Cap. XXVI

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Una semana después, jueves, 17:30h.

Natalia tenía una de esas semanas en las que apenas tenía tiempo ni de parar a sentarse a comer, entre sesiones de fotos, pruebas de vestuario y presentaciones de nuevas colecciones. Trabajar de modelo es algo de lo que había huido siempre, pero ahora mismo le pagaba las facturas. A decir verdad, hacía mucho más que eso, le estaba dando dinero suficiente como para haberle hecho una oferta por la nave a su antiguo casero en Madrid. Ya no vivía allí y probablemente no volvería a hacerlo en mucho tiempo, pero necesitaba tener algún sitio al que llamar "hogar".

Odiaba el clima de Londres, incluso a veces, a la gente de Londres, muchos de los cuales resultaban ser españoles. Pero, sin duda, lo que peor llevaba era la prensa "amarilla" como la llamaban allí. Gente absolutamente odiosa y repulsivamente insistente, que incluso hacían parecer buenos a los periodistas españoles.

Los últimos seis meses habían sido una desconexión total de su vida anterior, ya no cantaba, ni siquiera, se había llevado consigo ninguna de sus guitarras. Anestesiaba su ansiedad con alcohol, fiestas y modelos, muchas de las cuales, eran el estereotipo clásico de "guapa tonta". Pero ya no buscaba un reto, ni siquiera una conversación interesante o una canción a medias... sólo necesitaba no pensar.

Y todo parecía ir bien, hasta que ese ser minúsculo había vuelto a aparecer, y todo se había puesto del revés. Parte de Natalia la odiaba por todo lo que le había echado en cara, por todo lo que pensaba que le estaba ofreciendo, o, más bien, lo poco que pensaba que podía ofrecerle. Es cierto que nunca le había hecho promesas románticas, pero, según lo veía ella, estaba más que claro que no era una más... Quizás, lo que más le había dolido es que asumiese sin darle opciones a defenderse que ella sólo podía ofrecerle un polvo, que no estaba a la altura para nada más.

Seguramente su error fue no echarla de casa cuando la pilló en el salón, pero le pudo la necesidad de mirar un rato más aquellos ojos. O puede que el fallo hubiese sido seguirla fuera del local la otra noche, pero debía reconocer que tenerla cerca era algo que siempre nublaba su juicio. Aunque después de todo eso, se volvía a encontrar en el punto de partida, a 1500 km de casa y sin hacer nada que verdaderamente la llenase... De pronto, el sonido del móvil la sacó de sus pensamientos.

Es un WhatsApp de Alba, Natalia duda un momento si abrirlo o no: "No sé nada de ella desde que le pedí que se alejase... igual es importante...":

"Viernes, 7 de Diciembre, Primer Concurso de Disfraces en Yours. Primera consumición gratis", y eso es todo lo que ponía en un cartel monísimo que parecía pintado a mano.

- Genial – dice Natalia resignada – al menos estoy en sus listas de distribución.

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Unos días después, jueves, 20:15h.

- ¿Sí? – contesta al teléfono Natalia, que acaba de salir de la ducha.

- Eyyyyy, shavala, ¿cómo estás? – escucha la voz de Julia al otro lado de la línea – Te echamos de menos.

- Eh, sí, y yo a vosotros, siento no poder ir a lo de la fiesta de mañana, pero tengo bastante lío – se excusa antes de que la otra empiece a insistir con el tema.

En realidad, ha decidido tomarse el fin de semana libre y quedarse en casa para organizar cajas, leer o simplemente abandonarse a la reproducción de vídeos aleatorios de YouTube.

- ¿La fiesta? – pregunta Julia extrañada - ¿te envié la invitación?, jo, qué palo, perdona, a veces no sé ni donde tengo la cara.

- Sí, ehm... - dice Natalia intentando conectar todas las ideas en su cabeza – te ha dejado Alba otra vez con el marrón de invitar a la gente, ¿no?

- Sí, pero no es marrón, me encanta organizar, y luego tengo copas gratis toda la noche, jajajaja. En fin, ¿cómo andas? – pregunta la gaditana.

- Pues, ehm... justo me pillas saliendo para una sesión, hablamos el finde y me cuentas qué tal sale la fiesta, ¿vale?

- Claro, niña, sin problemas, un beso.

Natalia se separa el teléfono de la oreja despacio, intentando aclarar las ideas.

"¿Julia se encarga de las invitaciones, pero es Alba quien me la envía?, ¿y para qué?, ¿por qué no pedirme directamente que vaya a verla? Alba Reche, siempre haciendo las cosas a medias... Por otra parte, nunca ha hecho ningún acercamiento directo, con lo que sólo consigue confundirme... La mejor opción va a ser olvidarlo todo. Lo último que quiero es plantarme allí y que todo se vuelva tóxico de nuevo."

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