Negligencia

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Jimin y Jungkook se mantuvieron en silencio, en los brazos del otro a medida que la noche los cubría con su manto, cayendo en un profundo sueño sólo cuando los primeros rayos del sol amenazaban con pintarse en el horizonte. El sol anunciaba un nuevo día, uno que tal vez podría estar a tono.

Las cosas estaban demasiado tensas para todos desde la jornada anterior, luego de las lágrimas derramadas por Taehyung, éste optó por no volver a mostrar su rostro, saliendo del edificio sólo para subirse en silencio al automóvil de sus padres. Todos lo comprendieron, en especial Namjoon, quien no presionó a su hijo en lo más mínimo.

Los padres Kim aclararon un par de temas con Seulgi antes de marcharse del lugar, si bien, su preocupación por el calicó y lo que pudiese hacer el enojado Hoseok era grande, no había punto de comparación con la intranquilidad que les daba ver a su hijo en ese estado. ¿Deprimido? ¿Decepcionado? ¿Molesto? Los adultos no sabían que etiqueta ponerle a su actitud, sin embargo, si algo era seguro, es que estarían para él hasta que recobrase su alegría.

Para las féminas, las emociones no eran mucho mejores. Se sentaron en el sofá en medio del tétrico silencio por horas, contemplando el suelo alfombrado, buscando una señal para poder entablar aquella incómoda pero necesaria conversación.

–Creo que... sólo deberíamos ir a descansar. – Dijo por fin Kang. – Mañana veremos cómo sigue todo, ¿está bien? –

–Mh. – La castaña asintió débilmente. – Ve a la otra habitación, quiero dormir en el sillón hoy. – Pronunció con voz apagada.

–Oh. – Los orbes de la contraria se abrieron con exageración y pudo sentir como su corazón se destrozaba. Definitivamente había terminado su historia de amor. – Bien. – Respondió inhalando con profundidad. – Mis brazos estarán abiertos para ti y lo sabes. – La sonrisa de la pelinegra denotaba su tristeza.

Poniéndose de pie, acercó su rostro al de la híbrida dispuesta a rozar sus labios con los contrarios, mas en cuanto ésta ladeó su cara dio todo por terminado.

–Buenas noches. – Pronunció la de cabellos azabaches, tratando de no llorar para dirigirse hacia la habitación que escucharía sus lamentos por las horas que quedaban.

Las horas pasaron de manera tortuosa para todos los involucrados, y sólo en cuanto el amanecer apareció, es que la híbrida se puso de pie. Sus mejillas se habían hinchado y estaban húmedas producto de su llanto silencioso, la vida de los híbridos no era justa y lo sabía, sin embargo, a lo largo de su existencia jamás pensó que sería a tales extremos.

Sus pequeños pies avanzaron en silencio por el departamento, moviendo sus redondeadas orejas en búsqueda del mínimo ruido. Nada. Sus invitados y su dueña estaban durmiendo, lo que dibujó una melancólica sonrisa en sus labios. Quedó de pie en medio del pasillo, fuera de la puerta cerrada donde estaba su salvadora durmiendo, la chica que llenó su mundo de color por varios años, quien le enseñó que su existencia valía, quién la amó sin restricciones.

–Perdóname, Seulgi. – Su mano tocó la fría madera con delicadeza. – De verdad quería amarte sólo a ti. – Pero sabía que la brecha de desear algo y hacerlo era enorme.

El camino se hizo corto. Sin titubear, la chica salió del departamento y del edificio, cruzando la calle y caminando sólo un par de cuadras antes de detenerse. ¿De verdad quería hacerlo? Su pecho apretado era la respuesta. Mordiendo su labio inferior ingresó a la estación del metro, pagó por un boleto y fue directamente hasta el andén.

Un minuto. Sesenta segundos. El sonido del tren acercándose fue lo que motivó a sus músculos, el murmullo de los madrugadores de pronto se acalló en su mente, y con la mirada fija, la híbrida corrió y saltó.

I'm gonna bite you [ KookMin ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora