Capítulo 18. You don't matter enough to upset me

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Madrid, 2013

Alba no había dormido más de dos horas esa noche, aunque jamás lo admitiría delante de nadie, volver a ver a Natalia la había revuelto un poco por dentro. Es cierto que no habían tenido un contacto diario, pero la morena se las había arreglado para que no se sintiese abandonada nunca, a pesar de ser justo eso lo que la navarra había hecho, abandonarla. Con el tiempo, más tiempo del que a ella le hubiese gustado, Alba había llegado a entender el porqué de aquella huida, aunque no por eso fue más fácil superarla.

Ahora estaba preparada para dejar que Natalia volviese a formar parte de su vida o, al menos, preparada para volver a tenerla cerca sin ganas de matarla o reprocharle algo. Era más que probable que nunca recuperasen aquella complicidad propia de una pareja que, al fin y al cabo, es lo que acabaron siendo, pero al menos, podrían pasar tiempo juntas y ponerse al día.

Diez minutos después de lo acordado, la rubia se decide a bajar al portal, en el que suponía que ya la estaría esperando Natalia. Los últimos segundos en el ascensor los dedica a retocarse el maquillaje y el pelo. No es que estuviese especialmente interesada en que la morena la encontrase guapa... bueno, en realidad un poco sí.

Cuando sale a la calle, una ligera brisa le produce un pequeño escalofrío y, tras unos segundos mirando al suelo para no caerse al bajar las escaleras del portal, Alba levanta la vista para encontrarse con ella. Está sentada en un scooter que parece tener más años que la propia Natalia, lleva unos pantalones vaqueros ajustados, unas zapatillas altas y una chupa de cuero tan entallada que deja poco lugar a la imaginación. Lleva el casco colgado del codo, por lo que la rubia puede ver como su pelo ondea producto del viento, dándole una imagen aún más novelesca.

- Hola, pequeña – susurra cuando Alba está a un metro escaso de ella.

- Hola – contesta de vuelta, mientras se muerde nerviosa el labio inferior.

- Estás increíble – la morena recorre despacio el cuerpo de la rubia, repasando con cuidado el mono verde que ha elegido y, sobre todo, la camiseta escotada que lo acompaña.

- Gracias – responde tímidamente, sin despegar aún los ojos de aquella cara que volvía a tener delante después de tanto tiempo.

Tras unos breves segundos en los que parecen estar teniendo una conversación sólo con la mirada, Natalia apoya el casco en el asiento de la moto y cubre la distancia que las separa, cogiendo a Alba de las manos y tirando de ella hasta que queda pegada a su cuerpo. En un acto reflejo, la rubia enrosca sus brazos alrededor del cuello de la navarra y se sumerge en él.

- Te he echado de menos – esta vez y, contra todo pronóstico, es la morena la que deja escapar esas palabras provocando que la pequeña salga de su escondite y la mire divertida.

- ¡Ey!, esa era mi frase – protesta, recordando todas aquellas tardes que había ido a buscarla a la estación de autobuses.

- Lo sé – aunque primero le muestra una sonrisa sincera, poco a poco, el gesto se va volviendo más serio, al acordarse de lo que venía después de aquello.

Sin poder evitarlo, los ojos de Natalia viajan de forma inconsciente hasta los labios de la rubia que, al darse cuenta de esto, levanta una de sus manos para acariciarle la mejilla.

- ¿Nos vamos? – pregunta mientras libera a la otra de su abrazo.

- Por supuesto, ¿dónde quieres ir? – la morena se vuelve rápidamente y sacando un casco más, se lo ofrece a Alba – yo acabo de llegar y ya nada está donde estaba antes, así que tú eliges.

- Pues... había pensado... hay un sitio en el que ponen unas pizzas de muerte... - ofrece tímidamente.

- Perfecto, monta – la amplia sonrisa de Natalia es todo lo que necesita calmarse, a fin y al cabo, eran solo ellas, las mismas de siempre.

To And Fro | AlbaliaWhere stories live. Discover now