Capítulo 7 (mini)

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Puede ser que sea aburrido este capítulo!!

🙏🙏🙏🙏🙏

Es muy corto!

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El encuentro, o mejor dicho, el desencuentro que había tenido con la meretriz la había afectado. Aunque aparentemente no reflejaba ninguna emoción en su rostro, por dentro, se sentía desfallecer. Por más que hubiera querido o intentado controlar, por más que hubiera querido no sentir. Había pasado unas horas desde aquello, y todavía, estaba con el imperioso deseo de lanzar un objecto y hacerlo en pedazos.

- ¿El paseo ha ido bien?

La pregunta de su doncella la distrajo y no se había percatado de su llegada a su dormitorio. Aún no había bajado a cenar. Estaba absorta en sus pensamientos y en el malestar del cual había sentido, aún no había desaparecido. No le había contado que había ido a ver a la amante de su marido. Era un secreto tan humillante que lo quería guardarse para ella. Además, no se sentía victoriosa tras el encuentro. Le había pedido al cochero y al lacayo que la habían acompañado, que no dijeran ni una palabra de su visita.

- Sí, lo ha sido - intentó sonreír, pero tal sonrisa no llegó a formarse en sus labios -. No cenaré esta noche, prefiero descansar directamente.

No le replicó.

- Buenas noches, señora.

- Buenas noches.

Ante la marcha de la muchacha, el silencio se instaló en esas cuatro paredes que empezaban a asfixiarla, pero de que alguna manera se había convertido en su refugio a tenor de los últimos acontecimientos transcurridos.

Sin embargo, cuando su mirada se topó con la cama, notó que estaba a punto de derrumbarse. Los recuerdos, fogonazos que la lastimaban y le dejaban el alma hueca, vacía, seguían presentes en su cabeza como castigo por su deslealtad hacia él. A su vez, su carácter no le permitía, arrepentirse. Era demasiado el orgullo el que le pesaba. Y más ahora, cuando estaba en el centro de la diana y todos sus conocidos le tenían lástima o regocijo. No quería pensar; quería olvidar.

Nada más adentrarse entre las sábanas de la cama, pudo sacar la pena que llevaba en el pecho. Solo ahí, se desahogó, en el todavía silencio de la habitación.

***

Ansel se apartó del cuerpo femenino que estaba tendido en el lecho y se colocó la bata que le había quitado antes de unirse como animales en celo. Florence se había dormido, cosa que a él le era todavía esquivo. Aunque la mujer no lo sabía, él no podía conciliar el sueño tan fácilmente. Así era desde que tomó la decisión de compartir su lecho.

Apretó el nudo de la prenda y se alejó de allí. Aunque la noche era fría, él fue hacia el jardín que había en la parte trasera de la casa. Le gustaba que las briznas heladas se adentraran en su cuerpo y lo despertaran del aturdimiento que tenía en la cabeza. Porque a pesar de que se desahogaba en brazos de Florence; su tormento lo seguía atizando, vapuleando, dejándolo exhausto emocionalmente. Hasta ese mismo día, su mente había tenido el placer retorcido de habérsela imaginado que había estado allí.

¿Cómo podía ser si ella nunca lo había apreciado?

Además, si lo fuera, si fuera el hipotético caso de que al menos tuviera una mínima preocupación por él o arrepentimiento, dado su rango, no le hubiera dejado caminar hasta allí y enfrentarse a su amante. No lo hubiera hecho. Habría preferido andar por un camino de rescoldos encendidos antes que presentarse allí.

Sophie era así o eso creía porque no la había llegado conocer verdaderamente. La había idealizado tanto que ahora lo que tenía de ella era la personificación de una bruja sin corazón.

Afortunadamente, Florence no se ofendió con la mención de su esposa en esa tarde. Era tan cariñosa con él, tan buena que no se lo reprochó. No se lo echó en cara. Otra en su lugar, lo hubiera hecho. En cambio, ella no lo hizo. Aun así, según su experiencia, no era de buen gusto mencionar el nombre de su esposa delante de la amante. No tuvo esa delicadeza. Aunque pudiera justificarse de que había sido por un impulso, por una alucinación o el desespero, no había sido delicado.

¿Acaso estaba volviéndose loco incluso lejos de ella?

No quiso responder. Alzó la mirada hacia la luna que destacaba en medio del manto oscuro. Debía apreciar y valorar más a la mujer que lo quería y lo respetaba que aquella con sus engaños, lo había dejado herido de una forma fulminante.

Eso haría.

Me odiarás   © #3 Saga MatrimoniosWhere stories live. Discover now