Capítulo 2. ¡¡¡Aaahhh!!!

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Enero 2019, Madrid

Un día antes del discurso

- Venga, Eilan, pásame un poco, tía, te prometo que te lo pago mañana.

- Que te he dicho que no, joder, haz el favor de irte a dormir la mona, Fabián – protesta la chica.

- Vamos, tronca... - el chaval, tambaleándose, se acerca a ella y la coge por el brazo.

- Fabi, tío, que te vayas a tomar por culo, mira cómo vas y casi es de día aún – la morena, nerviosa, se acerca al borde de la carretera - ¡Taxi!

Unos segundos después un coche para junto a ellos y ella le obliga a subir.

- ¿Puede llevarle a su casa?, está aquí al lado – le pregunta.

- No, no, si tú no vienes no, yo no recojo borrachos – contesta el taxista, bastante borde.

- Oh, vamos – se queja ella - ¿sabe qué?, tome, creo que con esto es más que suficiente.

La morena saca un billete de cincuenta euros del bolsillo de sus pantalones y se lo ofrece al hombre.

- Pero asegúrese de que entra al portal, no quiero volver a verle por aquí – le indica, antes de que el taxista asienta levemente con la cabeza y se aleje con el coche sin despedirse.

Tras ver como el taxi gira la esquina, la chica se apoya de nuevo en la pared del local, uno de los garitos de moda de Madrid, y se enciende un cigarro que llevaba detrás de la oreja.

- Eres la peor camello que he visto en la vida, canija, no sólo no le vendes sino que además te gastas el dinero en mandarle a casa.

La morena reconocería aquella voz en cualquier sitio, por lo que no tuvo ni siquiera la necesidad de girarse para contestarle.

- Vete a la mierda, Dave – responde echando lentamente todo el humo que ahora invade sus pulmones – No es el tipo de cliente que me interesa, éste no tiene donde caerse muerto y los niñatos de la discoteca me pagan tres veces más por la mitad de mierda que se mete él.

- ¿Cuándo has vuelto, Eilan? – pregunta mientras se apoya en la pared, a su lado – y lo más importante, ¿cuánto vas a tardar en darte el piro?

- Pues tengo que estar un tiempo yendo a fichar a mi nuevo "trabajo en los juzgados", así que hasta el que señor juez tenga a bien liberarme de lo de la firmita – responde ella.

- ¿Cómo has logrado que te dejen en la calle? – el gaditano le quita el cigarro de la mano y le da una calada – Joder, esto está sin aliñar, tía.

- Te he dicho mil veces que ya no consumo – responde algo molesta – además, es parte de mi trato con el juez. Nada de drogas, trabajo estable...

- ¿Ser camello cuenta como trabajo estable? – pregunta él entre risas.

- Qué gilipollas eres – contesta riéndose ella también – claro que no, llevo algo más de un mes repartiendo pizzas.

- No me jodas – ahora el chico casi llora de la risa.

- Sí, tío, voy con mi chaquetita roja y una motillo de mierda que me prestan – explica ella a quien el otro le ha contagiado la risa floja.

- Para, tía, que me meo aquí mismo – Dave, se apoya en su amiga para intentar mantener la vertical, y ponerse serio – Enana, no sé cómo has conseguido librarte del talego esta vez, pero sabes que como te pillen pasando, no te libra ni el papa, ¿no?

- Les puse mi cara de niñita huérfana y abandonada, se la tragan todos – contesta orgullosa – De todas formas, voy a dejar de pasar un tiempo, estoy intentando colocar lo que me queda.

To And Fro | AlbaliaWhere stories live. Discover now