Capítulo 48. A battle will never be fair

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Junio 2020, Madrid

Seis meses después...

- Pegote, ¿has terminado los deberes? – pregunta Natalia mientras usa el recoge-hojas para sacar de la piscina la pelota que había lanzado allí uno de los gatos.

- Sí, ¿podemos bañarnos ya? – responde mientras llega corriendo con un montón de papeles en la mano.

- Bueno, anda, ¿quieres que vaya a ayudarte con el bañador? – dice, aun conociendo la respuesta.

- ¡No!, yo puedo sola – contesta orgullosa, mientras sale corriendo camino del interior de la casa.

La navarra no puede evitar que una sonrisa se le dibuje en la cara al ver correr aquellas piernecitas tan pequeñas... estaba claro que la niña había sacado aquellos gestos de su madre.

- Mamá, ¿quieres darte un baño? – pregunta a la monja, que está sentada en una de las tumbonas, con un gato en el regazo.

- No, hija, pero tráeme un cubito de la ducha – responde la mujer.

La morena, recogiendo por el camino un par de juguetes de la niña, rellena un pequeño cubo con agua fresca y vuelve con la monja. Muy despacio, ayudándose del cubo, refresca la cara, el cuello y los brazos de la mujer, que disfruta de los cuidados sin quitarle ojo.

- ¿Cómo te encuentras hoy? – la pregunta de la señora, pilla a la morena por sorpresa.

- Ehm... bien, bien, estoy bien – responde algo más nerviosa de lo que se esperaba.

- ¿Has hablado con Alba? – continua la monja, consciente de la causa del malestar de la que considera su hija.

- No, ella... lleva todo el día encerrada en su despacho – explica aquella verdad a medias – no he querido molestarla.

- Natalia, habla con ella, la estás asustando – pide la mujer, bastante más seria.

- No, es que tiene mucho... mucho trabajo y... - cuenta, intentando no preocuparla.

- Tiene tanto trabajo que ha estado toda la noche paseándose por el pasillo, decidiendo si entrar o no a tu habitación – protesta decidida a acabar con aquella tontería.

- ¿La has oído? – pregunta preocupada.

- Y tú también, ¿por qué no has salido a por ella? – contesta la mujer.

- Yo... - las palabras no consiguen salir de su boca.

- ¡Mamá!, ¡mamá, mira! – la voz de la niña, que aparece corriendo por la terraza camino de la piscina en la que está a punto de lanzarse, interrumpe la conversación - ¡bomba!

Esperando por si Alba aparecía detrás de ella, Natalia mira la puerta de la terraza por la que no sale nadie más... había pasado de nuevo. En alguna que otra ocasión, en mitad de algún juego o de un ataque de cosquillas, la pequeña se había referido a Natalia como "mamá". La primera vez que había pasado, en cuanto la niña había sido consciente, había corrido a su lado para pedirle perdón... como si aquello pudiera molestarla.

- Nat, ¡Nat! – aquella rubia mellada sale de la piscina tan rápido como se lo permiten sus piececillos y se acerca corriendo - ¡báñate conmigo!

- Yo... ehm... voy, voy a por el bikini, ¿vale? – dice, poniéndose en pie más como un autómata que como una persona - ¿me esperas aquí fuera con la Loles?

Sin esperar la respuesta de la niña se dirige al interior de la casa, sin ser capaz de encontrarle sentido a nada.

- Buela, ¿tú no te bañas? – escucha la voz de la pequeña a lo lejos.

To And Fro | AlbaliaWhere stories live. Discover now