Capítulo 31. The sky's awake, so I'm awake

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Septiembre 2019, Madrid

Tres semanas después de la pelea por el dinero.

-       ¡Pegote! – Alba entra por la puerta cargada con varios dossiers que debe leerse para el día siguiente, aun así, ha decidido salir antes para poder ir a comer a casa - ¡Pelusa!

 Al no recibir respuesta, deja las cosas en el armario de la entrada y se adentra en la casa, siguiendo la música que parece venir de la cocina y, sorprendida por no encontrar a su hija jugando en su cuarto o en el jardín, se acerca sin hacer mucho ruido.

-       ¡JEEELL!... ¡JEEELLL!... ¡JEEEEEEEELLL!  - aunque al principio no identifica los gritos de la pequeña, tras unos segundos, Alba reconoce la canción de fondo, es "Help!", de los Beatles, su padre solía ponerla siempre en el taller.

Cuando llega la estrofa, la pequeña bailotea por la cocina mientras tararea la melodía, aquella escena le recuerda a su infancia y, muy en el fondo, agradece que la misma persona que estuvo ahí para ella, sea ahora la que apoya a la pequeña Natalia para que consiga perderle el miedo a todo lo desconocido.

Justo en el momento de máxima expresión musical, la niña da un golpe en la mesa, dejando caer un par de zanahorias ya peladas.

-       ¡Chef! – la voz de la navarra se alza por encima de la música - ¿has tirado la comida al suelo?

A Alba no le hacía falta ver la cara de su hija para saber que en ese momento tenía que estar haciendo un puchero y a punto de empezar a llorar, pero justo cuando va a entrar a la cocina para consolarla, vuelve a escuchar a la morena.

-       Ey, no pasa nada, ¿vale? – Natalia baja el volumen de la música y se agacha delante de la pequeña, recogiendo el estropicio.

-       Pero se ha caído al suelo... - dice la niña, aún apenada.

-       Ya... ¿no te ha explicado mamá la regla de los diez segundos? – al no recibir respuesta, decide continuar – Verás, si se te cae algo al suelo y lo recoges muy rápido, no hay que tirarlo.

Natalia lleva las zanahorias al fregadero y las enjuaga con agua.

-       Pero se ha caído al suelo – contesta la pequeña poniendo cara de asco.

-       Pero ya están limpias – responde con una sonrisa.

-       Pero han estado en el suelo – dice, como si explicar aquello fuese una tontería.

-       Ya... bueno... y ¿dónde te crees que se cultivan las zanahorias? – explica sonriendo de nuevo.

La niña se lleva la mano a la cabeza y se rasca, intentando que todo aquello tenga algo de sentido, provocando que su madre, aún tras la puerta, tenga que controlar la risa.

-       ¿Vas a querer una o no? – pregunta la navarra, que se lleva una zanahoria a la boca y le da un mordisco.

-       ¡Puagg! – el gesto de la pequeña, que deja caer la cabeza hacia atrás, llevándose las manos a la frente con mucho dramatismo, hace que Alba se decida a salir de su escondite para poder disfrutar de aquel intercambio.

-       ¡Ey!, ¿qué está pasando aquí? – dice entre risas.

Pero la llegada de la rubia pilla por sorpresa a las dos cocineras, que se asustan, poniéndose firmes, como si las hubiese llamado al orden un sargento de la guardia civil. Era casi tan divertido ver la cara de susto de su hija, como aquella especie de cocinera de metro ochenta tan tiesa. La niña busca una salida rápida y señala a la adulta.

To And Fro | AlbaliaOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz