Capítulo 2 (mini)

6.3K 899 39
                                    

Aunque somos poquitos, quería daros las gracias por dar a la historia un voto de confianza!!

Mi intención es no caer en lo mismo de siempre, pero no os prometo nada.

Os dejo con el capi!!

Espero pronto aparecer por aquí!

😘😘😘😘😘

________________________________

No esperó levantarse, aparte de los dolores musculares por haber tenido la noche más salvaje de su vida, con un sentimiento de azoramiento en el pecho al recordar lo ocurrido en esas cuatro paredes. No era de esconderse; pero le apeteció no salir de la cama en un mes. Por encima de ello, no era de carácter cobarde, ni su corazón se lo permitía. Aun así, casi quiso hacerlo, esconderse tras las sábanas cuando se percató de que no estaba sola.

Enfrente de ella, estaba su marido con la mirada perdida hacia fuera, lejano a ella. Se notaba que llevaba un buen rato despierto porque le había dado tiempo de vestirse mientras que ella, para su tormento y vergüenza, estaba desnuda debajo de las sábanas. Un recordatorio de que no había dormido solamente. Toda su piel entera se sonrojó y se arrebujó más en las sábanas cuando sus miradas chocaron como dos objetos. Furiosamente.

Notó que el ambiente se enfriaba de repente con su mirada dura. No era igual que la de anoche, aquella que le había quitado el aliento y le había quemado, esta la que le dedicaba era diferente. Parecía ser que lo que vivieron en esa cama, se esfumó, dejando paso a una indiferencia dolorosa y helada. Su mente tardó en reaccionar cuando... intuyó de dónde podía venir esa frialdad, mejor dicho la razón de ello. Había sido ahí, en esa cama cuando se rindieron como vasallos a la inestimable pasión. Alzó la barbilla, enfretándolo.

Parecía que la odiara. No parecía, sino que lo hacía. Se tragó ese odio y no le dio la espalda. Si quería guerra, la tendría. No iba a ser una doncella desvalida.

- ¿No me tiene que contar algo?

El bobo de su marido no era tan bobo como supuso. Otro lo dejaría caer, otro... que no era él. Lo observó sin síntoma de arrepentirse.

- ¿Qué quiere que le cuente una cosa que no sepa o no haya descubierto?

No midió que su pregunta encendería un fuego medio apagado. El hombre apretó los puños en sus costados y dio un paso hacia adelante con la mirada acerada.

- ¿Quién?

Sophie se encogió de hombros.

- Da igual el nombre. Me sorprende que no lo sepa. ¿Quién importa que sea? Usted no ha sido el primero.

Debió haberse mordido la lengua. Debió haberse callado para no espolear el orgullo del hombre herido. Lo que no era consciente de que su orgullo no había sido lo único herido mortalmente. La reacción del hombre no tardó. Acortó la distancia en unas zancadas y golpeó sus manos con el cabecero, haciéndolo temblar y encerrándola a ella en su prisión.

Se miraron, entrelazando sus ojos poderosamente.

- ¡Maldita sea! ¿Con qué pago merecía su burla? ¿Su desprecio? - ella no respondió, ganándose otra mirada de odio -. ¿Le complace verme así como un idiota, un bufón a quien ha creído poder reírse de mí?

Sophie no cedió; no cerró los ojos ante la oleada de odio que estaba recibiendo. La cortaba, se metía dentro de ella. No quería sentirlo. Apartó la cara.

- ¡Dime! ¿Ha tenido suficiente con haberme hecho el tonto de Londres?

No le estaba gritando. No hacía falta.

- ¡No ha sido suficiente! - se acercó a él, pegando su nariz con la de él, no pensando en que estaba en desventaja. Aun así, le importó bien poco, tensando la cuerda que estaba ya apretada -. Se lo merece, se lo merece por haberme deseado sin haberme preguntado a quién amaba. No quería este compromiso. Mi familia me obligó a ello. ¡No lo quería a usted!

Sus palabras consiguieron alcanzarlo y destrozarle por completo. Aun así, no sintió la satisfacción de ello, y más, viendo como la mirada del hombre se apagaba lentamente. Una mano se apartó de la tabla de madera y la deslizó a su mandíbula, resiguiendo con su pulgar la línea, bajándola hasta detenerse en su cuello.

¿La iba a matar?

En silencio, y con una agoniosa lentitud, empezó apretar sus dedos en su cuello. Levemente. No la estaba ahogando, pero podría hacerlo. Lo había llevado a un punto que no había retorno, a un punto que un hombre se volvería loco, despojado de su razón. No había vuelta atrás. El daño estaba hecho.

- Pues tendrá que soportarme hasta que la muerte nos separe, querida.

Se apartó de sopetón, dejándola desorientada. Un golpe fuerte sonó, retumbando las paredes. Se había marchado, la había dejado sola. Tembló, tembló pero no era por el frío del dormitorio. Aún podía ver su mirada apagada.

Sin brillo, sin su amor.

Lo había matado.

Me odiarás   © #3 Saga MatrimoniosWhere stories live. Discover now