Capítulo 36. Hable con ella, cuénteselo

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Octubre 2019, Madrid

Dos semanas después de salir de fiesta.

- ¡Madre mía!, ¡pero si ya estás aquí! - exclama Alba al entrar en el restaurante y ver a Julia sentada ya en la mesa que había reservado.

- ¡Fíjate!, ¿cómo te quedas? - responde la otra con una sonrisa mientras se pone en pie para darle un abrazo.

- Pues no sé si alegrarme o asustarme - contesta dejando un beso en la mejilla de su amiga al retirarse.

- Venga ya, los almuerzos de los jueves son lo mejor que tienes apuntado en tu agenda - protesta la gaditana.

- Eso sí es cierto - dice entre risas, aunque con ellas no consigue convencer a su amiga.

Media hora más tarde, ambas comen tranquilas, charlando del trabajo, de la familia o de los tonteos de Julia con algún médico de su hospital.

- Bueno, y ¿vamos a seguir esquivando el elefante? - pregunta la morena de repente.

- ¿Qué elefante? - responde la otra un poco perdida.

- El que está sentado a la mesa, aquí con nosotras - dice, señalando la silla vacía junto a Alba - ya sabes, un elefante de metro ochenta, lleno de tatus... ojos atigrados... con cara de perrito manso cuando te tiene delante... que puedo seguir si quieres, vaya.

- Vale, ¿de qué quieres hablar? – pregunta viendo que aquello no va a poder esquivarlo.

- ¿Qué coño ha pasado para que os estéis evitando? – ataca rápidamente la otra viendo su oportunidad.

- No nos estamos evitando – niega la rubia de forma no tan creíble como ella esperaba.

- Venga, Alba, que aquella anda por la casa como alma en pena y no la había visto mirar tantas veces el móvil ni cuando llamaban de la tele para regalar dinero – protesta la gaditana.

- Pregúntale a ella, Julia, pregúntale tú porque yo no entiendo nada – contesta la otra, frotándose la sien, aquello le empezaba a dar dolor de cabeza.

- ¿Por qué no os sentáis y habláis como personas adultas? – pregunta la morena.

- ¿Sentarnos? la he llamado, le he mandado mensajes y lo único que he conseguido es que me aleje cada vez más – explica la otra indignada – Ahora tengo a Sabela recogiéndome a la niña del colegio porque ya hace lo que sea para no verme.

- ¿Ha dejado de ver a la enana? – pregunta preocupada ya que aquello sí que no era propio de Natalia.

- Bueno, no viene a verla, pero la llama todas las tardes y juegan a juegos online o escuchan música, se pasan las horas muertas así – explica la otra, algo molesta – Pero yo ya no sé qué hacer para que hable conmigo.

- Pues oblígala, Alba, si ella es incapaz de moverse en ninguna dirección, oblígala – insiste la otra.

- Otra como María, pero ¿cómo la voy a obligar, Julia?, ¿a qué? – contesta empezando a enfadarse – Si es que no me cuenta nada, no sé qué decirle, no sé qué quiere que haga, lo único que hace es pedirme tiempo, pero no hace nada, da un paso adelante y ciento veinte para atrás.

- ¿María?, ¿cuándo has visto tú a María? – pregunta confusa.

- Eso no te lo ha dicho tu amiga, ¿no? – responde con media sonrisa – me fui de fiesta con ella y las chicas, todo iba bien, estábamos genial... joder, estábamos... estábamos como antes, era otra vez Natalia, mi Natalia y de pronto...

To And Fro | AlbaliaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt