Cap. V

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Viernes, 20:45h

Había llegado el momento, Natalia se paró delante de la puerta del local para intentar tranquilizarse, ahora veía el letrero encendido:

- "YOURS"...a saber que quieren decir con eso – piensa Natalia para sí.

- ¡Ey, Nat!, - le dijo alguien justo después de darle un golpe en el hombro - ¿qué haces aquí fuera todavía?

- ¡Ey, tíos! – dice al volverse y encontrar a todo su grupo de amigos – gracias por venir.

Había estado dudando sobre si invitarles o no, por aquello de controlar la situación antes de poder darles material para que la picasen de por vida, si es que algo salía mal. Ahora se alegraba de haberlo hecho, porque daba la impresión de que aquello estaba a rebosar.

- ¡Eilan!, ya estás aquí, qué bien – escuchó la voz de Joan, que bajaba por una de las escaleras con su camisa recién planchada y sus pantalones de vestir – puedes ir subiendo al escenario en cuanto te encuentres preparada. Aquel chico que te saluda es Miguel, él te ayudará con los amplis. ¿Quieres algo de beber?

- Una caña, por favor – contestó Natalia confusa por tanta efusividad, "pero bueno, ¿qué desayuna este tío?, ¿mariposas y pétalos de flores?"

- Genial, ahora te la lleva alguno de los chicos – dijo mientras se alejaba hacia la barra – Por cierto, mi novia no ha llegado aún, pero me ha dicho que se pasará luego a saludarte.

- Vale, pues por aquí estaré – Pablo, el novio de María, le había comentado que la otra socia era la novia de Joan, que no la habían tratado mucho pero que parecía maja... "habrá que verlo".

La noche fue pasando muy deprisa, ya era la tercera (y última vez) que subía al escenario esa noche. La gente se lo estaba pasando en grande, incluso sus amigos seguían por allí dándolo todo. Mientras Natalia cantaba "Seven Nation Army", se fijó en ellos: Carlos tonteando con dos chavalas que parecían fotocopia una de la otra ("arriba la originalidad"), Damion dando botes descoordinadamente, María enganchada al cuello de Pablo que en ese momento saludaba a alguien... rubia platino, mono granate... "vaya culo"... algo bajita pero se movía con una seguridad que intimidaba:

- "Si la cara le va a juego con el cuerpo, me la llevo a casa" – pensó Natalia mientras la chica se giraba... ¡OH, VAMOS, NO ME JODAS!, ¡ESTO NO ME PUEDE ESTAR PASANDO A MÍ!

Deseando terminar la canción, Natalia siguió el recorrido de la chica por el bar... "¡no, no, no, detrás de la barra noooooo!", al ver el beso que le plantó Joan en la boca ya no le quedaron dudas... el pokemon de fuego era su nueva jefa.

Analizando las posibilidades de sobrevivir en caso de un encuentro directo con la rubia rebotada, Natalia decidió que la mejor forma de "controlar la situación" (principio que regía su vida) era abandonar el escenario por uno de los laterales y salir por la puerta de atrás.

Haciendo una seña a María para que se reuniese fuera con ella y recogiendo la guitarra mientras la gente aún aplaudía, Natalia bajó del escenario lo más rápido que le permitían los taconazos que había elegido para hoy.

Pero justo cuando estaba llegando a la puerta de salida, chocó contra algo que casi la hace caer al suelo.

- ¡¡¡¿¿¿PERO QUÉ....???!!! – gritó la rubia al notar como la copa que llevaba en la mano, ahora estaba derramada por toda su ropa.

- Oh, joder, perdona – fue lo que alcanzó a decir Natalia antes de que la rubia levantase la cabeza para encontrarse con sus ojos.

- ¡¿Qué haces tú aquí?! – preguntó apretando los labios.

- ¡Trabajo aquí! – intento defenderse

- No, no trabajas aquí, de eso estoy segura – dijo Alba justo antes de fijarse en la funda de la guitarra – tú eres... ¿Eilan... Bay?

Natalia asintió:

- ¡Tendrías que haber dado tu nombre real en la entrevista! – fue lo único que se le ocurrió a Alba que cada vez se encontraba más intimidada por la altura de la morena que tenía delante.

- Haberme preguntado – respondió Natalia viendo que la rubia iba perdiendo fuelle – o haber bajado del palacete esta tarde, en vez de contratarme desde allí arriba.

- ¿Palacete? – Alba notaba la ira a punto de salir por sus orejas, cual tetera - ¡aaaarg!, ¡estás despedida!

- Pues muy bien, me da lo mismo – le respondió Natalia ahora más calmada que nunca, viendo a la rubia perder los nervios – paso de quedarme más aquí.

Alba se quedó parada esperando a que Natalia saliese por la puerta, pero justo antes de hacerlo se acercó a la oreja de la rubia para susurrarle:

- Todo lo que tienes de guapa, lo tienes de histérica.

Y así se quedó, aguantando la puerta durante varios minutos mientras veía a la morena alejarse lentamente fumándose un cigarro.

Y TÚ MÁS | AlbaliaWhere stories live. Discover now