Cap. XXXVII

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A la mañana siguiente, domingo, 10:35h.

Alba se despierta contenta, no sabe por qué hasta que siente unos brazos envolviéndola, uno en su cuello y el otro alrededor de su cintura, dejándola en la posición perfecta para usar ese hombro tan suave como almohada.

La rubia se retira un poco para contemplar la posición de sus cuerpos, prácticamente no queda espacio entre ellos, las piernas están tan enredadas que casi no se puede diferenciar de quién es cada una. De no ser, claro, porque las de Natalia son 20 cm más largas.

Llevada por un acto casi instintivo, Alba hunde la cara en el cuello de la morena, aspirando su aroma.

- Albi... - susurra Natalia, mientras repasa despacio con una de las manos toda su espalda, hasta dejarla justo en su culo, para volver a quedarse dormida profundamente.

La rubia no puede evitar sonreír ante este gesto, le era imposible recordar el número de veces al día que alguna de las manos de la morena terminaba en esta parte concreta de su anatomía. "Mi mano ha caído ahí, lo siento" – se había disculpado riéndose una de las veces.

Alba, al contrario que con sus amigos, nunca había sido una persona especialmente cariñosa en pareja, y debía reconocer que por las mañanas podría haberse llevado el premio "Gato Rabioso" cualquiera de los días en los que se había levantado acompañada. Y ahora se encontraba allí, disfrutando del calor del cuerpo de Natalia, de su olor y del increíble efecto relajante que tenía sobre ella el contemplar su pecho subir y bajar mientras respiraba.

Muy despacio, Alba se despega del cuerpo de la morena, acaricia despacio su cara y se dispone a salir de la cama cuando siente que esos brazos se aferran aún más fuerte a ella.

- No... - protesta Natalia.

- Nat... - sonríe la rubia – necesito ir al baño.

Posa sus labios despacio sobre los de la morena, quien, tras devolverle el beso, la libera para que pueda levantarse.

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Dos horas más tarde, 12:45h.

Natalia se despierta con un terrible dolor de cabeza, no ha conseguido conciliar el sueño hasta que no ha visto que los primeros rayos de sol empezaban a aparecer por la ventana. No encuentra a Alba a su lado y decide salir de la cama, tiene que coger el vuelo a Barcelona esta tarde y quiere aprovechar el tiempo con ella, ya que va a perderse su cena de cumpleaños.

Al levantarse de la cama ve un bloc abierto sobre la cómoda. Ve un dibujo suyo, se la puede reconocer fácilmente, aunque varios mechones de pelo caen sobre su cara mientras duerme, está apoyada en su mano que tiene una copia exacta del tatuaje que le cubre la muñeca. Con un espectacular juego de sombras, cualquiera podría confundir el dibujo con una foto en blanco y negro. Natalia decide no seguir mirando más dibujos porque sabe que la rubia es muy celosa de sus cosas.

Escucha música en la cocina y se acerca despacio para descubrir a Alba cantando "You Know I'm No Good" de Amy Winehouse. La morena se apoya en el quicio de la puerta para pasar desapercibida hasta que la rubia se gira en busca de un vaso y la descubre.

- Ey... qué susto, no te he escuchado llegar - dice Alba con la mano en el pecho.

- Perdona, no quería que dejar de escucharte - contesta Natalia mientras se recoloca con una mano el pelo desordenado.

La rubia no puede evitar repasar de nuevo ese cuerpo, lleva sólo una camiseta ancha, con lo que puede apreciar perfectamente esas piernas largas tan suaves, y uno de sus hombros que también queda al descubierto.

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