Capítulo 41. I don't want to wait

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Noviembre 2019, Madrid

Unos días después...

- ¿Seguro que no quieres venir, mamá? – pregunta la pequeña Natalia mientras su madre la ayuda a ponerse una pequeña mochilita – puedes dormir en la cama conmigo, como aquí cuando me da miedo.

- No, bichejo, tengo unas cosas que hacer y voy a acabar tarde – contesta, sintiéndose culpable por mentir a su hija - ¿tienes ganas de ir con la tía Julia y las niñas?

- ¡Sííí! – responde empezando a dar saltos por la habitación.

- Vale, ven aquí – dice, sentándose en el suelo - ¿un último repaso?

- Ya – la pequeña se coloca frente a ella, inclinándose sobre sus propias rodillas para recuperar el aliento, como quien acaba de correr una maratón.

- ¿Llevas el pijama?, ¿las zapatillas de estar por casa?, ¿el cepillo de dientes? – la pequeña asiente con la cabeza por cada una de las cosas de la lista de su madre - ¿llevas tu libro por si no puedes dormir?

- Que sí, mamá, que lo llevo todo – dice lanzándose a darle un abrazo – ya soy mayor, ¿sabes?

- Es verdad, perdona, a veces se me olvida – responde acariciando aquella minúscula espalda – y si Julia te pone para cenar algo que no te gusta...

- Me lo tengo que comer todo porque lo ha cocinado para mí y la comida no se tira – contesta como si aquello fuese un mantra, mientras se separa para acariciar la nariz de su madre con uno de sus deditos.

Alba sabe perfectamente que la gaditana ha preparado unas pizzas y palomitas para hacer una fiesta de pijamas, pero nunca estaba de más asegurarse.

- ¿Sabes que te quiero y que no puedo vivir sin ti? – pregunta mientras le recoge un par de mechones rebeldes tras la oreja.

- Claro que lo sé, mami – responde dejándole un beso en la nariz.

- Muy bien, pues allá vamos – dice la adulta poniéndose de pie – coge el abrigo que, aunque vayamos en coche, hace frío en la calle.

Dos horas más tarde, Alba ha dejado a la niña con Julia, ha vuelto a casa, se ha duchado, depilado, arreglado el pelo, maquillado, desmaquillado, vuelto a arreglar el pelo, cambiado de ropa cuatro veces y llamado a la gaditana otras tres por si había pasado algo catastrófico en los últimos diez minutos y tenía que salir corriendo a por la cría.

- Mira, te juro por mi madre que como llames una sola vez más, me planto allí y te arranco los pelos – protesta Julia.

- Joder, qué borde – se queja la rubia – sólo quería saber si todo estaba bien.

- Claro que está bien, Alba, lo mismo que hace media hora y lo mismo que hace tres cuartos de hora – se defiende la otra – Tía, relájate, fúmate un porrito y la esperas desnuda en la cama, eso funciona siempre.

- Oh, por supuesto, ¿por qué no? Voy a esperar a mi ex novia, ex politoxicómana, con toda la casa oliendo a marihuana – contesta sarcástica - ¡Qué planazo!

- Total, que tienes maría en casa, hablemos de eso... - ríe la otra.

- ¡Mira, vete a la mierda! – protesta.

- Muy bien, pues cuando quieras vienes a por más y vuelves a llamar, guapa – Alba escucha las carcajadas de Julia al otro lado.

- ¿Pero por qué me junto sólo con gente loca? – responde, también entre risas.

- Enana... no te agobies, ¿vale? – dice la otra, cambiando radicalmente el tono a uno mucho más serio – Sólo es Natalia, lleváis toda la vida juntas.

To And Fro | AlbaliaWhere stories live. Discover now