Emociones nauseabundas

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Tanto Jeongguk como Taehyung trataban de recobrar el aliento, cerciorándose de mantenerse ocultos detrás de esas cajas apiladas en aquel callejón. El calicó lloraba desconsoladamente, abrazándolos a ambos como si su vida dependiese de ello, y es que, después de ver como su dueño golpeaba coléricamente a quién alguna vez fue su amigo, lo último que esperaba era que lo sacaran de ahí las personas que más necesitaba ver.

El conejo se sentía completo al estar entre los brazos de Jimin, todas sus dolencias y ansiedad desaparecieron al instante, en un acto casi mágico. Cerrando sus ojos, movió su mejilla contra la del más bajito mientras su esponjosa colita se sacudía con alegría.

Por su parte el tigre temblaba de felicidad, conteniendo sus ganas de rugir por pura emoción, tenían que ser silenciosos, no quería arruinar el plan y tener que despedirse tan rápido, además, por lo poco que alcanzaron a ver, de seguro nada había acabado de una buena manera. ¿Realmente Hobi y Yoongi podían llevarse así de mal? Sus redondeadas orejas se sacudieron un par de veces, para que llevase su diestra a la espalda del otro felino, tenía que hacer que Chimchim se calmara, o de lo contrario no podrían seguir ayudándolo.

–T-Te...te necesitaba tanto. – Sollozó el rubio con bajando sus orejas tricolores.

Las mejillas ambos chicos se pintaron de rojo y una sonrisa boba se dibujó en sus labios, el sentirse amados por Park era algo que llenaba sus jóvenes corazones, sin embargo, aquellas palabras iban secretamente dirigidas al castaño. Porque era verdad, necesitaba ciegamente a su pareja, con cada segundo creía que no lograría sobrevivir, la distancia comenzaba a afectarle de pésima manera, y no, no es que no requiriese de Taehyung, lo extraño con el alma, no obstante, el sentimiento no poseía punto de comparación.

La agitación del felino y el estrés producto de lo vivido terminaron por marearlo lentamente, su pulso fue bajando lentamente a medida que sus músculos perdían fuerza.

–¡Se desmayó! – El menor lo tomó por la cintura con ambos brazos para evitar su impacto contra el suelo.

Kim gruñó preocupado, mirando hacia la entrada de la callejuela, caminando hacia allá sin saber muy bien qué hacer. Devolviéndose enseguida, vio como el conejo se sentada en el suelo, haciendo que la cabeza de Jimin quedase reposada sobre sus muslos.

–¿Ahora qué hacemos? – Cuestionó el castaño con las orejas apegadas a su cabellera.

–N-No lo sé... – Respondió con honestidad el tigre. – No sé si debamos ir al auto... papá Nam o papá Jin debía avisarnos o venir por nosotros. –

La cola rayada del peligris se movió de un lado hacia otro, mordiendo su labio inferior. ¿Qué más podía hacer un par de adolescentes híbridos? ¿Ir por un policía? ¿Llamar a una ambulancia? No. Porque por mucho que las leyes hayan cambiado, la esencia seguía siendo la misma, y ellos dos no podrían hacer nada más que esperar. 


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Doyoung no estaba para nada feliz, prácticamente había tenido que regresar sobre sus pies en menos de quince minutos, ¿cómo era posible que su hijo le causara tatos problemas? Maldita había sido la hora en la que se había acostado con Jihyo y había terminado por darle su apellido a ese bueno para nada. ¿Tanto le costaba cumplir su parte del trato? ¿Tan complicado podía ser mantenerse al margen luego de haberle pedido tantos favores?

El ceño fruncido del empresario no pasó desapercibido para nadie al interior del restaurante, si su presencia por si sola era intimidante, en ese instante, hasta quienes no lo conocían temían por su futuro. No se dejó escoltar, no esperaba causar un alboroto todavía mayor.

I'm gonna bite you [ KookMin ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora