Capítulo 38. J'ai peur

17.2K 790 401
                                    

Octubre 2019, Madrid.

La mañana siguiente.

Con la impresión de que, si le hubiesen dado una paliza, se sentiría menos dolorida, Alba intenta mantener los ojos cerrados para evitar el fogonazo de luz que sentía entrar por la ventana. Aún tiene las piernas adormecidas y sentir el roce de la sábana directamente sobre su piel le hace recordar el motivo de las agujetas que ahora están acabando con ella. El recuerdo de las manos de Natalia sobre ella, el rastro de sus labios aún en su cuello, aquella boca... aquella que asaltaba la suya sin permiso, reclamando lo que siempre había sido suyo...

Y de pronto, todo aquello le hace abrir los ojos de golpe... está sola en su cama, liada en una sábana, aunque al levantarla descubre su cuerpo desnudo, ¿cómo había llegado hasta allí?, ¿dónde estaba Natalia?

Sale rápidamente de la cama, tras consultar el reloj de su muñeca y comprobar que son más de las diez de la mañana, y se cubre con algo de ropa interior y la primera camiseta enorme que encuentra en el armario para salir disparada en busca de la niña, que probablemente llevase un buen rato esperando su desayuno.

Cuando llega a la puerta del cuarto de la pequeña, se encuentra con la cama deshecha, pero ni rastro de la niña.

- ¿Pelusa? – la llama buscando ahora en el baño que suele usar la pequeña, donde tampoco encuentra a nadie.

Algo más preocupada, baja corriendo al salón, en el que espera encontrarla viendo la tele, pero lo único que ve es su sofá perfectamente colocado sin rastro del campo de batalla en el que se había convertido la noche anterior, porque... aquello había pasado, ¿por qué si no se había despertado desnuda?

Empieza a pensar que se ha vuelto loca cuando escucha risas en la cocina, reconoce rápidamente la de su hija y la de alguien a quien hacía mucho tiempo que no oía reír a carcajadas. Decide saborear el momento, acercarse despacio y sorprender a aquellas dos personas que, ahora sí podía confesar sin avergonzarse, asaltaban sus pensamientos constantemente.

Natalia, bailaba al ritmo de la música que sonaba en su móvil, mientras la niña, subida sobre sus hombros, imitaba sus movimientos.

- ¡Estribillo!, ¡arriba, arriba! – anima la morena mientras levanta uno de sus brazos hacia el techo, asegurando a la niña con el otro, mientras ésta hace lo mismo.

- ¡Arriba, arriba! – grita la niña, haciendo aspavientos.

- Pero bueno, ¿qué es esto?, ¿qué está pasando aquí – dice la rubia, entrando a la cocina con el gesto serio.

Aunque la primera reacción de ambas es ponerse muy tiesas y guardar silencio, en cuando ven una sonrisa dibujarse en la cara de la rubia ambas, como un acto reflejo, la imitan.

- ¡Mamá! – grita la niña, abriendo los brazos.

Natalia, que se da cuenta del gesto, se arrodilla para que Alba alcance a la pequeña y la baje de sus hombros. Mientras su hija se enrosca a su cuello, la rubia busca los ojos de la navarra, intentando hacer un balance de daños de la noche anterior. No consigue ver miedo ni ganas de correr en la morena, por lo que suelta el aire despacio, consiguiendo algo de calma.

- ¿Qué hacéis? – pregunta a la pequeña.

- Estamos haciendo tortitas para desayunar, mamá – contesta mientras le acaricia la cara distraída.

- ¿No me estarás tocando la cara con esos deditos churretosos llenos de harina? – dice fingiendo enfado, y haciendo cosquillas a la pequeña.

- Sí, mamá – responde entre risas mientras intenta librarse de las manos de su madre.

- Anda, ve a lavarte un poco y ponemos la mesa – propone la adulta – Huele tan bien que me muero de hambre.

To And Fro | AlbaliaTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang