexo – dice la gallega.

- No, no, no es eso, es... - tartamudea Alba – es que es Natalia...

- Ya... - contesta Sabela acariciándose la barbilla – cielo, vas a tener que desarrollar un poco esa idea porque no entiendo lo que quieres decir, es Natalia, ¿y?

- Natalia... Natalia la que no tiene relaciones estables, la que no quiere compromisos...

- Ah, ah, vale, vale – asiente seria la gallega – es verdad, Natalia... la cría que salta de cama en cama...

- ¡Exacto! – exclama la rubia.

- Es cierto, es verdad que nunca duerme dos veces con la misma, ¿y qué digo de dormir?, dormir no duerme con nadie, pero para echar un polvo tampoco repite. Si es que verdad que no piensa en nadie más que ella, y cómo no le des lo que quiere a la primera... vaya cabreos se pilla...

- Sabela... - intenta decir Alba, pillando la intención de su amiga.

- No, ni Sabela, ni Sabelo – protesta la gallega - vas a tener que buscarte alguna excusa mejor para alejarla, porque esas no sirven. Hasta ahora lo ha hecho todo bien, te ha dado tiempo, te deja llevar el ritmo, incluso ha cancelado contratos para estar contigo esta semana, ¿sabes? Antes de presuponer lo que quiere, podrías preguntarle.

- Yo... - susurra la rubia.

- Si eres como el resto y sólo quieres echar cuatro polvos, por lo menos, avísala, Alba – dice Sabela cortante.

Alba ni siquiera se había planteado la posibilidad de que podía ser ella la que hiciera daño a la otra parte, que cabía la posibilidad de que Natalia no buscase sólo sexo...

- ¡Ays, Sab!... que la he mandado de viaje enfadada y ni siquiera le he dicho que quiero que vuelva – dice la rubia enterrando la cara entre sus manos.

- Ays, riquiña, pero eso se puede arreglar – contesta la gallega, señalando el móvil de Alba, que está sobre la mesa.

La rubia coge el móvil y marca el teléfono de Natalia, que alguien coge después de 4 tonos.

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