Revelación

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Jimin suponía que la situación mejoraría, y es que al despertar entre los cálidos brazos del castaño quería ser un poco optimista. La pareja por fin estaba donde pertenecía, junto al otro, en un íntimo espacio, compartiendo no sólo toques sutiles sino también los sentimientos guardados en lo más recóndito de sus corazones. El felino ronroneó gustoso en el cuello contrario, embriagándose con el aroma de Jungkook, sin intenciones de soltarlo, aun cuando el menor se removiera ligeramente a medio despertar. No era su culpa, sencillamente era incapaz de controlar tanta felicidad en su menudo cuerpo.

El sol brillaba detrás de las cortinas de aquella habitación, suponiendo que tal vez ya era algo así como las diez de la mañana, definitivamente era un buen momento para levantarse, es decir, no podían quedarse en cama cuando aquella ni siquiera era la casa de alguien cercano, no podían causar tantas molestias.

–Kookie. – Susurró el calicó en el hombro del más alto, entregando castos besos en la parte de piel expuesta. – Debemos levantarnos... hay que hacerlo. – Continuó hablando bajito.

Jeon se quejó con levedad, bajando sus largas orejas para bostezar aun a ojos cerrados.

–Jimin. Mh.... – Sus brazos rodearon la cintura ajena con fuerza y sonrió para acercar su rostro a una de las orejas tricolores ajenas y dar una coqueta mordida.

–Kookie. – Le regañó el felino, erizándose un poco con las mejillas notoriamente ruborizadas. No era el instante para ese tipo de acercamientos. – Conejo pesado. – Refunfuñó, tratando de apartarse.

–Oh, vamos... cinco minutos más.—

–No estamos en una casa conocida, Kookie... debemos levantarnos. –

El notorio tono nostálgico del mayor alertó al conejo, quien tras suspirar deshizo el agarre en su amante, para sentarse lentamente en la cama.

–Sí... tienes razón. –

Ambos híbridos no tardaron en ponerse de pie, ordenando a su alrededor, moviendo las orejas en busca del más mínimo sonido que les indicara qué podrían estar haciendo las dueñas del lugar, sin embargo, por más que se esforzaban en localizar algo, sólo podían sentir silencio.


🐾🐾🐾🐾🐾



Seulgi no pudo descansar en absoluto. Sí, luego de llorar por horas cayó dormida sin siquiera notarlo, no obstante, las imágenes horribles que sólo arrastraban soledad hicieron que despertara de golpe en la fría cama, estando sudada producto de la ansiedad. Absteniéndose de continuar derramando lágrimas, se levantó ignorando la suciedad pegada a su cuerpo.

Contempló la cama deshecha y el reloj digital en la mesita de noche, eran un poco más de las ocho de la mañana. Estaba sola y no quería aquello, necesitaba a Irene, incluso si la contraria parecía no desear su compañía.

Sus pies se movieron por sí solos, saliendo de la habitación para ir en dirección al salón. No había ruido, al parecer todos continuaban durmiendo. O casi.

Los orbes de la pelinegra se abrieron con exageración y su cuerpo tembló en cuanto notó el salón vacío. Irene no estaba. Presa del temor, no se molestó en ser silenciosa, prácticamente corriendo a cada parte del departamento, en búsqueda de la castaña, sin embargo, no importaba en qué rincón mirara, la híbrida no estaba. ¿Habría salido? ¿Dónde? Era demasiado temprano para hacer cualquier cosa, además, la chica tampoco era alguien de mañanas. Lo viese de donde lo viese, aquello no estaba bien.

I'm gonna bite you [ KookMin ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora