Cap. XX

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Una semana después, domingo, 13:30h

El rayo de sol que entraba por la ventana fue lo que hizo que Natalia se despertase ese domingo. Un maldito rayo de sol a juego con su maldito dolor de cabeza... "tengo que dejar de beber". Se lo promete una y otra vez, cuando se levanta con resaca y termina rompiendo su promesa tan pronto como le ponen la primera cerveza en la mano.

Se sienta en la cama y se frota los ojos, intenta ordenar en su cabeza todo lo que pasó anoche. Aún con algunas lagunas, tiene una idea bastante clara de todo lo que pasó:

- "Genial, Natalia, desde luego... es que no aprendes. Mil veces te has prometido no tirarte a tus amigas y fíjate – mira a la personita que duerme plácidamente a su lado – Te acabas de cargar tu relación con Alba... ¡qué gilipollas!"

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La noche de antes, sábado 23:30h.

El club está hasta los topes, reina el buen rollo y el grupo está muy arriba, llevan más de una hora sin parar de tocar. Alba y Julia se encargan de que no les falte cerveza y les llevan bandejas con canapés.

- Bueno, gente, vamos a hacer un pequeño descanso, pa ver si pillamos algo de comer antes de que acabéis con todo, cabrones – dice Dave al público, provocando risas.

Alba está en uno de los reservados, charlando con Sabela, Noelia y Marta. Nota una mano en su espalda y se vuelve, es Natalia, que viene de la mano de María.

- Chicas, ¿conocéis a María? - dice poniendo a la rubia en el centro del grupo.

- ¿Quieres sentarte? – escucha la voz de Alba que se está poniendo de pie.

María ya tiene locas a todas las demás, les está enseñando todos los tatuajes y Natalia la ve empezando a bajarse el pantalón, señalándose el culo. La morena se sienta en el sitio que le acaba de dejar Alba y sonríe.

- Pero no te vayas, rubia, que tengo frío – dice mordiéndose el labio inferior.

- ¿Cómo vas a tener frío con toda esta gente? – le contesta Alba intentando fingir enfado.

- Siéntate conmigo – dice Natalia mirando fijamente a la rubia y cogiéndola del brazo, tira suavemente y Alba, que no se lo espera, se le cae sentada encima – justo así – dice sonriendo.

- ¡Nat! – se queja Alba sin levantarse – un poco de respeto, soy tu jefa.

Se miran a los ojos durante lo que parecen ser horas, hasta que algo las interrumpe:

- ¡Eh!, tortolitas – dice Sabela pasando la mano por delante de las caras de las dos – Nat, al escenario.

Natalia mantiene el contacto visual con Alba mientras se pone pie, pero antes de irse, se acerca a la oreja de la rubia:

- ¿Me quieres dar un besito de la suerte, jefa? – susurra.

- Creo que de suerte vas sobrada – le contesta sonriendo – además, no vas a conseguirlo así.

- Decir "No vas a conseguirlo así", implica que voy a conseguirlo de otra forma – dice la morena alzando la voz, mientras se aleja camino del escenario.

- ¡Alaaaaaa, preñadas todas! – dice Marta, al escuchar esto – Alba, creo que tienes babilla aquí... - dice acercando la mano a la cara de la rubia.

- Eso es que me has escupido al gritar, pedorra – dice levantándose – voy a por cervezas.

Más tarde, 02:30h.

- Bueno, gente, ha sido un placer haberos tenido aquí, gracias por el apoyo, nos vemos en los bares – dice Dave para despedirse.

El concierto había estado genial, la última hora casi todo el mundo había subido con ellos al escenario a hacer una cosa u otra. Un par de chicos, que trabajaban en bares similares he habían acercado, incluso, a pedirles el teléfono para ofrecerles hacer más bolos en otros locales. Natalia había sido interceptada por una señora al bajar del escenario. La señora de unos cuarenta y pocos años, no paraba de tocarla y reírse exageradamente, la cara de la morena era un poema. Alba contemplaba la escena divertida.

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