Capítulo 1. Si quieres algo, ve por ello y punto

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Enero 2019, Madrid

El día del discurso

- Muy buenas noches y, de nuevo, gracias por venir. Mi nombre, para quien no me conozca, es Juan Carlos Abad y soy profesor de esta Universidad. Creo que de todos los invitados de hoy, mi favorita es la siguiente, que me disculpe el resto.

Tiene 26 años y seguro que han escuchado hablar de ella en términos como "mujer hecha a sí misma", "gurú de las finanzas", "la próxima Mark Zuckerberg" o, mi favorita: "la gallina de los huevos de oro de la informática". No sé cuál será su preferido, pero a mí me gusta llamarla "amiga".

Empezó en el desarrollo informático no sé si por inconsciencia o por casualidad, pero tiene a sus espaldas varias apps que, en España, casi igualan en descargas al propio Facebook. Con unos ingresos netos de 72 millones de euros sólo el año pasado y habiéndose convertido en algo más que en una de las jóvenes promesas de las aplicaciones móviles, hace un año y medio decide invertir los beneficios de todo esto en colaborar con esta Universidad en un proyecto pionero, un proyecto de "pequeñas inversiones en grandes ideas", como le gusta llamarlo a ella, concediendo apoyo económico, legal y logístico a varios de nuestros estudiantes para que consiguiesen hacerse un hueco en ese mundillo, en el que ella ya se mueve como pez en el agua.

No quiero entretenerme más porque no me gustaría que cuando ella subiese al escenario, estuvieseis todos dormidos, así que, sin más preámbulos... por favor, recibimos con un fuerte aplauso a... ¡¡¡Alba Reche!!!

Cogiendo una última bocanada de aire, la pequeña rubia se pone en pie y sin girarse para despedirse de sus acompañantes, para evitar los nervios de última hora, se dirige a paso rápido hacia el escenario, al que sube, saltando los escalones de dos en dos. El cambio de vestimenta en el último momento le había servido para sentirse más cómoda, aunque reconocía que era mucho más impactante el traje de chaqueta negro con las solapas brillantes y los tacones de infarto que le había preparado su asistente.

Los acontecimientos de los últimos días la habían hecho optimizar en el vestuario y buscar algo con lo que sentirse realmente... ella. Puede que los beneficios de su empresa llegasen a los 72 millones anuales, puede que ahora viviese en una casa con piscina y que cada poco tiempo la llamasen de la radio o algún aburrido canal de economía para dar una charla, pero necesitaba, de alguna forma, reconectar consigo misma. Por eso había elegido unas zapatillas planas de color blanco, unos vaqueros, una blusa ancha a juego con el calzado, y una americana, que se había remangado hasta casi el codo.

Sin más preámbulos, la rubia se acerca al atril, se gira y se enfrenta al público que llena el auditorio.

- Buenas noches, voy a intentar ser breve para que todos podamos abalanzarnos sobre los canapés que sacan después.

Alba, mientras esboza una sonrisa, mete una de sus manos temblorosas en el bolsillo de la chaqueta para alcanzar un papel, aunque se queda quieta unos segundos y acaba sacando de nuevo la mano vacía.

- La verdad es que traía preparado un discurso increíblemente motivador y entusiasta que, por supuesto, ha preparado mi maravillosa asistente... te quiero, Sab... pero he decidido no leerlo y voy contaros mi historia, directamente.

La rubia levanta ambos brazos para apoyarse en el atril, quedando casi colgada de él, debido a su altura.

- ¿Sabéis qué? Tampoco voy a usar esto - Alba alcanza uno de los micrófonos de la plataforma y se aleja de aquel mueble monstruoso que la hace sentir como una habitante de Lilliput - Empiezo un poco por el principio, aunque debo avisaros de que mis comienzos fueron un poco... diferentes.

La pequeña se acerca al borde del escenario, en el que se sienta tranquilamente y hasta donde la siguen los focos que le habían preparado como iluminación.

To And Fro | AlbaliaWhere stories live. Discover now