Sofocación

1.4K 160 34
                                    

[[ Maratón: 1/4 ]]


Quizás toda su vida se resumiría a trabajar, la música había sido su primer amor y por seguro que sería lo único verdadero a lo largo de los años. Yoongi veía su reflejo en el baño de aquel lujoso restaurante, su rostro pálido contrastaba con el traje negro que llevaba puesto, su cabello cyan resaltaba de forma exagerada con los finos detalles de mármol, pero eso no le importaba en lo más mínimo. El agua fría corría de la llave abierta desde hace cinco minutos, era muy probable que alguien fuese pronto a golpear la puerta obligándolo a salir, sin embargo, por mucho que estuviese tentado no podría ocultarse más, qué hablar de salir corriendo. Definitivamente ya no era un mocoso.

Puso sus manos bajo el agua para después mojar un poco sus mejillas y respirar con profundidad, tenía que calmar sus nervios, ¿por qué estar ansioso en cualquier caso? Aquella cena no era más que un mero trámite, una estúpida formalidad, un par de palabras, estrecharse las manos, comer insípida langosta junto a un vino que costaba tanto como los relojes de todos los comensales y luego de eso irse para hablar por fin con Namjoon y Seokjin, con su madre, y aunque no quisiera con Jungkook.

Min secó sus manos y cerró por fin la llave del agua, sacando su móvil del bolsillo de su chaqueta, sólo para confirmar la respuesta del conejo. Bueno, un simple emoji de mano levantando el pulgar era más que suficiente para ellos, el menor estaba en conocimiento y de acuerdo en que él llegaría tarde por trabajo, así que no tenía nada de qué preocuparse.

Por fin salió del baño y regresó hacia el salón, acercándose al garzón que lo atendió en la recepción de aquel extraño restaurante. Fue escoltado en silencio, por entre las mesas, hacia un lugar un poco alejado y cubierto por un delicado biombo, donde se encontraba una mesa redonda para seis personas. Platos bancos, cubertería de plata, servilletas bordadas con hilo dorado, un mantel de seda, velas rojas y copas de cristal, no hacían nada más que hacerlo sentir intimidado.

Doyoung se encontraba sentado en una de las sillas, mientras que otro sujeto notoriamente extranjero estaba frente a éste, manteniendo una, por lo que se veía, amena conversación.

–Oh, Yoongi. – Dijo Jung poniéndose de pie para estrechar su mano. – Me alegra que hayas llegado a tiempo. –

–Mh. – Asintiendo, el más joven estrechó su mano y luego realizó la misma acción con el hombre que poseía una barba algo larga. – Min Yoongi. –

–Rick Rubin, para servirte. – Una sonrisa disimulada, se dibujó en el rostro del sujeto desconocido y sólo entonces Yoongi cayó en cuenta de a quién acababa de saludar. –Oh, por favor, tu expresión lo dice todo, pero no es necesario que digas nada, estamos aquí para hablar de ti, no de mí. –

El de cabellos celestes volvió a asentir para tomar asiento, mirando la expresión triunfal que poseía Doyoung.

–Rick estaba aquí por algunos trabajos discográficos y consideré que era buena idea que estuviese con nosotros en la reunión. – Admitió Jung.

–Para mí, es un honor estar aquí. – Dijo el extranjero. – Por cierto, mi coreano no es del todo correcto, así que pido disculpas de antemano. – Una risilla se le escapó.

Min se encontraba completamente absorto a todo. No podía creer lo que estaba viviendo, si bien sabía acerca de la larga carrera de producción del americano, que estuviese ahí le parecía un poco fuera de lugar, considerando que su firma prácticamente era para hacerlo debutar pronto como un rapero en américa, ¿tan asegurado tenía el éxito como para compartir con Rick Rubin? ¿Tanto poder tenía Jung Doyoung?

–Espero que no te moleste que esperemos un poco más, Yoongi. – Volvió a hablar Jung. – Aún hay un par de invitados que deben llegar, pero por su apretada agenda se tardarán un poco. –

I'm gonna bite you [ KookMin ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora