Adelanto

5.2K 757 22
                                    

Quería dejaros con un mini adelanto. Sé que es poco, pero tampoco quería dejarlo esperar. Así que lo he escrito.

Buenas noches!! Hasta otro día

😘😘😘😘😘

___________________________

- ¿Y qué pasa con su amante?

Si lo consideraba al menos, se abalanzaría sobre él.

Sus dedos le hacían estragos, que no se apartaban de su rostro. Sí que sí se le entrecortó la respiración cuando la mirada masculina se oscureció y fija en ella, se acercó, pero no demasiado para susurrarle:

- Nosotros seremos los amantes.

Con esa proposición, cargada de intenciones, la silenció. Pero no fue por rechazo, sino porque estaba impactada y aún escéptica de lo que estaba ocurriendo. No era producto de su imaginación, ni de ninguna enajenación mental.

Habían tenido una conversación, una "conversación" que había acabado con eso y, por si no fuera poco, con la sangre alterada que recorría por sus venas.

Ansel no se amilanó, ni se desanimó con su reciente mutismo. Cabeceó con un asentimiento, bajó la mano y deslizó su mirada hacia el otro lado para darle espacio. Pudiera ser que se había atrevido bastante, pero sería paciente y esperaba que con ello, pudiera ganarse, al menos, su confianza. No quería que estuviera obligada. Quería que lo deseara igual que lo sentía él.

- Le dejaré que lo considere - se levantó y se dispuso a retirarse -. Buenas noches.

Sophie todavía no se pronunció, sintiendo que podía caerse desde un precipicio de un momento u otro. Estaba en sus manos el poder de elegir; si aceptar o no. Por una parte, quería correr desesperada; por otra parte, que era de una necesidad arrolladora, quería probar ser su amante, aunque había un pago que conllevaba: su orgullo. No menos importante: su corazón. Aunque creía que era inmune a su amor, a ese amor que ridiculizó y se burló, o, mejor dicho, lo que había sido porque ya no la amaba, temía echarlo de menos sino había comenzado hacerlo ya.

No supo cuánto tiempo estuvo meditando, pero fue bastante porque vio a los sirvientes retirar los platos y apagar unas cuantas velas. Se marchó de allí, con el corazón acelerado y mil imágenes atropelladas en su cabeza. Porque a pesar de que había estado ebria en esa noche, todavía se acordaba de cómo fue su noche de bodas, con él, y los malditos besos que siguieron y habían compartido, convirtiéndola en una vagabunda de ellos.

Ya no había guerras por las que luchar si aceptaba, ya no había excusas de ponerlo como su enemigo porque se convertiría en su igual, y ahí - oh, Dios -, no había barreras ni escudos con los que protegerse salvo que estuviera empeñada de que fuera su contrincante hasta el final. De ahí no sería solamente su lucha con él, sino consigo misma para que su corazón no saliera escaldado.

Sino lo estaba ya.



Me odiarás   © #3 Saga MatrimoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora