Capítulo 18

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Lo he escrito sobre la marcha y como venía la inspiración.

Espero que os guste!!!

Nos leemos pronto!!

😘😘😘😘😘

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Pero su decisión quedaría aparcada hasta el día siguiente o eso creyó ella en un principio, al verse indecisa y no dar el paso definitivo, el que la lanzara a sus brazos o morirse por dentro, pero con el orgullo intacto.

Antes, con Oliver, no tuvo esa sensación de indecisión o de miedo. Un poco, sí, pero era porque creía que él, aunque no se lo había confesado, tenía sentimientos por la princesa. El tiempo le dio la razón, amargamente. Pero cuando estuvo con él, no sintió esos sentimientos que ahora la arrollaban sin compasión alguna, dejándola temblorosa y dependiente de unas emociones de las que no estaba familiarizada a sentir, salvo que cuando estaba con él, que era un vendaval para su propia paz mental y la reducía en cenizas.

Afortunadamente, no vio a su marido hasta bien entrada la noche cuando fue a buscarla para asistir a un evento social juntos. Sería la primera vez, igual que lo fue en la cena, que fueran a un lugar juntos.

Lo presintió antes de que él se hiciera notar. Estaba en el umbral de la puerta, observándola mientras que su doncella ultimaba los detalles de su peinado. Aunque no quiso, se puso nerviosa, muy consciente de su presencia.

- La señora estará lista en un momento. No tardaré, señor.

- No tiene que apresurarse, aún hay tiempo - Sophie se mordió el labio, en un intento de relajarse, pero los nervios cosquilleaban en su estómago -. Cuando termine de peinarla, me gustaría hablar con mi esposa.

Intentó comunicarse con su doncella a través de la mirada para suplicarle que no lo hiciera. Pero como no era tan buena, ni la joven la miraba, resultó ser un fracaso por ambas partes. Al menos, no iba tan mal para ir a la fiesta de los Glover. Con su vestido azul oscuro, sencillo y elegante, presumía de escote corazón y las mangas a medio codo. Además, de unos fruncidos en la falda que provocaban que las capas cayeran en cascada. Para darle un toque más sofisticado, un collar de perlas abrazaba su cuello.

- Gracias - le dijo agradecida cuando finalizó su tarea.

Aún no prestó atención a su esposo, que se había apartado del marco y se aventuraba en la habitación. En todo el día no se habían visto porque había ido a ocuparse de unos asuntos, asuntos que no estaban relacionados con su amante, una vez más. Parecía ser que la conversación de anoche era seria y no era una broma por parte de él. Como lo era tampoco la mirada apreciativa que le envío y ella observó desde el espejo del tocador.

Para no explotar ahí mismo, por pura combustión, se puso en pie, pero calculó mal porque casi chocó con él. Se agarró al borde del mueble y una sonrisa nerviosa se dibujó en sus labios.

- Voy a por el chal, los guantes y el bolso, y nos podemos ir.

Su esposo, que supuestamente quería hablar, no musitó palabra, sino que le dio espacio para que pasara por delante de él, así evitar otro posible choque. Si hubiera sido más perspicaz, se habría dado cuenta de que él tenía otras intenciones en mente. Cuando lo tuvo todo listo para marcharse y, recuperado un poco de seguridad, se acercó.

- Ya podemos bajar.

- Creo que todavía no.

Sophie enarcó una ceja y se rio incrédula.

- ¿Cómo que no? - pero su voz murió cuando él dio otro paso, terminándolos por acercarse aún más  -. Además, ha puesto nerviosa a mi doncella para que acabara pronto.

- Si tengo buena memoria, le dije que no se apresurara - era cierto -, pero he de agradecerle su eficiencia.

Trató de no suspirar cuando la palma de Floyd cobijó el lateral de su cuello. El calor la atravesó y no supo coger el ritmo de su respiración.

- No quería hablar conmigo precisamente - la sonrisa ladeada de él se lo confirmó -. ¿Cómo puede ser que la haya engañado? ¿No tiene un poco de remordimiento?

Para nada se mostró arrepentido, sino que estaba complacido consigo mismo.

- ¿Por qué iba a tenerlos, si ha sido por una buena causa?

- ¿De qué causa se trata, si se puede una enterar? Porque vamos a llegar tarde - se cruzó de brazos por dos motivos; primero, para hacerle saber que no estaba dispuesta a ceder; segundo, no caer en la tentación de tocarlo.

Entrecerró la mirada sobre ella, y tuvo que contenerse para no suplicarle.

- De acuerdo - se encogió de hombros y se apartó, confundiéndola -. Como mi esposa desee, vamos a la fiesta, lo otro puede posponerse.

¡Maldito fuera!

- Le parecerá gracioso, a mí no no me lo parece - descruzó los brazos y anduvo, pero un tirón de su mano, la detuvo.

Se giró hacia él, cuya sonrisa se le había borrado.

- Coincido con usted, que gracia no tiene - se le cortó el aliento cuando se inclinó sobre ella, casi rozando sus labios en un tentador movimiento -, pero no puedo sobreponer mis deseos a los suyos. Aún espero su respuesta.

- Ya, ¿está intentando convencerme? Le recomendaría que se esmerara un pelín más si no quiere que me muera del aburrimiento - ladeó el rostro, alejando sus labios de los de ella.

- ¿Me está retando, esposa mía?

Aun así, era una gran tentación.

- No lo sé - pestañeó inocente -, pero si uno juega con el fuego, he de advertirle, que se puede quemar.

No previó que su respuesta tuviera un efecto en él, que no se imaginó, ni en ese momento que tenía el cuerpo en tensión.

- Esto se aplica muy bien a nosotros, ¿no?

Cuando iba a encogerse de hombros, para demostrarle una pizca de indiferencia, se vio envuelta en un segundo por sus brazos y sus labios arrollando los suyos, pero todo acabó en un segundo, también. Lo miró casi aliento y con el corazón aporreando en su pecho.

- Mejor, nos vamos yendo- él tenía la voz desgarrada; no era el único afectado -, no vaya ser que se me olvide de que soy un caballero y la hago mía.

Le iba a replicar que no lo era, pero se calló. Bastante había abierto la boquita.

¿Cuándo iba a aprender?

Además, le faltaba por dar su decisión. Antes de que lo hiciera, lo quería ver ardiendo por ella.

Me odiarás   © #3 Saga MatrimoniosWhere stories live. Discover now