Melodía y sorpresa

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El amanecer aún no hacía acto de presencia, la temperatura todavía era algo baja y por ello es que Hoseok medio dormido buscaba su propia fuente de calor. Extendiendo ambos brazos, frunció el ceño al no encontrar la suave piel de su gatito, siguió removiéndose y sintiéndose cada vez más frustrado. ¿Dónde estaba su Chimmy?

Con un notorio enojo, abrió sus ojos para encontrarse sólo en la habitación, ¿realmente Jimin se había ido en medio de la noche? ¿De dónde había sacado que podía hacer eso? Rayos, si Yoongi o el mocoso conejo habían sido quienes le lavaban el cerebro, se encargaría de hacerles la vida miserable, nadie se metía con lo que era suyo, mucho menos con su vida doméstica. Manteniendo su pésimo humor, se levantó sin molestarse en ponerse las pantuflas, iría directamente a buscar al calicó para llevarlo a sus sábanas.

Caminando a paso decidido trató de agudizar su oído, quizás Park estaba viendo una película o algo así, pero no. Silencio. Fue directamente hacia la recámara del menor abriendo con aquel chirriante sonido, el rostro de Jung palideció, no había nada, no había nadie.

–¿Chimmy? – No perdió su tiempo y se dirigió hacia el baño, abriendo sin molestarse en tocar. Una vez más estaba vacío, su pecho se aceleró y su cuerpo tembló de ansiedad. No, no podía estar pasándole eso.

–¡Park Jimin! – Gritó con enojo, corriendo entre las habitaciones, buscando en cada rincón. -- ¡No es chistoso, Park! ¡Sal ya, maldita sea! –

Hoseok estaba furioso, sin embargo, bajo aquello había una sólida capa de miedo, desesperación, soledad, ¿por qué no tenía a Jimin a su lado? ¿En verdad lo había abandonado? No. Imposible. Sólo había una respuesta a ello, alguien se lo había llevado.


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¿En qué momento las cosas se habían vuelto de aquella manera? Las bolsas bajo los ojos de Jeongguk estaban inflamadas y de un violáceo tono, su piel se veía un tono más pálido y su ceño se mantenía fruncido en aquel infantil rostro. Se sentía casi tan mal como se veía. No lo culpen, era un adolescente que no había logrado dormir absolutamente nada en toda la noche, eran demasiadas preocupaciones para alguien tan joven. Su madre adoptiva parecía tener siempre la razón.

Un suspiro pesado salió de los finos labios del conejo mientras lavaba su cara con agua tan fría que enrojeció sus nudillos, necesitaba despertar, tenía que estar en todos sus sentidos para poder ayudar a Jimin. ¿Cómo era posible que nadie quisiese hacer nada? Su mandíbula se tensó una vez más, empero trató de relajarse prontamente, tenía que tener la mente tranquila para buscar una solución.

Todo era muy extraño, un tanto surreal. Jeon miró su reflejo en el espejo, a sus ojos se veía más maduro, ahora tenía una pareja, alguien le pertenecía y tenía que luchar por él, aun cuando nadie le ayudase, inclusive cuando no cumpliese la mayoría de edad aún. Sus orejas blanquecinas se elevaron y asintió para sí mismo, sonriendo de manera inconsciente al recordar al rubio. Le causaba gracia pensar cómo un simple gato había volteado su vida por completo en una simple semana.

–Eres increíble... – Susurró algo divertido para sacudir su cabeza un par de veces.

El sonido de la puerta siendo golpeada lo sacó de su ensoñación, para que por arte de magia volviese a ponerse de mal humor.

–¡Kookie! ¡Necesito entrar, es urgente! – Y la voz desesperada del tigre del otro lado, sólo lo hizo suspirar, iba a matar a Taehyung un día de esos... o al menos mordería los cables de sus consolas para que no pueda jugar en un buen tiempo.

