Capítulo 34. I'll stay close

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Octubre 2019, Madrid.

El día después del beso.

Aunque aquel día tampoco había sido especialmente complicado para la rubia, ya que tan sólo había tenido un par de reuniones ligeras y algo de papeleo, aquella mañana había salido con su ropa de la suerte para días importantes. Aquel traje de chaqueta negro de raya diplomática era el de las firmas de contratos millonarios, el de las reuniones en las que se decidían los siguientes movimientos estratégicos de la empresa.

Lo llevaba perfectamente combinado con una blusa blanca semitransparente, lo suficientemente atrevida como para no pasar desapercibida pero no tanto como para que dejasen de mirarla a la cara. Había elegido un maquillaje suave que resaltaba sus ojos y un poco de brillo en los labios.

- Vaya, ¿qué teníamos para hoy? - pregunta Sabela al verla llegar con aquel conjunto, mientras saca su móvil del bolsillo para ojear el calendario.

- Nada, es que tengo una montaña de ropa para lavar y sólo he encontrado esto - contesta intentando que no se le note mucho.

"Mentira, te has puesto esto porque sabes que Natalia estará en casa cuando llegues y estás intentando aparentar toda la seguridad que no tienes", se corrige a sí misma sin decir nada en voz alta.

- ¿Una montaña de ropa? - la gallega se huele algo raro ya que, de no tener nada que ponerse, la rubia siempre elegía unos vaqueros cualquiera y una camiseta.

- Sí, es que ayer se presentaron en casa mi madre y mi hermana, y me tuvieron liada toda la tarde - responde.

"Mentira, te pasaste la tarde flotando en una nube, pensando en los brazos de cierta persona enroscados en tu cuerpo", vuelve a recordarse, y niega levemente con la cabeza, "mírate, pareces una adolescente".

- ¿Estás bien, Alba?, ¿va todo bien en casa? - pregunta su amiga, que empieza a preocuparse.

- Sí, sí, todo bien - contesta rápidamente mientras revisa todos los papeles para firmar que tiene en la mesa - tengo un montón de trabajo para hoy.

- Si no te empeñases en tutorizar tú misma a todos los mocosos de la universidad... le regaña la otra.

- Déjame, sabes que me hace ilusión - protesta la pequeña.

- Alba Reche, patrona de las causas perdidas – la pica su amiga, volviendo a sentarse en su escritorio – Por cierto, hablando de causas perdidas...

Al notar la frase a medias de Sabela, la rubia levanta la cabeza de los papeles para encontrarse con ella.

- ¿Qué tal vas con Carlos? – pregunta la gallega, intentando disimular la preocupación que siente.

- Pues... muy bien, nos hemos estado viendo de nuevo – cuenta, intentando evitar dar explicaciones.

- ¿En serio? – contesta incrédula.

- Sí, estamos... hablando de nuevo – justo en ese momento, se da cuenta de que el catalán sigue esperando una respuesta para su proposición de pasar el fin de semana fuera, los tres juntos – De hecho, me acabas de recordar que tengo que llamarle.

- Vaya, muy bien – dice asombrada la otra

Puede ser que no tuviese muy claro lo que había pasado la tarde anterior con Natalia, que todo aquello fuese un espejismo, incluso que la navarra ya hubiese huido camino del Tíbet, pero si algo tenía más o menos claro, es que no quería hacerle daño a Carlos. El chico siempre se había portado bien con ella, y con la niña, a pesar de los desplantes de ésta, y no se merecía que le engañase, ni le tuviese esperando a ver cómo solucionaba el resto de sus asuntos.

To And Fro | AlbaliaDove le storie prendono vita. Scoprilo ora