Cap. XVII

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Sábado, en algún momento de la noche.

Natalia se levanta, se va hacia la puerta y dice en voz baja:

- Cobarde...

Cuando ya tiene la mano sobre el pomo, escucha a Alba levantándose también y acercándose a ella. La coge del brazo, la gira y allí está, mirándola con esos ojos enormes:

- ¿Cobarde? – le susurra.

Viendo que Natalia permanece inmóvil, Alba reúne todo el valor que le queda llegadas a este punto y pone sus manos en la cara de la morena, la atrae hacia sí, y la besa.

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El roce es casi ínfimo, dura un segundo... rápidamente, la rubia da un paso atrás y pega las manos al cuerpo. Se queda mirando a Natalia, sin saber qué hacer. Poco a poco, ve una sonrisa formándose en la cara de la morena y Alba deja salir el aire que llevaba un rato conteniendo.

Natalia sonríe ampliamente y de acerca a la rubia, pone una mano en su cuello y la atrae hacía sí. Esta vez Alba no se retira, el beso es brusco, con ansia, incluso necesita agarrarse a la cintura de Natalia para no perder el equilibrio. Nota la lengua de la morena en su boca, su sabor a cerveza y tabaco, siente una de sus manos en su cuello, enredándose en su pelo, la otra en su cintura, la mantiene cerca, muy cerca.

Alba se descubre a sí misma agarrando a Natalia del cinturón, atrayéndola hacía sí, acariciando su espalda por debajo de la camiseta... Nat le tira del pelo para que levante la cabeza, muerde su cuello y Alba no puede evitar soltar un gemido... "qué bien huele.... Dios, ¿qué estoy haciendo?, ¿qué estás haciendo, Alba?".

Natalia nota las manos de Alba en su tripa, y siente que la empuja, apartándola de ella. Se aleja un poco y mira a la rubia que parece confusa. La morena agarra el cinturón de la rubia y tira de ella cuando nota un manotazo en la cara.

- Pero... ¿me acabas de dar un guantazo, Alba? – pregunta Natalia mientras se lleva la mano a la cara.

- Yo, yo... yo... lo siento, Nat, perdóname – dice Alba mientras se aparta, con las manos en la cara – perdóname, de verdad.

La morena ve que su preocupación es real, deja de tocarse la mejilla y acerca la mano para acariciar la cara de Alba.

- Nat, no puedo – dice dando un paso atrás. Al ver la cara de confusión de la morena, Alba intenta explicarse – yo... tengo... tengo novio.

- ¿Novio? – pregunta Natalia extrañada.

- Sí, claro – repite Alba, "espero que no se dé cuenta de que le estoy mintiendo".

- ¿Tienes novio?... Joan, ¿estamos hablando de Joan? – intenta aclarar Natalia.

- Sí... Joan – contesta la rubia, "vale, sabe que le estoy mintiendo".

- Pues muy bien, Alba – Natalia da un par de pasos atrás y mira al suelo, niega con la cabeza y la rubia alcanza a ver una sonrisa resignada en su cara – mejor lo dejamos aquí entonces.

Justo después sale del almacén, cerrando la puerta tras ella. Alba se queda en silencio, se sienta en el suelo y empieza a llorar.

La sala principal del club aún está llena de gente. Natalia la atraviesa tan rápido como puede y sale por la puerta sin recoger siquiera su cazadora. Enseguida se escucha como arranca una moto y sale corriendo calle arriba.

Sabela, que ha visto todo desde la barra, se dirige al almacén. Al entrar no ve nada, porque está todo oscuro:

- ¿Hola? – dice la gallega intentado adaptar sus ojos a la falta de luz.

- ¿Sabela? – susurra la voz llorosa de Alba

- ¿Albi? – no le da tiempo a volver a preguntar cuando tiene a la rubia enganchada de su cuello hecha un mar de lágrimas.

- Sabela, la he cagado – dice sin parar de llorar – la he cagado mucho.

Y TÚ MÁS | AlbaliaWhere stories live. Discover now