– Todo tuyo. – El conejo salió y en su lugar, el de cabello gris ingresó corriendo. Ya era momento de salir y comenzar con su propio plan. Con o sin la ayuda de los Kim se encontraría con el calicó. Tendría un mísero abrazo del felino o dejaría de llamarse Jeon Jeongguk.


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No es que pudiese evitarlo, Jimin tenía el sueño ligero, casi como cualquier gato común, sus orejas se removían con el más mínimo ruido nocturno, frunciendo el ceño y removiéndose entre las suaves sábanas que no le pertenecía, terminó por despertarse sólo un par de horas luego de haberse quedado dormido. Una sensación de calidez lo invadió en cuanto sintió el delicioso aroma del conejo, olía a hogar, olía a chocolate, olía a cariño. Sus labios se curvaron en una sonrisa y su colita serpenteó de gusto ignorando la incómoda sensación pegajosa en su cuerpo.

El sonido continuaba propagándose de manera casi imperceptible, obligando al felino a sentarse en la cama y restregar sus ojos con ambas manos antes de estirar su cuerpo para levantarse. ¿Qué era aquello? La curiosidad comenzaba a comerse al delicado chico, por lo que rápidamente caminó hacia el baño de aquella habitación, abriendo el agua caliente de la ducha para quitarse la suciedad de manera rápida. Tras haberse quitado el collar, y con una toalla alrededor de las caderas volvió al armario de Kook sacando otra camiseta y con algo de vergüenza, un par de boxers oscuros, ¿no estaba siendo muy pervertido al vestir eso?

Pasó saliva de manera sonora alejando los calientes escenarios que atravesaron su mente antes de que deba darse una nueva ducha. Secando su humedecido cabello y orejas con la toalla, salió de la habitación siguiendo el repiqueteo y ¿una melodía?

Sólo a tres puertas de distancia, el rubio elevó sus triangulares orejas dejando la toalla reposar sobre sus hombros. ¿Esa era la voz de Yoongi? Con algo de temor abrió la puerta sólo unos centímetros, para poder ver a través de ella.

Min estaba sentado en el estudio de su casa, con una nueva melodía sonando, cantando suavemente frente a un micrófono y sus audífonos sólo sobre su oído izquierdo. ¿No se había ido a dormir al mismo tiempo que el felino? No. Su mente no estaba tranquila, por lo que aun estando ligeramente ebrio había optado por sacar sus emociones de la única manera que conocía, componiendo.

–Hol' up, hol' up niga eopneun i shiso wireul georeo, hol' up, hol' up niga eopneun i shisoeseo naeryeo – Los largos dedos del peli celeste tocaban en el teclado junto a la pantalla, antes de que diese por finalizada su nueva canción.

Al calicó se le había cortado la respiración, la capacidad musical de Yoongi era hipnótica, con tan sólo escucharlo por breves segundos su piel se había erizado, sus felinas orejas se mantenían alzadas sin intenciones de perderse una sola nota.

–Es de mala educación escuchar a las espaldas de los demás, Jimin. – Soltó Min sin voltearse, causando un sobresalto en el menor.

–¡L-Lo siento, Yoongi-hyung! –

–Está bien. – Un suspiro se soló por sus finos labios para que se quitara los audífonos y se ponga de pie, dejando la pieza musical sin guardar, quizás cuando estuviese en todos sus sentidos podría arreglarla y guardarla, quizás.

–No quería interrumpirlo, hyung. – Jimin bajó la mirada, enrollando su cola en su vientre.

–Ya dije que no importa. – El mayor volteó para acercarse al felino y arqueando una ceja tomar la toalla que éste tenía sobre su cuello, terminando de secarle el cabello. – No debes andar con el cabello mojado o te enfermarás y ahí sí que Hoseok me... olvídalo. – Suspirando dejó la toalla sobre la cabeza rubia para apartarse. – Ve a dormir. –

–Hyung. – El híbrido retiró la tela de su cabeza para sonreírle a su mayor. – No iré a domir hasta que hyung lo haga. – Contestó de manera sencilla. – Vamos a dormir, hyung. –

–Mierda. –

I'm gonna bite you [ KookMin ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora