Capítulo 9. To me you are perfect

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Valencia, 2009

Cualquiera que hubiese visto a Natalia correr aquel día habría apostado por que, a pesar de ser totalmente imposible, a la chica la perseguía una horda de zombis deseosos de su sangre. Había robado uno de los dos coches de los que disponía la casa de acogida sin ni siquiera haber colgado el teléfono con Alba, y sin pensárselo dos veces, había emprendido la marcha hacia Valencia sin importarle lo más mínimo las posibles consecuencias de sus actos.

La pequeña prácticamente no había tenido que decir nada, sólo el hecho de haberla escuchado llorar al otro lado de la línea había parado en seco el corazón de Natalia, que había aprovechado que las monjas estaban ocupadas recogiendo aún el salón tras la cena de Nochebuena, para "coger prestadas" las llaves del coche y salir sin que nadie notase su ausencia.

Como era una descerebrada, pero no idiota, había corrido hasta la habitación de la hermana Dolores para dejarle una nota avisándola de que Alba la necesitaba y que por eso tomaba prestados tanto el coche, como el teléfono móvil de la monja.

Tardó un tiempo récord en llegar a Valencia, en concreto a la estación de autobuses, lugar en el que la esperaba la rubia.Una vez allí, había aparcado sobre la acera en el primer sitio que había visto y se había bajado a buscarla.

- Madre mía, esta juventud va corriendo a todos sitios - protesta una señora mayor a la que la navarra casi tira al suelo al entrar al edificio.

- ¡Lo siento, abuela! - grita la chica, que ya está a varios metros.

Natalia frena en seco, buscando a su amiga, mientras intenta recuperar el aliento, recorre varias veces el edificio sin dar con ella hasta que se le ocurre que puede estar escondida en alguno de los baños. Justo en el momento en el que se mueve camino de los servicios, un grupo grande que hacía cola en una de las taquillas se mueve dejándola ver a una Alba abatida, sentada en un banco, con los pies apoyados en el asiento, abrazándose las piernas.

- ¡Albi!, ¡Albi! - la llama mientras corre hacia ella.

- Nat... - susurra la otra que levanta la vista para encontrarse con su amiga.

- Albi, ven aquí - la chica se sienta junto a ella, y tira de uno de sus brazos para abrazarla a su cuerpo.

La rubia coloca sus piernas sobre las de Natalia y se deja mecer por ella, que le acaricia el pelo tranquila mientras le susurra al oído para que se calme.

- ¿Quieres contarme qué ha pasado? - pregunta mientras saca un pañuelo limpio del bolsillo de la americana que lleva puesta.

- He ido a cenar con Víctor y sus padres... - Alba empieza a llorar y siente los brazos de su amiga rodearla con más fuerza - después de la cena hemos ido a su cuarto...

Aunque intenta que la rubia no lo note, lo que empieza a viajar por la cabeza de la navarra la pone tensa, el simple hecho de que aquel imbécil pudiera haberle hecho algo...

- Empezamos a besarnos y todo iba bien... - la pequeña hace una pausa porque no consigue hablar debido al llanto - ha intentado... ha intentado...

- ¿Qué es lo que te ha hecho, Albi? - pregunta amable Natalia aunque por dentro está pensando en mil formas diferentes de provocarle a aquel niñato una lenta y dolorosa muerte.

- Ha intentado... yo no me he dejado... y me ha dicho que soy una estrecha y que está cansado de mí - explica la rubia entre lágrimas.

- Tú no has hecho nada malo, ¿vale? - dice retirándose para mirarla a los ojos - Es él el que es un capullo que no te merece.

- Pero...

- Pero nada, Alba, si quiere echar un polvo que salga con alguien de su edad o que pague una puta - protesta la otra algo enfadada - Si le has dicho que no es que no y punto.

To And Fro | AlbaliaWhere stories live. Discover now